7.- "¿Qué sucede?"

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Emma.

Quedé sorprendida, el chico raro del autobús consiguió mi número y sabe mi nombre. No sabía si lo correcto sería responder o no. ¿Debía responderle? ¿No era extraño?

Al poco tiempo, volvió a sonar.

Mensaje recibido
Wow, de verdad que eres grosera, ¿Ni los mensajes contestas?

La curiosidad mató a Emma.

¿Cómo conseguiste mi número?
Mensaje enviado.

Mensaje recibido.
Tengo mis contactos nena.

No me digas nena, y por favor deja de escribirme, es muy extraño.
Mensaje enviado

Mensaje recibido.
Oye Emma, no que pienses de mi pero solo quiero ser tu amigo ¿Vale? Te he visto varias veces porque muchos de mis amigos estudian en tu colegio y me pareces agradable, y que no es típico como nos conocimos pero quiero ganarme una nueva amiga.

Antes de contestar me tome unos segundos para pensar, si bien era cierto no parecía de malas intenciones, cierto también era que nuestro primer encuentro no fue nada usual y yo nunca lo había visto cerca de mi instituto ¿Realmente quería ser amiga de un ofrecedor de snickers desconocido que dice haberme visto antes aunque yo nunca a él?

No si sea correcto, pero supongo que ya no me aterra tanto.
Mensaje enviado.

Pues supongo que sí. A nadie le viene mal un amigo nuevo ¿Verdad?

No me respondió después de ese último mensaje por lo que seguí con mi búsqueda aunque con un sentimiento raro ¿Fue correcto lo que acabo de hacer?
Después de unos largos treinta minutos de desordenar mi cuarto, finalmente lo encontré. Me di cuenta que la verdad tenía un cuidado súper especial y meticuloso, algo obsesivo, y dudo que alguien quiera hacer lo mismo. Pero trato es trato.

Me senté en el escritorio de la computadora preparada para por fin usar ese chat que siempre esperaba que se conectase solo para verlo conectado pero nunca me atreví a escribirle una sola palabra. Cuando estaba a punto de enviar el mensaje pude apreciar como empieza a llover, y a nadie le viene una taza de café a las dos de la tarde. Ya en la cocina preparando mi café y observando las notas que dejo mi mamá de las "tareas de hogar" que tenía que hacer pero seguramente no haría porque realmente me siento de muy buenos ánimos, escucho unas tocadas en las puertas. Mierda. Mamá no llega a esta hora de trabajar, ¿Quién es? ¿El chico raro del bus consiguió mi dirección? Mierda. Sabía que era mala idea ser su amiga, aunque solo tengamos menos de una hora de amistad.

—¿Chico raro?.- Grité o intenté gritar, porque sinceramente el miedo no me dejaba ser. Sí, me asusto muy fácil.

—¿Qué? ¡No!. Bueno, quizá.- Gritó la voz detras de la puerta algo forzado—Soy Adam.

Espera ¿QUÉ? ¿Adam?

Esta vez era la incredulidad que no me dejaba reaccionar, aún en shock revise rápidamente la ventana. Esto no puede ser ¿Cómo consiguen información los chicos?

Al verme Adam sonrió, no muy placentero, algo como entre incomodidad y sarcasmo mezclado.

—¿Ya le puedes abrir a este chico raro?.—Apenas se escucharon sus palabras, ya que realmente la lluvia se hacía fuerte cada vez más.

La vida no te puede avergonzar más.

Me moví lo más rápido posible para abrirle, cuando finalmente lo hizo y entró estaba completamente mojado.

—Mierda.- Fue lo primero que se me ocurrió decir, no una buena palabra para comenzar— Lo siento, oh por dios, espera dejame te traigo una toalla.

—No te preocupes, solo son gotas de agua.- Dijo quitándose con las manos el agua que le corría por los brazos, pero seguía empapado.

—Nonono, espera aquí, te conseguiré una toalla rápido.- Sentí que me agarró el brazo tratando de detenerme. No les mentiré, sentí un millón de cosas cuando hizo eso, pero tenía que mantener la postura, a lo cual me desaté rápidamente y subí a mi habitación a buscarle una toalla limpia.

Una vez en la habitación, empecé a gritar con todo mi ser.

Tu crush no entra a tu casa todos los días. Tú crush no te agarra el brazo todos los días.

Al bajar y encontrármelo, después de lamentarme cien veces más al fin le di la toalla.

—¿Te ocurrió algo? ¿Por qué gritabas?.- Oh no.

—Vi un grillo en mi habitación.— Claro, dando buenas impresiones— ¿Te apetece café?.—Lo mejor es cambiar de tema para no hablar de temas que no se tiene que hablar. 

Sentí que él siguio mis pasos hacia ka coci a provocando que mis manos empezaran a temblar. Y cuando tienes café recién hecho en la mano con la intención de servirlo, no es precisamente lo mejor.

—¡Oye, no te quemes!.- Grita con algo de preocupación y a su vez prácticamente quitándome del espacio junto con la tarra de café.— Supongo que ya no puedo negarme.- Dice riéndose.

—Lo siento, es que hoy ando en otro planeta.

—No te preocupes, tú estás en otro planeta seca, yo en éste mojado de pies a cabeza.- Habla con esa sonrisa simpática a la cual costumbra hablar, ofreciéndome a su vez la taza de café que me sirvió.

—Lo siento, en serio me siento pésimo por ello.

—No te preocupes, por milésima vez.- dice riéndose levemente para luego tomar un sorbo— ¿Esperabas a otro chico más raro que yo? Creo que jamás.

Reí incomodamente.

—No, bueno, solo son cosas de mis estupideces.- Cuando menciono lo último él se ríe y asiente poco con la cabeza. Por lo menos ya se da cuenta de todas las idioteces que puedo hacer.

Quizá este no era el momento para preguntar, pero yo no pude resistir—Disculpa, pero ¿Cómo conseguiste mi dirección?

Tardo en responder unos 30 segundos pensando con exactitud qué decir.

—Tengo amigos.

Después de esa media seca respuesta, la burbuja de silencio incómodo que se formó, fue impactante. Pero él decidió romper la burbuja.

—Y...¿Comenzamos?.- Nuevamente con esa sonrisa inocente.

Una típica historia de amor diferente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora