38- "No me hieres."

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Últimos días, última hora, salgo a corridas, apresurado, con mi teléfono, solo mirando a la salida. Emma me espera en aquel centro comercial en cuál me citó con mucho resalte en llegar temprano.

Tengo aproximadamente cinco pasos para llegar a la salida que se junta con los paraderos de autobuses cuando escucho la voz de alguien quien ya me dejó en claro que le molestó el que la haya dejado plantada en el salón abandonado de primaria. Quisiera que el mensaje de texto fuese sido lo suficientemente explicativo.

No me detuve hasta que ¡Demonios! Algo duro golpea mi espalda haciendo que por defecto me detenga gruñendo de dolor. Me han lanzado un zapato.

No, un zapato no, unas botas de suela gruesa.

—¿Por qué me evitas?— Preguntó con gran desesperación en su mirada.

—Yo no... no te evito— solté en seco, frenando de golpe sus manos buscando las mías— He disfrutado mucho lo que hemos hecho, pero para mí, no está bien.

Sus ojos se centraron en los míos, pude escuchar un pequeño "qué" venir de ella en forma de susurro.

—Lo siento...

—No tranquilo—Dijo poniéndose firme— todo está bien, supongo que no me tenía que enamorar de alguien que no sabe lo que quiere

—¿Estás enamorada de mi?— pregunté, muy insólito.

—Creía que tú también lo estabas... Bueno, lo estás, sé ver tus ojos cuando estás conmigo, se iluminan como noches de altamar.  Pero supongo, que estás confundido.

—Yo también te...

Sin dejarme terminar, me dió la espalda y desapareció en la multitud. Me dejó con muchas preguntas en la punta de la lengua, con muchas palabras rondando mí mente.

¿Qué era lo que había pasado recién?

Tiempo después de haberme quedado como estúpido parado en la salida y entrada del colegio, hablamos de unos veinte minutos aproximadamente, recuerdo a dónde tenía que ir; así que me pongo en marcha.

Tomo el bus, y empieza la carretera, mi mente va jugando con las palabras de Guri y los paisajes que veo a través de la ventana. No era un camino muy largo; afortunadamente no tendría que pensar por tanto tiempo.

Llegando al lugar citado, todo estos locales con impactantes luces me reciben. Rápidamente busco a Guri, tienda por tienda, porque ella es muy inteligente y no me dijo un lugar específico.

Tienda por tienda, reviso mejor y con más recalque las tiendas que sé le gustaría más o me ha hablado más. A un punto sé que me cansaré y solo la llamaré porque este centro comercial es de cuatro pisos. Aunque fuese mejor ir por la salida fácil, a mí me gusta complicarme la vida.

Diez minutos.

Quince minutos.

Treinta minutos.

Cuarenta y cinco minutos.

A este tiempo, estoy por tomar el celular; rendido. ¡Nada más voy por el segundo piso! Buscando su número y a la vez, ascendiendo a el tercer piso, por mi lado Izquierdo, en una farmacia, veo alguien parecida a ella.

Alguien parecida a ella sosteniendo unas pastillas.
Cómo no tengo una visión inverosímil, me acerco un poco más al vidrío, al no llegar reconocerla, entré en el local.

Finalmente, sí era ella. Estaba en frente, ella no se había percatado de mi pues estaba colocando lo que compró en su bolso. Cuando se dió cuenta de mi presencia, saltó un poco para atrás.

Una típica historia de amor diferente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora