Capítulo 6 -"Te amo"

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Adam.

—¡En serio! Bruce, Tyler y yo nos quedamos en las casas de los centros comerciales que simulan ser el fabricadero de santa una temporada de Navidad para secuestrar a santa y obligarlo a darnos todos los regalos—Exclamé ahogado de risa al igual que ella.

—Los veo decepcionados—carcajea—muy decepcionados.

—¡Pues claro! Después de escaparnos de nuestros padres tantas veces y como a mediados de la noches ver qué el panzón se quitaba la barba blanca y era algún castaño usual, ni siquiera usaban lentes verdaderos o su supuesto trineo era un Mitsubishi nos aburrimos de buscar y más tarde descubrimos que todo era una mentira.

Carcajeó más duro dando un sorbo al agua con gas que ordenó.

Sí, no tomó más alcohol desde aquel día en el baño.

—Bueno, mi hermana y yo nos cansamos de preparar pasteles y no podernos comernos todas las galletas ni la leche con los cereales para dárselos a santa, un día frustradas decidimos escondernos bajo la mesa durante la noche para por favor pedirle a santa que nos dejara galletas y alguna torta que nunca comíamos para que él viera que éramos buenas niñas. Pues nuestro cuerpecito era excesivamente pequeño para contener la rabia de ese momento al descubrir que nuestros padres no nos dejaban galletas, tortas o leche a pesar de que nos oían decir que nunca las probamos por santa.

¿Se puede ser más estúpido? Obvio, reí a carcajadas.

—Nerds y estúpidos.

—Sí, de naturaleza—respondió.

—¡Vaya, quisiera tener un hermano! Tu hermana y tú se oyen inseparables, ¿Qué les pasó?

—No lo sé, todo era muy raro, sentía un momento que verdad quería compartir y quedarse conmigo, pero al segundo, cambiaba a sentirme más bien un compromiso, a sentirme un estorbo. Era muy confuso, pero siempre traté de sobrellevarlo aunque todo de tornará más complicado porque inevitablemente ella creció, lo que era difícil en un principio subió dos niveles; sus gestos fueron más expresados cuando cada que le hablaba colocaba cara de desagrado y me obligaba a no mirarle a la cara, escupía cada que pasaba a menos de 30 metros que era el límite para mí y mi mamá de comunicarnos con ella, de lo contrario nos escupía, me golpeaba de una u otra manera, ya a las últimas veces no nos veía a la cara por nada del mundo. Sus gestos de desagrado eran increíbles.

—¿Sufren de alguna enfermedad?

—¿Mi mamá y yo? Para nada, no me preguntes porque hacía eso porque no lo sé, yo sé que me hizo creer que merecía que me tuvieran asco, merecía que me escupiera, merecía que me golpeaban, merecía gestos de desagrado, merecía sentirme un estorbo, llegué a pensar que merecía un cariño de compromiso, un cariño de lástima en vez de un cariño verdadero, de esos que de quedan por qué quieran no porque tengan. ¿Todo por qué? Por ser inferior en todo, para ese entonces no leía ni los letreros porque me aburría leer, ella por su parte leía colecciones de 20 libros o diccionarios, ella te respondía cualquier cosa que se te ocurra, ella a los ocho años de edad sabía desde antigua Grecia y momias hasta lo último lanzado al espacio, ella era muy buena en el redactar, siempre hacía unos dibujos espectaculares, te traducía el francés o el inglés a la perfección como hacía cálculos avanzados en segundos. Ella era una mente voladora.

—Básicamente una verdadera Matilda sin poderes.

—Pero seguía siendo inferior.

—No tranquilo, no me trates de dar ánimos, tengo que reconocer que era más brillante que yo en todo los ámbitos.

—No lo digo por eso, pero una persona que sea el traductor viviente, un diccionario andante, una calculadora viviente o la reencarnación de Picasso y trate de una forma tan vaga a los demás o pueda ser tan idiota con sus cercanos, simplemente es una de las personas más inferiores y vaga del planeta, y exactamente el tipo de persona que necesita extinguirse.—respondí— así que por si lo dudaste, siempre fuiste superior a ella.

Una típica historia de amor diferente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora