Capítulo 7- "Mejor que ella"

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Adam.

**6:30am**

—Emma vamos, no hay que hacer todo esto incómodo

—¿Quién lo está haciendo incómodo?

—Solo quiero que sepas que a lo mejor no quería decir eso, solo que...

—¡Adam basta! No estoy molesta ni incómoda, creo que el único que lo está eres tú. Ya basta.

—Siento que no debí haberlo dicho, de hecho, ni quería decirlo.-Respondí.

—Yo creo que sí querías decirlo, pero no quería que lo escuchara. Me quedé callado, sin saber que responder.

Emma ya acostumbrada a mis silencios, habló:

—Y dime, ¿Qué tienes para actualizarme de todos estos días que no nos hablamos?

—Pues no mucho, solo que empezaron las postulaciones para dar el discurso de graduación...

—¡Oh! Eso es genial, ¿Te postulaste?

—Sí quería, pero no sé, no estoy seguro de poder pararme en frente de tantas personas y de hecho, no sé si mi cara es lo que más quieran ver como el recuerdo de su discurso de bachiller.

Ella rodó sus ojos, y suspiré fuerte.

—¿Y tú quieres recordar dando ese discurso?

Bajé la cabeza y respondí: -sí, desde que entre en el liceo la verdad.

—Entonces ¿Por qué quitarse esa felicidad por lo que piensen los demás?—Respondió.

—¿Por qué siempre me tienes que hacer reflexionar? Maldición, haces que todo lo que haga se vea y escuche mal.

Luego de reírse a sampotazos, respondió:

—Es así, la mayoría de las cosas haces para que tes escondas y no debería ser así. No deberías esconder lo que te gusta por el hecho de que a otra persona le moleste tus gustos, no debes opacarte solo porque a otras personas no le gusta cómo brillas, no debes hacerte menos porque otras personas no te quieren ver sumar.

Sonreí inmediatamente cuando me lo dijo y la abracé con fuerza por la cintura como no nos permitimos estos días. Emma me hacía tanta falta, esos días y toda mi vida. Su cabello suelto me pegaba en la cara, estaba detrás de ella sosteniendo el abrazo todavía, no quería soltarla, quería quedarme sosteniendola todo lo que pudiera. Aparte su cabello con movimientos raros de mi cara, me acerque a su oreja y le susurré: -¿Dónde estuviste todo este tiempo?

No la podía ver, pero juraba que sonrió cerrado, sus ojos se pusieron chinos y parpadiaron dos veces, como siempre sucede cuando aluden algo de ella.

—Parte de ello, viéndote desde un balcón.—Reí.

—Viendome sufrir.—conteste un poco más fuerte que un susurro.

—Tú te veías feliz, yo me hacía sufrir.

Sostuve una se sus manos que me acariciaban una de mis manos que la sujetaba, la pare y la entrelace con la mía.

—Eres mejor que ella.

Ella soltó mi amarré de sus cintura, y me puso de frente a ella. Me miró fijamente a los ojos, detallando mi cara y luego bajó la mirada al suelo.

—¿Qué sucede?

Sonrió y contestó:

—Nada... Solo que... Te amo.

—Yo también te amo.

Nos miramos unos segundos, se veía tan adorable, tan linda, su cabello cae sin orden por sus hombros y se ve hermoso, sus ojeras marcadas la hacen ver preciosa, pero lo que más irradia de hermosura, es su vibra, su esencia, sus sentimientos, la hacen única, la hace especial, la hace una estrella para mis ojos y perfecta para cualquiera que la detallara.

Una típica historia de amor diferente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora