Capítulo V

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Había llegado al parque sintiéndose incómoda al instante en que pisó aquel lugar y se ganó la atención de todos junto a su mirada llena de odio, camino con la mirada baja hasta la banca de al fondo donde podía pasar desapercibida mientras esperaba sin entender nada. Levantó la mirada mostrando el mismo o aún más odio del que le transmitían las demás personas. Sonrió viendo como algunos dejaban de mirarles asustados, los mataría a todos sin razón alguna.

Era en estos momentos donde extrañaba ser Lucía Black, donde su corazón le pedía a gritos una nueva conexión con ella, extrañaba la libertad de vivir sin esa sensación de odio siguiéndola día y noche, extrañaba esa mirada de amor que la hacía sentir segura. Extrañaba a Sebastián, extrañaba las bromas de Nicolás y la extraña relación de marido y mujer de sus hijos Martín y Santiago. Extrañaba a Moad, su bebé más preciado.

¿Por qué tan solo tuvo que durar sólo cuarenta años humanos? Había dejado a tres hijos, una ya adulto y dos adolescentes, ¿Cuántos años tendría Moad al lado de Daniel? ¿Sebastián extrañaría su presencia como ella la de él? Suspiro, solo había hecho una cosa bien en su vida humana y fue ocultar a Moad de estos buitres que se hacían llamar ángeles.

Sintió como la banca en la cual se encontraba sentada se hundía un poco, sensación que hizo que saliera de sus pensamientos, giró su cabeza abriendo sus ojos sorprendidas al ver a Oriel sentado a su lado, sonrió, a pesar de que no le agradaba Oriel le agradaba saber que había vuelto de su misión sano y salvo.

—Me alegra que estés de nuevo en este lugar, ya se te echaba de menos—comentó Oriel mientras la miraba.

—Que buen mentiroso eres, estoy seguro que todos son más felices si no me ven más—confesó riendo para mirarle mientras negaba con la cabeza—Buen intento futuro rey.

—Solo dices esos por la mirada que te dirigen, solo ignoralos, ya llegará el día que se arrepentirán— aconsejo Oriel mientras sacaba unos dulces del bolsillo y darle algunos a Julieta

—Lo hago, es solo que me gustaría solo interactuar con esta gente lo justo y necesario— pidió un poco frustrada mientras observaba a los ángeles—Los odio tanto como ellos a mí.

—Si estás aquí, es porque te darán en el gusto, así que tranquila— dijo Oriel serio—Ellos no te odian solo no han aprendido a ver a Julieta, solo ven a tus padres a través de ti.

—Oriel...—nombró viendo como este le miraba atento—Cállate

Julieta alzó la vista al parque al ver que su compañero rodaba sus ojos, un poco molesto, vio como Mirko se acercaba a ella con una sonrisa, lo vio detenerse en frente suyo y extenderle su tablet de misiones. Abrió su boca sorprendida y acercó su mano temblorosa a su tablet, sonriendo de oreja a oreja, al fin tenía una misión, podría salir de su casa.

— ¿Estás lista?—preguntó Mirko un poco preocupado al ver que su hermana no reaccionaba.

—Si—dijo con una sonrisa—Un poco nerviosa pero feliz—comentó sonriendo mirando a Oriel y luego a Mirko— ¿Es una misión en grupo? ¿Quiénes son mis compañeros?—preguntó ansiosa

—No—pronunció viendo cómo Oriel y Julieta le miraban sorprendido

— ¿Una con tutor?—consultó extrañada.

—Nooo— negó alargando la o—Es una en solitario—pronunció sorprendiendo a ambos chicos, ignorando a los ángeles que se voltearon a mirarlos.

— ¿So...Solitaria? Ah... prefiero volver a casa— comentó viendo como la sonrisa de Mirko se esfumaba de su rostro para mirarle enojado, ignorando que los ángeles más cercanos se alejaban un poco al ver la reacción del único Flint.

— ¡No vengas con eso! Ana y yo nos esforzamos mucho para que Oswin aceptara la misión que Padre había dejado para ti— refuto a su hermana con enojo—Además no estarás completamente sola, será una misión en colaboración con la abuela—ánimo Mirko.

—Pues si es con la abuela menos ganas me dan de ir—confesó mientras observaba la tablet y tanto Oriel y su hermano le miraban un poco frustrados

— ¡Pero bueno! ¡Ve a hacer esa misión y punto!—le gritó Mirko sorprendiendo a todos los ángeles del recinto quienes se asustaron, ya que él no era de los que se enfadaba con facilidad.

— ¡Es que Aroa Cygnus da miedo!—reclamó haciéndole frente a su hermano.

— ¡Más miedo te daré yo, si no aceptas la misión!—le gritó haciendo que Oriel se levantara al ver que todos los ángeles comenzaban a correr al ver que Mirko se alteraba.

—Va...Vamos....Mirko—pronunció un poco nervioso al ver que ambos hermanos se enojaban con el otro, definitivamente tenían el carácter de la madre.

— ¡Estoy tranquilo!—reclamó asustando a Julieta y a todos los que estaban presentes haciendo que se ocultaran detrás de un árbol.

Oriel sonrió nervioso mientras trataba de encontrar la forma de levantarse de la banca, Julieta, por otro lado, tragó saliva y desbloqueo la tablet y leyó el mensaje Salida por puerta 3, leyó la misión era rescatar a dos niños y cuidar de ellos hasta que llegaran a Aroa Cygnus, la aceptó viendo que la misión comenzaba a las 21:00 horas. Sonrió tendría tiempo para cambiarse y poder comer algo.

—Ya la acepte — dijo con una sonrisa viendo como su hermano mayor negaba con la cabeza resignado.

Oriel  sonrió alegre al ver la cara de Mirko y la alegría de Julieta. Suspiro divertido cuando Mirko se volteo enojado y salió del parque bajo la atenta mirada de los demás quienes no se atrevieron a salir de su escondite hasta que Mirko se hubo alejado del parque.

Julieta sonrió al ver que todos los ángeles le temían a su hermano. Definitivamente amaba esa reacción de parte de ellos.

— ¿Cuál es tu afán de molestar a tu hermano para asustar a todos?—preguntó un poco cabreado.

—Divertirme claro está—contestó guiñandole un ojo

Oriel suspiro, Julieta era sin duda el ángel más travieso que tendría en sus filas.


¡Basta de Miedo! © (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora