Sebastián salió de su oficina totalmente melancólico, camino por el pasillo arrastrando los pies hacía la única habitación que no había visitado desde hace siete años, su cuarto, odiaba estar en su habitación desde que su esposa Lucía falleció, pero quería escapar de su hermano menor uno segundos antes de que le hablara de su madre y los errores que estaba cometiendo, no quería escuchar esas tonterías, ya estaba harto de ellos y solo quería estar en la habitación que tanto años compartió con ella, solo quería acostarse y recordar los veinte aniversarios que tuvieron, por hoy era su aniversario número veintisiete y quería volver a verla.
Entro en el cuarto y camino hacia su cama, tomando la foto que estaba en la mesita de noche, observo la imagen con una sonrisa triste, su esposa estaba sonriendo con él a su lado, la extrañaba, su voz, sus consejos, sus besos, sus abrazos, su calor corporal, sus palabras cariñosas, extrañaba todo de ella. Observo su cama, recostándose en ella, miro el lado izquierdo de la cama donde solía dormir su esposa.
Extrañaba sentir su respiración en su pecho cuando despertaba y se deleitaba con su belleza, quedando hipnotizado con sus ojos azules cuando estos se abrían y le besaba apegaba a su cuerpo. Ambos regaloneaban un poco antes de escuchar los gritos de sus hijos. En ese tiempo Nicolás vivía con él y era su mano derecha, pero le abandonó. Martín era un bromista que solo reaccionaba de forma seria cuando atacaban a su madre o a Santiago. Aún recordaba la mirada melancólica de su esposa cuando veía jugar a sus hijos, porque faltaba Moad, su niña.
Todo era normal, hasta aquel día. El incendio comenzó en la habitación a final del pasillo, su esposa estaba tomando una pequeña siesta, sus hijos estaban en la habitación de al lado jugando cartas. El fuego se adueñó de alrededor de la cama, luego de los muebles, la puerta y el cuarto donde estaban los niños, el había llegado de una reunión del clan y al escuchar el grito de sus hijos fue a su ayuda, pero cuando llegó a su esposa estaba muerta.
La policía al ver que había una amarra en su mano derecha, sumado al examen toxicológico que decía que tenía una sobredosis de pastillas de dormir, supuestamente para no reaccionar al momento de que se estuviera quemándose vivo, dictaminó suicidio.
Observo el techo aguantando las lágrimas que querían salir de sus ojos sin permiso, paso sus manos por sus ojos sin su permiso, paso su mano por su cara para evitar llorar, no importaba cuantas veces regresará en el tiempo, su, no importa cuántas veces haya matado a su propia familia, ella siempre fallecía.
—Sebastián— llamó la voz de Arturo al llegar a la puerta— Alfredo dice que la cena esta lista ¿Estás durmiendo?— preguntó al no recibir respuesta alguna, abrió la puerta de su cuarto viendo como su hermano observaba el techo— ¿Sebastián te encuentras bien?—preguntó extrañado, su hermano no era de encerrarse en su cuarto
—Estoy pensando— susurró con una sonrisa mientras miraba a su hermano—Arturo— llamó viendo como este le tomaba atención.
— ¿Qué pasa? ¿Te sientes enfermo?— preguntó preocupado, Sebastián solo volvía a su cuarto cuando realmente se sentía mal
—Voy a comer en cinco minutos— contestó, levantándose de la cama
Escucho los pasos de su hermano alejarse por el pasillo, salió de su cuarto y camino por el mismo lugar, bajo las escaleras viendo los distintos cuadros que su esposa Lucía había demorado tanto en conseguir, llego al comedor donde dejó que los sirvientes sirvieran su comida.
Estaba disfrutando de su cuarto bocado cuando su hermano Arturo le miro llamando su atención, le observo de manera neutra viendo como Arturo tragaba duro para después carraspear para aclarar su voz.
—Martín ha llamado hoy en la mañana— habló Arturo, observó cómo Sebastián dejó de comer para tomarle atención— Ha vendido toda la droga y necesita más— comunicó orgulloso
— ¿Crees que Martín puede vender la droga de forma barata?— preguntó molestó mientras volvía a comer
—No la ha vendido barata, me llegó el documento hoy y vendió la droga el doble de cara que usualmente la vendemos— aclaró Alfredo viendo cómo Sebastián le ponían más atención de la acostumbrada.
—El maldito saco la inteligencia de su madre— comentó orgulloso y burlón—pero ahora... ¿Quién de los dos me va a comunicar que Martín no pasó desapercibido?— preguntó mirando a su hermano y sobrino.
Tanto Alfredo y Arturo cambiaron su expresión a una seria, se observaron de manera cómplice ante la mirada enojada y seria de Sebastián. Alfredo volvió a intentar comer a pesar de sentir como un nudo se formaba en su garganta ¿Qué estaba haciendo en esta casa? Debería estar con sus hijos Esteban y Gabriel.
Sebastián observo a su hermano al ver que su sobrino no quería cooperar, miro como su hermano Arturo tomaba su vaso y bebía un poco para eliminar ese nudo que se había hecho en su garganta, tragó y sonrió antes de encarar a su hermano.
—Martín contrató a Arturo Gamp ex trabajador de Emilio y bueno como a veces ocurre, le llevaron preso y la policía llegó a la casa buscando al niño de Arturo, Martín se preocupó del niño y fue a buscarlo pero ambos estuvieron mucho tiempo bajo la lluvia y Martín se enfermo, no es nada grave— comentó Arturo viendo como su hermano le miraba entrecerrando sus ojos para limpiarse la boca y levantarse.
— ¿A dónde vas?— preguntó Arturo con miedo
— ¡Llama a Aroa y dile que envíe un helicóptero para esos dos idiotas, no me sirven enfermos!—gritó desde la escalera— ¡Dile a Alfredo que los vaya a buscar, así no se vendrán tan incómodos!— exclamó encerrándose en su cuarto.
—Papá, yo quiero volver con mis hijos—susurró viendo a su padre preocupado y angustiado.
—Llamaré a mi madre para que mande a buscarlos y se queden con ella, no te asustes y ve a buscar a Martín y Santiago, a ellos les hará bien verte—murmuró Arturo para terminar de comer.
Sebastián suspiro al verse nuevamente entre esas cuatro paredes, hoy no quería dormir en la oficina, quería dormir observando el rostro de su esposa y pensar por unas horas que ella duerme a su lado, aunque sea solo en su imaginación.
Se acostó observando la foto de su amada apoyada en la mesita de noche, sonrió al recordar sus ojos azulados mientras reía porque hacía un chiste antes de dormir, cerró sus ojos sintiendo los ruidos de la casa, el ruido del aire acondicionador, las pisadas de su hermano, las voces de sus sirvientes, las respiraciones de los que dormían y su propia respiración a punto de dormir.
Se durmió pensando en su esposa Lucía, sonrió aún dormido hace años que no soñaba con su esposa ni mucho menos con su sonrisa, soñó que descansaba a su lado y por primera vez desde que su esposa falleció durmió tranquilo y bien.
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¡Basta de Miedo! © (Terminada)
ActionSantiago estaba dolido. Martín quería huir y de la lejanía vengarse de su padre. Santiago solo tenía un único objetivo en su cabeza, recuperar a su hija Martín fue quien ejecutó esa petición sin saber las consecuencias que esto traería . ¿Tendrá el...