Capítulo XVIII

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Santiago observo preocupado a su hermano cuando este se levanto del sillón y estornudo, lo vio llevarse un pañuelo a la nariz, para limpiarse. Lo vio ponerse la mochila al hombro viendo como su hermano le miraba con una sonrisa cómplice. Abrió la puerta y dejo que Martín fuera a sentarse al auto mientras él cerraba la puerta de la casa, se volteo al escuchar la voz de Manuel y Arturo desde el patio de la casa vecina, ambos venían sonrientes y de la mano, vio como Martin se detenía y los observaba con melancolía.

— ¡Martin!—llamó Manuel corriendo hacia él mientras lo abrazaba— ¿Cuándo vuelves? ¿Podremos jugar fútbol cuando vuelvas?—interrogó mientras lo miraba.

Martin le miró sorprendido por el abrazo y sonrió al ver la mirada insistente de Manuel, vio como Arturo le miraba sonriendo, se agacho omitiendo el dolor de su cuerpo aun adolorido por la gripe y lo miro a los ojos, sorprendiéndose al ver que Manuel tenía los ojos verdes oscuros los cuales brillaban emocionados por una respuesta.

—No tenemos aún una fecha para volver—contesto viendo como el niño le miraba apenado—Pero cuando vuelva prometo que jugaremos fútbol todo lo que quieras ¿sí?—propuso viendo como el niño sonreía entusiasmado—Pórtate bien y no salgas de noche si tu padre no está en casa.

—Yo siempre me porto bien—bromeó mientras le abrazaba nuevamente.

Martin le correspondió el abrazo con una sonrisa, para luego ver como corría hacia Arturo viendo como este le tomaba en brazos y lo llevaba al colegio de aquella forma. ¿Si Moad estuviera vivo tendrían esa misma relación? ¿Su hijo hubiera sonreído como Manuel? ¿Sería feliz? Giró su cabeza cuando sintió que Santiago lo llamaba desde dentro del auto, se subió y se dejó llevar viendo por última vez como Arturo y Manuel iban hablando, sonrió cuando vio que el niño alzaba su mano despidiéndose. El quería saber si su hijo estaba realmente muerto como todo el mundo le hizo creer.

Vio la ciudad del Reino del sol a través del auto, observo hacía delante viendo como llegaban al puerto, sintió como Santiago bajaba la velocidad para entrar al barco y regresar de una vez por todas al Reino Eclipse, pero se sorprendió cuando Santiago freno de pronto vio al medio como un hombre se volteaba con una sonrisa.

— ¡Quítate de ahí, imbécil!—Gritó Santiago, por poco lo atropella, ya bastante tenía con tener que volver a verle la cara a su padre.

— ¿Esa es la forma con la que me tratas?—consulto Alfredo viendo como ambos hermanos le miraban sorprendidos desde dentro del auto—Bájense de esto, Su padre se puso generoso y me pidió llevarlos en el helicóptero— dijo abriéndole la puerta a Santiago—Hola futuro líder, he conseguido el mejor servicio para que usted no se maree y pierda la compostura—saludo con una sonrisa bromista viendo como Santiago le miraba con cara de pocos amigos.

—Que bueno, no quería tener que fingir que no conocía a mi hermano por aguantarme la venganza de verlo ser la fuente de comida de los peces— comentó Martín siguiéndole el juego a Alfredo viendo como su hermano le miraba enojado mientras negaba con la cabeza.

—Cuando me haya líder, los mataré a ambos por burlare de mi— amenazó viendo como Alfredo le abrazaba con fuerza mientras le llevaba al helicóptero.

Martín se subió al helicóptero sentándose en el primer asiento que encontró poniéndose el cinturón de seguridad, viendo como Alfredo y Santiago le imitaban para poder despegar, vio como su tío Emilio de la lejanía tomaba el auto y lo ponía amarraba para llevarlo amarrado seguido de un segundo helicóptero, observo el camino sonriendo al ver a personas caminar sobre el mar mientras le miraban angustiados, abrió sus ojos al ver al perro negro de la otra noche correr por el agua para luego desaparecer.

— ¿En qué piensas?—preguntó Alfredo con una sonrisa viendo como su primo le miraba distraído, lo vio sonreír al ver que Santiago dormía.

—En mi hijo—contestó sorprendiendo a Alfredo—Quiero buscarlo, quiero saber si realmente está muerto, si al menos esta muerto quiero ver su cuerpo y si está vivo, solo quiero saber si está bien—confesó viendo a su primo con ojos brillosos—Al, ¿Puedes comunicarte con Aroa y pedirle que me ayude a encontrar a mi hijo y sobrina?

— ¿A Moad y Samantha?—consulto viendo como Martin asentía ansioso—Pero Martín ha pasado mucho tiempo para Moad y Samantha, ella se supone que falleció con su madre, estaban todos en la casa—comentó Alfredo viendo como Martín negaba con la cabeza.

—No me voy a convencer de sus muertes hasta no ver sus cuerpos—dijo Martín viendo como Alfredo le miraba resignado—Si no quieres ayudarme, solo dilo y lo haré yo mismo.

—No es eso, me sorprendí al escucharte, con Nicolás tantas veces te dijimos que lo buscáramos pero siempre nos decía que estaba muerto que me sorprende el cambio de idea ¿Por qué quieres buscarlo ahora?—preguntó con una sonrisa.

—Porque ya no aguanto la culpa de no haberlo protegido—confesó dejando salir, lágrimas de sus ojos—Me da envidia ver que otras personas disfrutan a sus hijos mientras a mi me consume la culpa y la incertidumbre de no saber nada sobre él—expresó con nostalgia.

—Cuenta conmigo y Nicolás— dijo con una sonrisa—En cuanto tenga la menor comunicación con Aroa nos ponemos manos a la obra—prometió con una sonrisa mientras veía como Marín sonreía alegre.

Alfredo observo como Martin acomodaba su cabeza en el asiento para cerrar sus ojos, sonrió volteo la cabeza hacia el piloto viendo que se trataba de Simón la pareja de Emilio, vio como este sonreía y le pasaba el teléfono.

—No demores más de cinco minutos, no quiero que Emilio me ponga problemas—comentó Simón viendo como Alfredo tomaba el celular de él y llamaba a su abuela.

La llamada duró tan solo unos segundos antes de que Simón viera su celular nuevamente, sonrió al ver que Alfredo se acomodaba a dormir imitando a sus primos. Sonrió sabía que esos tres serían los nuevos líderes del clan Fisher.

Santiago había elegido buenos aliados.

¡Basta de Miedo! © (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora