Capítulo 3- Pequeñas cosas, grandes problemas.

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Adam.

—Muy bien, ahora solo tienes que resistir un poco, está algo caliente.

—¡ALEJA ESO DE MI CARA!

—¡Ay vamos Adam, no derretiré tu cara!

—¡ALEJA ESO DE MI CARA TE DIJE!

—¡ADAM! ¡Deja de comportarte como un niño!

Emma se levantó molesta del sillón donde estábamos hacia la cocina, no dejaba de protestar mientras yo no dejaba de reír, acababa de llenarla de mezcla de mascarilla caliente en toda su ropa. En cierta parte me sentía mal, pero era realmente divertido molestarla. Me levanté y seguí su camino a la cocina y allí estaba, mojando su ropa con agua fría para que de alguna razón aliviara lo potencialmente caliente de la mezcla; sus soluciones a veces eran muy tontas.

—Eso no ayudará de nada ¿Lo sabes, no? .—Dije acercándome a ella.

—Adam no me importa, hago lo que puedo por una tontería tuya.-Respondió aún molesta.—¡Deja de reírte! ¡Mírame las manos! Eres un idiota.

Todo me parecía gracioso que no me había percatado en como deje de rojas sus manos. Realmente estaba caliente esa mezcla, ¡Y ella pensaba ponérmela en la cara!

—Si así está tus manos no me quiero imaginar cómo está lo demás.-—ue lo que se me ocurrió, no lo mejor, pero fue lo primero que mi mente pensó.

—¡Bravo Adam! Acabas de descubrir el logro de tu vida.—Habló arrastrando las palabras, aplaudiendo lentamente y rodando los ojos mientras salía de la cocina. No conocía la parte sarcástica de ella, siempre había sido la dulce y simpática Emma.

Salí atrás de ella, siguiéndola subiendo las escaleras, sospecho que no sabía que la seguía, aunque con el poco ruido que se hace en esta casa los pasos son muy sonoros.

—Bienvenido a mi habitación.—Dijo cuando entró, dejándome solo inmediatamente porque luego volvió a entrar a otro cuarto.

No había entrado a su habitación desde que la conocí hace dos meses, su cuarto era más niña de lo que ella parecía ser. Digo, aún tiene ositos cariñositos de cartón pegados en la pared. Volvió a la habitación con una caja llena de cremas y medicinas y se sentó gruñendo en su cama de sábanas perfectamente blancas, luego empezó a aplicarse una crema azul y luego de eso me la lanzó.

—Gracias por quemarme Adam, de verdad te lo agradezco.—Sarcásticamente dijo.

—Nunca habías sido sarcástica estos 2 meses, realmente eres odiosa y lastimas con tus palabras y casi lastimas con objetos—Respondí, tratando si la hacía reír.

—¡Deja de reírte! Solo trataba de ayudarte y ahora estoy quemada y tú tienes los poros abiertos.

—Lo siento. Es que si soy muy cobarde con las cosas calientes, no era mi inten...

—Ya vale, está bien, solo quería que te disculparas.—Dijo ladeando una sonrisa.

La preocupación se me fue un poco cuando la escuché decir esas palabras, pero aún así no dejaba de ver sus manos e imaginar su pecho o abdomen rojo y ardiéndole, porque considerando que la cantidad de mezcla que cayó en sus manos no se compara con toda la que terminó debajo de su camisa de tela muy delgada.

—Creo que deberías quitarte esa camisa.—Solté deteniéndola de la muñeca cuando se dirigía nuevamente a ese cuarto.

—¡¿Qué?!

—No te preocupes, no veré nada, pero no esperes hasta que me vaya porque sé que no estás bien porque tu pecho está peor de lo que están tus manos y, yo... Lo siento mucho ya te dije pero no quiero que...

—No es para tanto, te dije que solo era un poco caliente, yo no soy tan nenita.-Me cortó y hablo con muecas. No dejaba de estar preocupado pero me distrajo y me hizo reír. Me hizo reír porque es lo que ella hace, me distrae de lo malo del mundo.

No sé con qué intención habrá querido ayudarme, no sé cómo no hace malos comentarios de mi apariencia, no sé cómo no se burla de mi, pero a veces prefiero dejarlo así en la duda y curiosidad porque por alguna razón me encantaba reír con ella, hablar con ella, porque no hablaba con nadie los temas de los que hablamos. Me sentía más a gusto con su compañía que con cualquier otra persona. Se sentía diferente estar con ella.

—¿Qué tienes?.-Me preguntó poniéndose de pie en todo mi frente. Creo que no me di cuenta de que me había perdido en los pensamientos.

—¿Pensarías que es muy raro si te dijera que desde hace dos meses espero todas las tardes con ansias para poder sentirme bien porque el mundo es una mierda?.-Vi como sonrió y se le achicaron los ojos, siempre lo hace cuando le hacen un cumplido aunque nunca termina creyéndolos porque luego te lo pregunta mil veces si crees que lo dijeron en serio. Esperaba que esto lo creyera.—Gracias por ser mi amiga.


Una típica historia de amor diferente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora