Capítulo XLII

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Sebastián se levanto de la silla de su cuarto al sentir que la ventana se abría, fue hacia ella y la cerro, respiro sintiendo un aroma extraño, fijo su mirada en el bosque sorprendiéndose al ver a los animales correr hacia su casa, abrió sus ojos al ver el fuego, se volteo con la intención de ir por su hermano y guardias para detener el fuego, pero se quedo en su sitio al ver a Julieta enfrente de él, dejo de respirar por unos segundos, debido a la impresión.

—Tiempo sin vernos Sebastián— saludo Julieta al ver que el otro quedaba congelado de la impresión— ¿Me extrañaste?

Julieta vio como ese rostro sorprendido cambiaba, sus músculos se tensaron y su mirada por unos segundos demostró amor antes de concentrarse solo en la sensación de odio. Sebastián volvió su mirada hacia la ventana al escuchar los gritos de sus guardias mezclados con él de los animales y el aroma a quemado del bosque, regreso su vista a Julieta viendo como esta abría la puerta de la oficina, fue por el arma de su cajón y disparo.

Se sorprendió cuando vio dos alas en la espalda de Julieta ¿Cuando había logrado sacarlas? Se cubrió cuando estas se movieron provocando un gran viento que hizo que la oficina en menos de un minuto quedara completamente desordenada, abrió sus ojos viendo como esta ya no estaba.

Cargo la pistola y salió en caza de ella.

Al llegar a la puerta de su oficina, se sorprendió al ver el cuerpo de uno de los guardias tirado en el suelo aun manchando la alfombra del pasillo con su sangre, paso por su lado observando hacia el pasillo, viendo que la ventana de ese pasillo se encontraba cerrada, escucho balazos desde fuera de su casa al mismo tiempo que a través de la ventana veía el fuego acercarse a su casa, si no moría de un balazo, moriría con el fuego.

Debía encontrar a Julieta, costara lo que costara, sabía que no solo estaba el equipo de Julieta y su familia afuera de su casa, estaban ellos también, dispuestos a llevárselo de regreso y él no iba a volver solo, si no con ella, era la única forma de mantenerse con vida en aquel terrorífico lugar.

Bajo las escaleras, ocultándose en uno de los pilares que se unía a la escalera al escuchar un balazo venir en su dirección, apunto y disparo, viendo como Alfredo se ocultaba detrás del mueble que había en medio del pasillo, vio como la puerta principal se abría dejando entrar a Martín y Simón, sus ojos se concentraron en las sombras que buscaban entrar a su casa, quedaba poco tiempo y Julieta no aparecía por ningún lugar.

Decidió disparar en contra de Martin y Simón, para abrirse camino y subir las escaleras esquivando los disparos del arma de Alfredo, se oculto en uno de los pasillos, corrió por el, entrando a la primera habitación que encontró, cerró la puerta y guardo silencio. Escucho los disparos afuera de la habitación, junto al aullido de los animales.

Llevo sus manos a la cabeza cuando escucho las voces de esos, se dejo caer de rodillas al suelo, desesperado. No iba a dejar que lo llevaran nuevamente de allí, no había corrido por ese bosque quince kilómetros hasta la casa de Aroa, cuando tenía ocho años para volver allí. Se levanto, abrió la puerta y asomo la cabeza para salir con cuidado, los disparos se detuvieron por unos segundos, escucho los pasos subiendo al segundo piso, hasta el fondo del pasillo y se adentro al siguiente. Se detuvo al ver a su hermano Arturo apuntándole con el arma.

Se asusto, pero sonrió al ver que este temblaba indeciso, Arturo nunca fue muy valiente, siempre fue un cobarde, igual que los humanos.

—Suelta eso ¿Quieres?— propuso viendo como su hermano le miraba asustado— No sabes utilizarla, estas temblando vas a hacerte daño

—Ríndete—exclamo, sintiendo sus manos temblar, escucho la risa burlona de su hermano

—Arturo, vamos, dame eso, te perdonare si me ayudas a escapar— propuso, acercándose a él

—Lo mismo le prometiste a Susan Flint hace veinticinco años, minutos antes de matarla, no voy caer en ese juego—hizo saber con una sonrisa al ver la mirada sorprendida de Sebastián— ¿Te sorprende verdad? Crees que no sabía tu origen, tú no eres legalmente del clan, no eres descendiente directo de Aroa.

—No seas cruel con tu hermano mayor, Arturo. Nuestra madre, me adopto y me crio como uno de ustedes— dijo con falsa ofensa— Y por ello, te quiero como un hermano.

—Tú nunca quisiste a nadie, Sebastián, crees que te iba a creer el papel del esposo que ama a su esposa, estabas asustado, porque sabias que ella vendría por ti y con ella su padre—corrigió Arturo— Estas aterrado de volver a ese lugar ¿Verdad?, crees que te dejaremos entregar a Julieta así.

—Ella no se llama así, aunque agradezco el esfuerzo, no me di cuenta de su identidad hasta que murió, reconozco mi error, fui estúpido al tenerla en mis brazos por tanto tiempo y no haberme dado cuenta, un punto para ustedes— reconoció viendo como Martin y Alfredo, llegaban a Arturo.

Sebastián guardo silencio al verlos aparecer, sus ojos se concentraron en Martín, como odiaba a sus hijos, todos tenían un parecido a Julieta, en especial esa mocosa, que Julieta hizo desaparecer. Ladeo la cabeza con una sonrisa, sabía que estaba completamente perdido, pero no lo iba a aceptar hasta encontrar a Julieta.

Por ello, levanto su arma y disparo.

¡Basta de Miedo! © (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora