Adam.
Uno de mis mayores defectos según mi abuelo es mi obsesión por buscar la perfección, siempre lo repetía cuando tenía nueve años y no lograba hacer un círculo perfecto a mano suelta. Él siempre me repetía que no hace falta ser perfecto para ser amado, pero ahora cuando creces parece todo lo contrario, los adolescentes no aman lo que no es perfecto. Mi abuelo no solía equivocarse, no suelen equivocarse, pero siempre hay excepciones.
Estaba frente al espejo detallando los cambios de mi cara estos últimos meses, había mejorado mucho desde entonces, pero aún así no lograba satisfacerme. Todos los días me tomaba fotos con una cámara Polaroid y guardaba las fotografías en el cajón derecho de mi lavadero de baño, hoy estaba observándolas cada una de ellas y aunque había mucha mejoría yo no lograba ser como los demás. No lograba ser como Bruce.
Aquí estoy, frente del espejo de baño con unas fotos en la mano derecha y una botella de vodka en la izquierda ahogando todos los sentimientos que demostré y maldiciendome a mi mismo. Cuando papá me visitaba siempre me decía que era raro y que no sabía cuánto privilegio tenía, nunca le tuve que haber creído a un hombre que solo aparecía tres veces al año en mi niñez. Estos pensamientos empezaban a quemar junto con el vodka y la ansiedad, estaba empezando a sentir todo caerse de nuevo, la respiración me estaba ahogando y los pensamientos eran cada vez más fuertes. Todo volvía a colapsar.
—Tengo los ojos cerrados, no veré nada si estás haciendo cosas privadas, yo te juro que no quería pasar pero tu mamá me obligó y... Yo solo pasaba a ver cómo estás porque no te vi en el instituto.– Logré escuchar por detrás de la puerta su voz semi aguda que entró a mi habitación de manera rápida. Quise responderle, quería pedirle ayuda, pero mi cuerpo no respondía.
Su voz seguía pronunciando mi nombre y dando pasos en toda mi habitación, finalmente se detuvo y abrió la puerta del baño, quería morir, lo último que quería era que mi única amiga me viera de esta forma. Emma se acercó a pesar de que le grité que se fuera, ella continuo acercándose y me abrazó, sentí como minutos después mi respiración volvía, las náuseas se fueron junto con las lágrimas y las paredes dejaban de caerse. Me quedé más tiempo entre sus brazos recuperándome, necesitaba de su ayuda para arreglarme. Trató de buscarme conversación pero mi cuerpo ni mente respondían correctamente para seguirle el hilo, aún estaban en el colapso, creo que después que vio que no funcionaba, llevo sus manos a su nuca y me extendió la mano.
—Mamá me regaló ésta amatista cuando estaba pequeña y me daban ataques de pánico.–Soltó el colgante con la piedra en mi mano.— Siempre dijo que cuando sintiera que me ahogaba con la piedra estaría bien. Es ridículo, pero si me funciona.
—No, no puedo aceptar esto, es de tu mamá.—Le respondí, era un hermoso gesto pero no creo poder aceptarlo.
—Lo necesitas más que yo, cada vez que sientas que no puedes más quiero que en ese collar sepas que estoy contigo, y yo sé que puedes seguir nadando.– Contestó, con los ojos brillantes y sosteniendo mis manos.
De mi boca apenas gesticuló un "gracias" de lo sorprendido que estaba, no podía creer que ella no se fuese después de todo este tiempo, después de todo lo que ha visto de mi, ella se ha quedado y ha sido mi póster de luz. No podía dejar de verla, ya se había parado a arreglar todo el desastre que había hecho en mi baño, no podía creer lo buena que era, ella era el tipo de personas que llegan a tu vida como ángeles.
Era un ángel muy bonito, su piel era blanca porcelana con algunas pecas y pelo castaño que nunca se animaba a llevarlo sin coleta, un ángel vestido de negro la mayor parte del tiempo. Sus ojos grandes atraparon los míos observándola fijamente y gesticuló una sonrisa. Acostumbraba a sonreír mucho a diferencia de como creí la primera vez que visite su casa.
—¿Qué pasa?.–Dijo entre una sonrisa y volviendo a mi lado.
—Nada, solo que... Nunca te había visto bien.–Dije finalmente, mirando fijo sus grandes ojos.— ¿Vodka?.– le ofrecí levantando la botella. Inicialmente dudo y luego me comento que nunca había bebido, me reí porque me parecía tierno y le prometí que sólo sería un poco, y aceptó un poco más de un poco.
El tiempo pasaba y cada vez estábamos peor, riéndonos de nuestras propias desgracias, haciendo llamadas a números que no deberíamos, hablando de temas que quizá probablemente olvidaremos y pensando cosas que no debemos. Ella estaba contándome algo que ya hace tiempo deje de escuchar, no estaba funcionando bien y no me concentraba. El alcohol ya empezaba a subir más de lo normal y ella estaba muy bonita hoy.
Entre el alcohol y los impulsos, no sé que actuó por mi porque estaba muy cerca de mi sonriendo mientras contaba algo en lo que perdí el hilo, me acerque hasta tener su nariz más de lo que había estado todo estos meses y la besé.
Necesitaba el beso de un ángel.
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Una típica historia de amor diferente.
Teen FictionEmma está dispuesta a dejar todo por Adam luego de verlo destrozado por una ruptura, se ofrece para ayudarlo con sus problemas personales, tratando de no mostrar indicios que la delaten. El plan parece ir según lo que pensado hasta que muchos sentim...