Adam.
¿Tienen idea lo relajante que son los pepinos en tus ojos? Joder, son una cosa del otro mundo. Ya entiendo porque las chicas aman estos tipos de lugares, pero no entiendo porque querrían guardar estos maravillosos sitios para ellas solas, porque al entrar todas esas chicas me asesinaron con la mirada como si tal delincuente. El arrepentimiento que tuve cuando recién entré, desapareció justo después de que me ofrecieran un brownie de cortesía de la casa. ¿En qué lugar a los hombres nos dan cortesía de la casa?
—Y...Menos mal no te gustó.– Apareció su irónica voz.
Quité el pepino de mi ojo izquierdo y lo lleve a la boca con la mano que no me estaban masajeando, como pude la agarré de la muñeca y la traje enrrollada más cerca de la silla donde estaba. Reímos luego de su fallido intento de zafarse y respondí:
—No sabía hace minutos que el aguacate hacia otras maravillas aparte de darle sabor a los tacos.— Volvió a reír.
—¿Verdad que es de otro mundo?— Preguntó más como pregunta respuesta que una pregunta pregunta. ¿Tiene eso sentido?—Si antes hubiese sabido que regalan comida por entrar, ¡viviría aquí!
Volvimos a reír hasta que nos detuvo una voz de una de las chicas, llamando a mi amiga a mi lado.
—Es hora de baño caliente–Soltó con sus labios como se soltó del amarre que le hacian mis brazos.—Hay que relajarse lo más que se puede antes de volver a clases.
Ella se fue directo al fondo del sitio donde se se hallaba una puerta blanca en marco de madera. Me entró la curiosidad por todas mis venas de manera feroz. Como la curiosidad, de forma automática, sacudí con un poco de fuerza a la chica que estaba ocupada haciendo no sé que cosa relajante con mi mano, me paré, y caminé hacía esa puerta.
A pocos segundos de los pasos que dí, me congele. Santo Cielo.
—Chico, no tiene autorizado pasar a este lugar, recargue su saldo en recepción.–Dice una chica del lugar que le está entregando unas toallas, ella volteó por instinto.
Sus ojos muy abiertos, congelaron con los míos.
La estoy viendo completamente desnuda, donde por fortuna la espuma cubría parte de sus senos.
Por amor de Dios, Adam reacciona. ¿Qué te sucede?
Ella fue la primera en romper el silencio, como siempre. Aunque no dirigiéndose hacia a mi:
—No te preocupes chica, yo le recargo.–Respondió girando su dirección.
—Bueno, si necesitas algo, no dudes en llamar. Estoy a su servicio.— Contestó ella, dejando las toallas de un lado y saliendo de la pequeña pero ahora muy incómoda habitación.
¿Por qué sigo aquí?
—¿Me quieres tanto como para nunca dejarme sola?—Explotó mi burbuja con esa pregunta, sumergiéndose más en el agua para que la espuma de las burbujas le cubrieran un poco más de la clavícula.
—Eh, lo siento.—Fue lo único que salió de mi boca.
Maldición, ¿Qué sucede contigo?
—No te preocupes, pero ven ya aquí que ya te recargue.— Terminó riendo.
—No, no, no—Respondí rápido.—Yo mejor ya me voy, tú seguí que yo te espero.—Ella rió más fuerte.
—¿Me harás perder mi dinero, hermano?—Imitó una voz de hombre que me hizo un poco de gracia.—Venga, no te preocupes, no viste nada y nos veré nada. Estamos para relajarnos.
Volteé y caminé a su dirección, me está retando con su mirada. Y como era de esperarse ella ganó. Luego de varios minutos de guerras de mirada–agua con espuma, quité mi camisa y mi pantalón. Entré a aquella agua en solo bóxer.
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Una típica historia de amor diferente.
Teen FictionEmma está dispuesta a dejar todo por Adam luego de verlo destrozado por una ruptura, se ofrece para ayudarlo con sus problemas personales, tratando de no mostrar indicios que la delaten. El plan parece ir según lo que pensado hasta que muchos sentim...