Capítulo XXIX

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Manuel observo de reojo al escuchar pasos en la escalera viendo como Santiago bajaba junto a Sam para ponerse en el sillón, era la oportunidad de volver con su padre, se levanto y corrió hacia el bosque cuando vio a Santiago conversar con Esteban, llegó a la reja subiéndose al bote de basura para saltarla, se ocultó en ella unos segundos viendo como Santiago se acercaba a la entrada y volvía a entrar a la casa.

Corrió por entremedio de los árboles por un momento, no sabía dónde estaba yendo pero debía encontrar la forma de volver al Reino del Sol, se detuvo unos segundos, escuchado los ruidos que producían los animales del bosque, observo la luna y corrió hacia el este, entre más grande se hacía la luna más probabilidad tenía de llegar a algún río.

Se detuvo en seco unos momentos al escuchar pasos dirigirse a él, se escondió entre la maleza y puso su oído en la tierra agudizando, respiro tranquilo y como le enseño Julieta se concentró en los pasos que escuchaba, escucho el sonido de la radio, era uno de los guardias de los Fisher.

Se arrastró con cuidado hasta el árbol más cercano y lo escaló rápido al ver que una linterna se acercaba en contra de su dirección, se ocultó entre la maleza de las ramas del árbol y comenzo a caminar de rama en rama tratando de hacer el menor ruido posible. Se apegó al tronco al ver que uno de los guardias pasaba por su dirección.

Camino con cuidado al ver que estos árboles no eran tan seguros como los del Reino del Sol, bajo al ver que estaba a unos metros de la playa, bajo del árbol, giro su cabeza al escuchar pasos, abrió sus ojos al ver al perro del Reino del Sol, negó con la cabeza escuchándolo aullar, llamando la atención de los guardias.

Volvió a correr hacía la playa, sintiendo sus pies más pesados debido a la arena, ignoro los ladridos del perro, sintió como el agua mojaba sus zapatos y su pantalón, observo en la lejanía un bote anclado a una roca, corrió hacia él sintiendo como el agua le mojaba cada vez más la ropa, escucho los ladridos del perro más cercano, gritando cuando esté alzando su pantalón tirándole de vuelta a la orilla, trato de luchar pero solo consiguió caer al agua y a la arena, siendo absorbido por el agua junto al animal.

Salió a flote del agua, sintiendo como su cuerpo se helada debido a la temperatura y como era arrastrado debido a la corriente del mar, agradeció mentalmente a su padre que le había enseñado a nadar contra la corriente del río en el Reino del Sol. Se limpió la cara con su mano y volvió su dirección hacia el barco escuchando como el perro nadaba hacia la orilla para volver a ladrarle, vio como la luz de la linterna llegaba a la orilla, dejó de nadar cuando escucho la voz de Simón.

— ¡Manuel!—llamó Simón metiéndose al mar— ¡Manuel, por favor!—volvió a gritar al ver que el niño detenía su lado subiéndose al bote— ¡Manuel, hablemos!

— ¡Quiero volver con mi papá!— gritó sujetándose del barco para avanzar a la cuerda.

— ¡Tu papá ya está muerto, Manuel! ¡Volviendo al Reino del Sol no hará que regrese!—grito nadando hacia el niño viendo como el niño caminaba por el bote para soltar la cuerda ¿Dónde estaba Santiago?

Manuel llegó a la cuerda que desataba el bote, asustándose cuando vio unas manos sujetar la cuerda, abrió sus ojos cuando Santiago apareció de entre las sombras para subirse al bote, giro su cabeza viendo como Simón se acercaba por el otro lado, corrió hacia la otra orilla del bote dispuesto a lanzarse al mar.

— ¡Manuel, tranquilo!—exclamó Santiago deteniendo al niño en su acción—No somos tus enemigos, somos amigos, los amigos de tu padre—trato de hacer entrar en razón Santiago.

— ¡No te acerques!—exclamó enojado al ver que Santiago se acercaba a él.

—Está bien, me quedaré aquí—acepto Santiago viendo como Simón se subía al bote junto a ellos—Pero debes tranquilizarte ¿sí? Sabemos que extrañas a tu papá, que no entiendes nada—pronunció viendo como el niño negaba con la cabeza.

—Tengo que volver con él, la foto de mi mamá y de mi papá están en casa—dijo llorando, llamando la atención de los Fisher.

—Puedo hablar con alguno de los guardias para que vayan a buscar la foto de tus padres—dijo Simon acercándose al menor—Se que lo extrañas mucho, también lo extraño, pero te estás poniendo en peligro, a tu papá no le hubiera gustado eso ¿Recuerdas lo angustiado que estaba cuando te hacías daño?

—Si—murmuro sintiendo como Simón limpiaba sus lágrimas— ¿Volvamos a casa?—propuso viendo como el niño negaba con la cabeza.

—Esa no es mi casa—dijo Manuel con pena—Mi casa está con mi papá.

—Es tu casa porque yo vivo en ella y yo te considero mi familia—sentenció Santiago sorprendiendo a Simón y Manuel.

—Escuchaste eso, volvamos a casa—dijo Simón con una sonrisa.

Manuel observo desconfiado la mano que Simón le extendía, quería volver con su padre, él no iba a aceptar la muerte de su papá sin ver la tumba y el ataúd con su cuerpo, tembló al sentir el aire helado del ambiente.

—Quiero ver el cuerpo de mi papá en el ataúd, sólo así aceptaré quedarme con ustedes—comentó, mirando como Simón y Santiago intercambiaban miradas.

—Haré que una persona de confianza te lleve al Reino del Sol a ver a tu padre—comunicó Santiago—Lo prometo.

—Quiero que me lleve Julieta—exigió Manuel molesto.

—Hay una persona, que es mejor que Julieta—comunicó Santiago viendo como el menor fruncía el ceño—Se llama Mirko Flint, él puede llevarte en segundos donde tu padre y devolverte en segundos aquí.

Manuel abrió sus ojos sorprendido al escuchar el nombre, su padre susurraba ese nombre mientras dormía.

Ese era el nombre de su hermano mayor.

¡Basta de Miedo! © (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora