Capítulo XXX

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Emilio bajó del auto cuando este se estaciono en frente de la casa de Sebastián, observo por última vez al chófer antes de abrir la puerta, bajo viendo como Alfredo aparecía por la puerta de entrada con una sonrisa algo nervioso, camino hacia la entrada mientras sentía que el auto se alejaba, cada paso que daba hacia la casa de su primo le hacía estar más nervioso, las ganas de volver con Simón se le antojaban mucho más que estar aquí.

Entró en la casa viendo como Arturo bajaba las escaleras con una bandeja en sus manos, Alfredo tomó esa bandeja y se perdió en la cocina dejándole con Arturo mirándole con preocupación.

—Martin está bien, se salvará—comunicó viendo a Arturo suspirar aliviado

—Qué alivio, pensé que moriría —confesó Arturo asustado— ¿Están seguros que se recuperara?

—Con tiempo si, Julieta encontró muchos golpes y moretones de años en su cuerpo, sumado a los golpes recibidos hace una semana y el debilitamiento de Martín por la gripe, junto a su cansancio metal, Julieta determinó un colapso, pero eso no quita que demorara un mes o dos en recuperarse de todo—comunico viendo como Arturo le miraba preocupado.

— ¿Un mes o dos?—cuestiono impresionado.

—Julieta lo dejo en un campo de fuerza por dos días, haciendo que su cuerpo acelerará su sanación para poder hacer que se recuperara en un mes o dos, aún así va a volver en la noche para ver que Martín se haya acostumbrado al ritmo, si Martin colapsa de nuevo esos dos meses se transformaran en un año—dijo Emilio con preocupación—El médico ha dicho que podría recuperar la conciencia en uno o dos días, pero que siendo sincero ya Martín debería haber despertado.

— ¿Morirá si su cuerpo colapsa por segunda vez?—preguntó asustado

—Julieta se está esforzando lo máximo posible en salvarle la vida—comunicó Emilio con preocupación ― Y Martín está luchando por su vida, si siguen en aquel ritmo, estoy seguro que mi sobrino se recuperara.

Arturo sonrió un poco aliviado al escuchar a Emilio, lo único que esperaba era que su sobrino despertara de una vez por todas.

―Arturo ¿Donde está Sebastián?― preguntó Emilio un poco impaciente.

―En la oficina, como siempre―comentó Arturo―No le saques de quicio, no está de muy buen humor―advirtió a su hermano menor

― ¿Cuando no lo estás?―consulto, rodando sus ojos.

Emilio subió las escaleras, animándose mentalmente, dobló por el pasillo y se detuvo en frente de la puerta, respiro unos segundos antes de entrar en la oficina con una sonrisa fingida, abrió la puerta y observó como Sebastián se encontraba sentado en su escritorio, sus miradas se enfrentaron unos segundos antes de que el mayor volviera a firmar los papeles, sintiendo como Emilio se acercaba al escritorio.

―Martín ya está más estable, aún no recupera la conciencia, pero el médico dijo que evoluciona rápido―comunicó Emilio viendo cómo Sebastián dejaba los papeles de lado y le miraba serio.

― ¿Por qué me comunicas la condición de ese cobarde?― preguntó Sebastián con cierto tono severo en su voz.

―Porque pensé al menos, que fingías preocupación ―comentó Emilio, con claro tono de molestia en su voz.― Sebastián uno de tus hijos pudo haber muerto, uno de los hijos de Lucía casi muere―dijo con clara sorpresa. Este hombre no tenía remedio.

―No me interesa, él sabe que es una molestia para mi y que mi único deseo es verlo muerto― murmuró, volviendo su mirada a los papeles.

Emilio mordió su labio con enojo, no había día en que no deseara que Santiago tomara el liderazgo del clan, ahora entendía porque Lucía se había suicidado, si Simón fuera un monstruo como Sebastián, él habría hecho lo mismo. Negó con la cabeza y salió del cuarto, era hora de ir a casa de Nicolás

Salió de la casa de su hermano y entró en el auto que puso marcha directo al helipuerto. se demoró tan solo tres horas en estar en el salón de la casa de Nicolás, sonrió aliviado mientras se sentaba en el sillón, sacó su celular y le envió un mensaje a su novio.

―No importa cuanto tiempo pase, siempre te pillo calmando a Simón― comentó Nicolás entrando en el salón con una sonrisa, para sentarse en el sillón―¿Que le trae por aquí?

―Me traen noticias de Martín y Santiago―comunicó viendo como Nicolás eliminaba la sonrisa de su cara.

―¿Que les ocurrió a mis hermanos?―preguntó alarmado mientras se levantaba de su asiento.

―Siéntate, Santiago está bien, es Martín quien está en peligro de muerte, tu padre no muestra arrepentimiento alguno y todos los del clan estamos dispuestos a que Santiago sea el nuevo líder. Necesitamos tu ayuda― hablo claro, con una sonrisa

Nicolás asintió con la cabeza serio.

―Ayudare, solo si me dejas ir a casa a ver a Martín―pidió asustado―Si mi hermano menor muere o se salva me encargare personalmente de matar a mi padre ― decidió Nicolás con una sonrisa.

―Claro que puedes, te esperare ve por tus cosas―animo Emilio viendo con una sonrisa.

Nicolás se levantó de su asiento y se perdió dentro de su casa nuevamente. Emilio sacó su celular del bolsillo sonriendo al ver que Simón le había contestado, sonrió alegre, no había segundo en que no esperara volver a abrazarlo y sentir su aroma. Suspiro aliviado al menos estaba vivo y fuera de las manos de Sebastián

―Estoy listo―murmuró Nicolás apareciendo por el salón con una sonrisa alegre y un bolso.

Emilio sonrió y se levantó del sillón con una sonrisa para irse al helipuerto junto a su sobrino, viendo en la mirada de este una mirada angustiada y preocupada. Fue la primera vez que deseo con su alma que al llegar a casa Martín siguiera vivo, temía por la condición de Santiago si a Martín le ocurría algo

Observó el paisaje del mar desde el helicóptero, sabiendo que este viaje marcaba un antes y un después para toda la familia, estaba ansioso y asustado, no quería perder a ninguno de sus familiares, pero era un sacrificio que debía tomar para poder traer nuevamente la paz al clan dejar el miedo atrás.

¡Basta de Miedo! © (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora