Adam.
—Levanta la cara.
—Me da pena...—contesté.
—No seas estúpido...Hazlo, te ves increíble...
Levanté la cara, dando a mostrar que ya no llevo lentes de patas sino lentes de contactos.
—Ese oftalmólogo está mal, no creo que esto sea correcto.
—¡Dios! ¡Pareces chuchumeco quejandote! Es algo bueno, ¿Por qué te empeñas en convertirlo en algo malo?
—Es que se siente raro...
—¡Bah! Para ti todo es raro.
Empezamos a caminar los pasillos del instituto pudiendo recibir no pocas, si no varias, demasiadas miradas. Empecé a temblar; primero fue las manos, luego las piernas, después empezó a sudar y a tragar mucha saliva. Empezaba a fallar. Empezaba a sentir ansiendad. Me arrimé más a su lado y le sostuve fuertemente la mano.
Llegamos a una esquina de la cual recostarnos para esperar la entrada a las clases ya que hoy hemos llegado extremadamente temprano.
—No, esto está mal. No puedo.
—Sí puedes.
—No Em, no puedo.
—¿Cuántas veces has dicho eso y has podido?
—Mmm.
—¿Por qué crees que no está bien?
—Porque a lo mejor me aceptaban con mi nuevo corte y con lentes, ¿Y si a las personas no les gusta el Adam con lentillas de contacto? ¿Y si no me aceptan? ¿Y si se burlan porque creen que imitaré a alguien?
—¿Por qué?
—No lo sé, no tengo las respuesta de todos.
—Ni tampoco estás en el pensamiento de todos.
Se acercó a mí concentrándome. Lo abracé, besé su frente y sentí como mis manos bajaban el nivel de temblor hasta que trato de safarde de mi mano. Tenía clases.
—No, no estoy listo.-susurré.
—Sí lo estás... Pon en alto tú cara e impresiona como lo has estado haciendo.
No sabía que responder, la ví y rápidamente volví a mirar hacia el piso mordiéndome el labio como reflejo de mi gran preocupación, haciendo que sangrara y que probablemente me moleste cuando coma mi almuerzo a más tarde.
—Al salir, bajaré y pasaré todo el tiempo contigo. No estaremos juntos solo los 70 minutos de cada clases.
Entonces se aleja, me deja aquí muy segura de que estaré bien. ¿Cómo está tan segura de eso? ¿Cómo sabe que no caeré cuando no la vea entre la multitud? ¿Cómo está tan segura?
Pestañeo 3 veces. Respiro. Y no ha pasado nada. Ella desaparece entre la gente y no me ha pasado nada, sigo igual de cuando ella tomo mi mano.
Camino muy firme hasta mi salón, como he acostumbrado hacerlo los últimos días. Busco mi asiento hasta el fondo y saco unos libros que he dejado olvidados mientras la clase comienza. Hacía tanto que no llegaba tan temprano a una clase que no recordaba lo bien que se veía el salón sin nadie. Sin embargo; el sentimiento dura muy breve, la persona que menos quisiera ver en un plano muy perfecto aparece por la puerta y se sienta a mi lado. Lo ignoro como me acostumbré ya estos meses, continuo mi libro tranquilamente sin sentir incomodidad.
Además ¿Por que debería sentir incómodad? Si ni siquiera hay alguien en el salón.
—Cada vez te ves mejor. Sin que suene algo homosexual.
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Una típica historia de amor diferente.
Teen FictionEmma está dispuesta a dejar todo por Adam luego de verlo destrozado por una ruptura, se ofrece para ayudarlo con sus problemas personales, tratando de no mostrar indicios que la delaten. El plan parece ir según lo que pensado hasta que muchos sentim...