Capítulo XXVI

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Santiago pasó el brazo izquierdo de su hermano Martín sobre su hombro, ayudándole a sentarse en el auto para luego ponerle el cinturón de seguridad, le observo viendo su aspecto cansado y adolorido. Martin si o si necesitaba un médico que evaluará su condición. Fue hasta el otro lado del auto, abriendo la puerta y sentándose en el asiento del copiloto, encendió el auto y retrocedió, dio una vuelta y regresó al camino hacía su hogar en el Reino del Sol.

Condujo con cuidado de no mover mucho el auto al ver que su hermano Martín se quejaba hasta porque respiraba, llegaron al camino viendo cómo la gente aún se encontraba aglomerada afuera de sus casas. Santiago detuvo el auto en frente de la casa de Arturo Gamp, sorprendido al ver la casa quemada y una ambulancia retirando un cuerpo, vio a Martín salir del auto omitiendo por primera vez todo aquel dolor, Manuel lo necesitaba.

Martin observo para ambos lados buscando a Manuel, viendo al niño llorando detrás de la camilla, corrió hacia él tomándolo de los hombros, volteándose y agachándose a su nivel, viendo como este le miraba y le abrazaba llorando.

— ¿Qué ha pasado Manuel?—preguntó Martín abrazando al niño al sentir que se aferraba a su cuerpo.

—Mi...papá...—murmuró mientras lloraba —Se murió...lo mataron...lo mató—susurró llorando en el oído de Martín.

Martin abrazo al niño con fuerza, tomándolo en brazos mientras Santiago llegaba a su lado, ganándose la atención de los presentes que observaban el lugar, ambos se asustaron al ver aparecer a Simón entre la multitud junto a Emilio, llevándolos detrás de la ambulancia, bajo la mirada atenta de algunos vecinos. Emilio soltó la mano de Simón y observo a sus sobrinos: Martín no se veía bien y Santiago se notaba confundido.

—Tío ¿Qué sucede?—preguntó Santiago al verse acorralado a la ambulancia.

—Desaparecerán un periodo de tiempo hasta que se calme esta situación—advirtió Emilio con una sonrisa—Se irán con Aroa hasta que esto se calme, hasta que su padre se calme.

—Espera ¿Y Manuel?—preguntó Martín desconfiado viendo como Emilio tomaba a Manuel y este se dejaba abrazar por él.

—Ira con ustedes, Simón los llevara y yo me haré cargo de cada pregunta de su padre—dijo viendo como Manuel le miraba con una sonrisa—Manu, recuerdas que te dije que si le pasaba algo a tu padre ¿Iras con nosotros a cualquier lado?—recordó viendo como Manuel asentía limpiando sus lágrimas—Hoy vas a tener que ser muy valiente y nosotros estaremos allí para ayudarte ¿Si?

Martin observo a Manuel con celos al ver que asentía a Emilio con una sonrisa, antes de volver a sus brazos, mordió sus labios, aguantando el dolor de sus brazos al sentir el cuerpo de Manuel sobre ellos, se recostó en la ambulancia al sentir un pequeño mareo que no pasó desapercibido por Santiago o Simón. Emilio fue quien los dirigió a todos al auto y condujo hasta el helipuerto del Reino del Sol.

Manuel se abrazó a Martín mientras miraba hacia atrás, recordando en las calles del Reino, las caminatas de su casa al colegio, los juegos en el bosque con Julieta, observo la pulsera que le había regalado Julieta aquella mañana, sonrió le gustaba ese león negro al centro de ella, vio como los ojos de ese animal cambiaban y suspiro Julieta estaba con él y con sus nuevos protectores.

Santiago fue quien tomó en brazos a Manuel mientras se subía al helicóptero, observo preocupado a su hermano Martín al ver que este estaba medio ido, su respiración algo agitada y su cara se veía cansada y transpirada, sus ojos lucían inestables y asustados. Lo miro por el transcurso del viaje viendo como Martin trataba de mantenerse despierto a pesar de todo.

Emilio se mantuvo vigilando a Simón mientras cambiaba su mirada a su sobrino preocupado. Martín iba a perder la conciencia en cualquier momento y eso no podía pasar, porque si no perderían a Santiago para siempre.

Martín suspiro tratando de dejar de sentirse mareado, le dolía el pecho y el estómago, ni decir de los músculos, sabía que su cuerpo le pedía a gritos perder la conciencia para olvidarse un poco del dolor, pero no podía hacerlo, alertaría y asustaría aún más a Santiago y necesitaba que él estuviera concentrado en adueñarse del liderazgo del clan Fisher mientras él se encarga de encontrar a su hijo y a su sobrina.

Bajó del helicóptero dejando que Emilio y Simón se encargaran de Manuel por un momento, sentía que en cualquier minuto se desmayaría y no se equivocó, ya que al llegar a la casa de Aroa se desvaneció alertando a Emilio y Santiago. Escucho los gritos de Santiago y como Emilio le pedía reaccionar.

—Llama a un médico rápido—exclamó Emilio tomando a Martín para llevarlo a su habitación—Vamos Martin despierta—pidió angustiado.

—Martín—murmuró Santiago preocupado siguiendo a su tío mientras veía como su hermano recuperaba y perdía la conciencia— ¿Va a estar bien?

—Santiago si no estás tranquilo ¡Te quiero fuera!—exigió viendo como Santiago negaba con la cabeza y se quedaba callado—Ven ayúdame.

Emilio lo dejó acostado viendo como Martín abría sus ojos unos segundos para volver a abrirlos cada diez minutos, para finalmente quedar inconsciente, retirar la ropa de su sobrino, tomando los paños húmedos que le entregaban la ama de casa para dejarlo encima de su pecho y frente. Martín no estaba bien, estaba afiebrado y probablemente tenía más de un hueso fracturado, su cuerpo completo estaba moreteado debido a los golpes de Sebastián. Lo había visto grave, pero si no actuaban rápido Martín moriría.

Santiago se quedó sorprendido llevando sus manos a su boca, al ver los moretones en el cuerpo de su hermano, su hermano estaba grave no necesitaban un médico para Martín, necesitaban los poderes de Julieta para sanarlo y que Martín quedará con vida. Porque si no era Julieta. Martín moriría.

—Llamen a Julieta—murmuró Santiago cuando vio a Aroa con lágrimas en los ojos.

¡Basta de Miedo! © (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora