Capítulo XXIV

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¡Mino! ¡Mino! ¿Estás bien?

Necesito que reacciones, necesito que estés para rescatar a Julieta.

Debes despertar, Julieta nos necesita.

Arturo despertó sobresaltado en la cama encontrándose con el techo de su habitación, llevo sus manos a los oídos tratando de callar la voz de su hermano mayor, una vez más había soñado con ese patio en la casa de su hermana Julieta, el alma que se apegaba a su pecho y le dejaba en coma. Se incorporó en la cama, pasando sus manos por su cara, su respiración aún estaba agitada. Giró su cabeza hacia la mesita de noche, viendo el reloj que marcaba las 2 AM.

Observo hacía la ventana viendo como la casa de los hermanos Fisher estaba a oscuras, tal vez aún no volvían, volteo su mirada hacia su puerta al oír pasos en el pasillo, se acercó a la puerta. Tomó la manilla y la giro, asomando su cabeza, seguía escuchando los pasos pero no veía a nadie. Retuvo la respiración para escuchar algún ruido aguado, pero nada, solo se dejaba ver el silencio.

— ¿Manuel?—nombró Arturo confuso— ¿Hijo eres tú?—volvió a nombrar un poco esperanzado.

Asomo la cabeza hacia la cocina, oyendo los pasos de allí, se acercó viendo como una piedra envuelta en papel y llamas rompía la ventana comenzando a incendiar la cocina, intentó llegar a la llave pero la ventana pronto se vio completamente rota gracias a más piedras como la anterior. Retrocedió y fue directo al cuarto de su hijo, abrió la puerta, para correr y abrir la ventana.

— ¡Manuel! ¡Manuel!—exclamó preocupado mientras lo levantaba viendo como el niño despertaba asustado—Vamos tenemos que irnos la casa se incendia.

Manuel se incorporó alarmado ante lo dicho por su padre y observo el pasillo viendo como este estaba oscuro, se vio alzado por su padre para salir por la ventana.

— ¡Papá, el pasillo está oscuro!—exclamó Manuel al verse en la ventana.

Arturo observo al pasillo dejando a su hijo en el suelo asustado, al ver que el pasillo estaba oscuro, dejó a Manuel en el suelo sin soltarlo de los hombros, le tomo la mano y avanzó hacía el pasillo totalmente desconfiado, se detuvo en seco cuando vio una silueta caminar hacia ellos.

— ¡Julieta!—exclamó Manuel al reconocer a su amiga para abrazarla— ¿Por qué estás aquí?—preguntó alegre viendo como Julieta le miraba con una sonrisa que le hizo sonrojar.

Arturo abrió sus ojos sorprendido al reconocer a la hermana de su hermano mayor, la última vez que le había visto había sido aquella mañana antes de que desapareciera, antes de que cayera en coma y viajará al pasado para tomar el nombre que adoptaba en la actualidad Arturo Gamp. Vio como ella abrazaba a su hijo con una sonrisa mientras dejaba un beso en su mejilla. Manuel y ella parecían muy unidos, ahora entendía porque ese hombre había visitado su casa aquel día.

—Ju...—nombró Arturo llamado la atención de la niña que le miraba con una sonrisa. Había extrañado esa sonrisa.

La vio levantar su mano para saludarlo, leyó el apellido Cygnus en su mano derecha y el levanto la su mano derecha vendada, aceptando el apretón, sonrió con nostalgia ante la alegría de su compañera. Julieta no era tan poderosa como él recordaba.

—Un gusto conocerlo, gracias por cuidarlo —murmuró Julieta con una sonrisa—Gracias por todo, Arturo.

—Vete—murmuró Arturo sorprendiendo a Manuel, quien le miró frunciendo el ceño—Eres un peligro para ambos.

— ¡Papá, no seas maleducado!—reclamó Manuel enojado— ¿Por qué le dices eso a Julieta? Ella es buena.

Julieta bajo la mirada dejando de sonreír al escuchar aquello, tomó a Manuel del hombro y negó con la cabeza, viendo como este le miraba pidiendo perdón. Observo a Arturo viendo como este le miraba con impotencia, retrocedió viendo como Arturo avanzaba hacia ella, acción que hizo que le mirara extrañada.

—No te estoy echando—susurró mirando a Julieta —Solo quiero protegerte... a ti y a Manuel, por favor compréndelo, tal vez no lo entiendas ahora, pero lo harás luego.

—Lo entiendo, no te preocupes Arturo—murmuró volteándose sintiendo la mirada de Manuel quien le miro angustiado.

—Ju, espera—pidió Manuel tomando su mano— ¿Puedo ir a dormir a tu casa hoy?

Arturo observo a Manuel sorprendido, miro a Julieta con preocupación al ver fuego nuevamente afuera de la casa, tenía que alejar a ambos de aquí, fuera como fuera.

Manuel le miro y simplemente asintió con la cabeza, al menos debía protegerlos. Julieta sonrió y tomó la mano de su amigo, desapareciendo.

Regreso al living, tomó lápiz y papel de un cajón, suspiro y vio como el fuego se comenzaba a adueñar del cuarto de Manuel, dejó de escribir y las cartas las boto al suelo, hizo brillar su mano haciéndolas desaparecer, al mismo tiempo que sentía como el techo caía sobre su cabeza.

Lo siguiente que se escuchó fue la sirena de la ambulancia y los gritos de sus vecinos anunciando la casa quemándose, oyó cómo los bomberos echaban abajo la puerta buscándole a él y a su hijo. Cerró sus ojos agradeciendo que volviera a sentir esa cama que tanto había anhelado y sabiendo que al abrir nuevamente los ojos se encontraría en la academia esperando unos seis meses antes de volver a conocer y convivir con Julieta Cygnus nuevamente.

Los bomberos apagaron las llamas que se adueñaban del terreno amenazando con quemar todas las casas del lugar, encontraron su cuerpo, estaba debajo del techo, sacaron tabla por tabla con cuidado de no quemar sus manos y finalmente descubrieron que su mano derecha se encontraba amarrada a una de los pilares de la mesa. Buscaron a Manuel y se dieron cuenta de que el niño no estaba por ningún lado, dejaron tapado a Arturo para evitar la mirada de los chismosos.

Arturo sabía que su muerte sólo significaba el comienzo de Julieta, por eso no le extraño cuando ella extrajo su alma de su cuerpo.

Lo único que lamento fue el no haberse despedido de Manuel de la manera correcta.

¡Basta de Miedo! © (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora