Capítulo XXXIX

7 3 0
                                    



Simón guió a Martin hasta el sótano de la cabaña, donde no había ventana que revelara algo desde el exterior, Martín llevo su mano a sus ojos mientras los acostumbraba a la luz, un sentimiento de nostalgia lo invadió al recordar las noches en que su madre le contaba historias mágicas a sus hermanos mientras esperaba que se durmieran, en aquel tiempo su padre parecía humano, poseía sentimientos que se reflejaban en su sonrisa y ojos. Puso atención cuando Simón comenzo a mostrarle las armas, no podía creer que en el mismo lugar donde podían ser una familia tiempo atrás, ahora se convirtiera en la base para comenzar a destruir esa familia que a su madre tanto le costó formar en vida.

— ¿Te encuentras bien?—pregunto Simón al ver que no había pronunciado palabra alguna

—Si... solo estoy pensativo—reconoció con la voz algo apagada

— ¿Que es lo que te molesta?— consulto preocupado

— Aquí, mi padre dejaba esa mascara seria y era un padre cariñoso, no puedo creer que se haya transformado en un ser sin corazón, mando a matar a su propia herencia, por mantener el control sobre nosotros, siento lastima por el, pero también mucha rabia por todo lo que nos ha hecho- conto, soltando un leve suspiro.

—Todos nos sentimos igual Martín, imagínate como debe sentirse Aroa quien le tuvo en su vientre y Arturo quien se crio a su lado, pero él nos ha llevado a odiarlo y a traído intranquilidad a nuestras vidas, esa paz que Lucia, se esforzó tanto en conseguir, Sebastián la hizo desaparecer y para poder recuperar algo de aquella paz, debemos sacrificar algunas cosas, en esta ocasión, la vida de tu padre y espero que sea solamente esa vida la que perdamos—explico Simón con los ojos llorosos- Se que es algo difícil de aplicar, pero en esta oportunidad, debemos sacar fuerza de los lugares que menos pensamos.

Martín sonrió un poco desanimado ante las palabras de su tío, aunque no lo quisiera admitir, nadie sabía que iba a ocurrir en cuando atacaran a su padre, no sabían si moriría alguien más y debían estar preparados para perder a gente que nunca pensaron perder, aunque sabía que debía concentrarse en eso, aun no dejaba de pensar en la reacción que su padre tuvo cuando vio a Julieta, ¿A qué venía esa cantidad de miedo hacia ella? ¿Por qué Julieta le miraba de aquella manera? ¿Se conocían de antes? Observo el fénix que Julieta le había obsequiado por el periodo que él se recuperaba, su padre se concentro en este objeto primero y luego en el cachorro y al final la niña ¿Acaso el objeto era más que un dije de sanación?, quiso quitárselo, pero se detuvo en seco al recordar las palabras de Julieta, suspiro, no estaba dispuesto a interrumpir su tratamiento por su curiosidad y la idea de sentir aquel dolor nuevamente en su cuerpo le hizo eliminar la poca curiosidad que le quedaba.

Volvió a mirar a Simón, quien luego de decirle aquello se dedico a sacar una caja que se haya en aquel armario, que tantas veces habían utilizado de escondite cuando jugaba junto a Santiago y Nicolás, en el fondo estaba asustado, le habían enseñado a utilizar el arma para asustar, no para matar. Observo el armamento, sorprendiéndose un poco, jamás pensó que su clan estuviera tan bien armado.

—No te sorprendas, no lo sabes porque tu función es proteger a Santiago y lograr que su alrededor este tranquilo—informo Simón con una pequeña risa adornando su rostro— Los miembros menos notables y menos nombrados, nos preocupamos de esto, Lucia tu madre, lo dictamino así.

—Pero si mi función es proteger a Santiago ¿Por qué no se de esto?- pregunto Martin desconfiado, mirando a Simón con cara de pocos amigos.

—Porque Santiago no es líder aún— comento Simón serio

—Eso quiere decir que mi tío Arturo si sabe y que por lo tanto mi padre también— comento Martin molesto

—No lo sabe, Aroa no dejo que le contaran porque jamás pensó que tu padre le traicionara y ante aquella situación solo le quedo proteger a quien si quería entregarle el mando, en este caso a Santiago.

Martin lo miro con desconfianza, por más que buscaba alguna pista que le demostrara desconfianza, Simón solo le mostraba sinceridad tanto en su sonrisa media burlona y sus ojos cafés la seguridad de aquellas palabras. Negó con la cabeza, debía confiar de una vez por todas en su familia, todos tenían un mismo objetivo y debía seguir la corriente hasta que tanto Santiago como él, pudieran dormir tranquilos una vez más.

—Mañana Alfredo vendrá y nos dará el plano de la casa— dijo con una sonrisa- Ahora solo elige una arma y asegúrate de saberla utilizar bien.

—No necesito otra arma, yo sé ocupar la mía, se gano mi confianza y yo la de ella—murmuro, acostándose en la cama— Ahora quiero dormir

— ¿Te duele algo?-—Pregunto preocupado al verle acostarse dándole la espalda.

—No me duele nada, solo quiero dormir—comento sin mirarle

Escucho como Simón guardaba la caja en el armario antes de cerrarlo con candado y guardar las llaves en el bolsillo derecho de su pantalón, parpadeo, acostumbrándose a la oscuridad del lugar cuando Simón apago la luz para acostarse en la cama que estaba a su lado, se volteo quedando boca arriba, observo el techo, por más que intentaba dormir, dos cosas ocupaban su mente con fuerza. Una era Manuel y la segunda era Julieta. Sabía que su hijo estaba en buenas manos con su hermano Santiago, pero el miedo de que su padre fuera mas rápido lo aterraba.

Pero la reacción de su padre seguía en su mente, pero mas específicamente no era la reacción de su padre, era la mirada llena de rabia que Julieta le había dirigido a su padre, una rabia que estaba seguro, era justificada, porque su padre estaba asustado. Cerró sus ojos tratando de dormir, pero los abrió en el acto al escuchar pasos en la habitación, se sentó en la cama, observando con cuidado, agudizo el oído escuchando los ronquidos suaves de Simón.

— ¿Quien está allí?— pregunto en un susurro.

Entre cerro sus ojos desconfiado al ver tres figuras en la puerta del sótano, la luz de la luna llego a los ojos de una de ellas, mostrando unos ojos castaño oscuro que no supo reconocer, lo vio voltear la mirada, dejando que la misma luz iluminara los ojos café claro de su compañero, vio bajar al tercero, aliviándose al reconocer los ojos azules de Julieta, justo a su sonrisa traviesa. Se asusto vio sangre en la ceja derecha de Julieta, al mismo tiempo que esta se desmayaba en la escalera.

¡Basta de Miedo! © (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora