15.- "Pequeñas cosas, grandes problemas"

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Emma.

*Noche 24 de diciembre*

—¿A dónde vamos?–Dije en casi un grito por cuarta vez yendo con los ojos vendados y tirada por la muñeca izquierda hace más de una hora,por lo que pude deducir subiendo una montaña. Empezaba a creer que Adam me estaba secuestrando.–¿Cuándo vamos a llegar? ¿Qué vamos hacer?

—¿Te han dicho que dices mucho "vamos"?.–Aunque no pude ver, podía escuchar y sentir que respondió burlándose de mi—Tranquila Em, falta poco.

—¡Eso llevas diciendo hace 20 minutos!

—Bueno, la espera acabo.-Sentí como se colocó atrás de mi para susurrar esas palabras, mi cuerpo se estremeció y estaba tratando de no temblar como gelatina o al menos no hacerlo obvio. Sus brazos me sujetaron en un abrazo y no pude dejar escapar una risa nerviosa, luego desató el nudo de la tela que me impedía ver—Bienvenida a unos de mis lugares felices ahora también tuyo. Feliz Navidad.–Se colocó a un diagonal mío mientras extendía sus brazos y regalaba una acogedora sonrisa.

Efectivamente estábamos en lo alto de una montaña con una amplia vista de la ciudad y si ves un poco más allá apreciabas un lago. Rodeados de árboles grandes verdes con gran iluminación de las estrellas, definitivamente es un lugar hermoso, no había otra palabra para describirlo. Seguía apreciando todo a mi alrededor y más un poco de mi izquierda vi una tela de cuadros blancos con rojos, un par de cestas y dos copas.

—¿Te gusta?–Creo que me quedé tanto tiempo sorprendida observando todo que se me olvidó reaccionar o agradecerle y en su lugar lo estaba haciendo dudar.

—Adam, es hermoso.–Bajo la cabeza— La palabra queda corta de hecho.–Lo abracé con fuerza y me correspondió el abrazo con el doble de fuerza, luego me cargo como saco de papas hasta dejarme en la tela de picnic. 

—Ahora soy más responsable y como eres menor no te serviré champaña.—Comentó con una sonrisa  dejando caer líquido a las copas, él champaña y yo agua gasificada.— Ese día fue un error haberte embriagado.— Reí.

hablamos como usualmente mientras comíamos  emparedados de doble queso y uvas que traía de la cesta, iniciamos conversando sobre su época emo y la vez que saco a pasear su pez a su inodoro que nunca más volvió hasta llegar a nuestras preferencias actuales. Creía que ya lo conocía pero jamás pensé que hubiese otra persona en este mundo que ame escuchar musicales o que prefiera el pastel de zanahoria en lugar de el pastel chocolatado. 

—¿En serio aún tienes las figuras de acción de Stars Wars y Digimon ?.—Asentí y explotó en risas.—Eres una nerd.

—Lo dice el chico que prefiere no ir a fiestas para verse las películas del señor de los anillos mientras  viste la capa de Frodo Bolsón.— Ataque lanzando uvas para quitarle la risa.— Somos unos nerds.

—Somos unos nerds.—Respondió elevando la copa para realizar un brindis.—Por todas esas fiestas que no fuimos invitados o no asistimos para ver un maratón de Harry Potter comiendo galletas de mantequilla.—Terminó, nos levantamos de la manta para chocar las copas, hicimos el brindis, explotamos de risa volviendo a sentarnos en la tela de cuadros y mientras yo seguía sin parar mis risas pude notar que la expresión de él había cambiado a una más seria viendo a la ciudad. En lo que pude calmar mis problemas de risas me acerque a su diagonal izquierdo tratando de buscarlo con la mirada dentro de él.—¿Sabes por qué me gusta este lugar?.—Sin darme tiempo de responder prosiguió.— Mi papá me traía las pocas veces que estaba cuando estaba pequeño antes de que mi hermano desapareciera y dejara a mamá, solía traerme de picnic a estas horas no a pleno sol como usualmente se hace porque nos gustaba buscar las constelaciones mientras le contaba mi día del colegio, solía sentirme invencible esos días.—Tomó una pausa, atrapó mi mirada que tenía evadiendo desde que empezó y efectivamente estaba apunto de quebrarse nuevamente.—Él siempre decía que este lugar tenía mezcla de tantas cosas que lo único que le faltaba a la mezcla era sentimientos, por eso seguí viniendo cuando él se apartó de mi aún guardándole rencor porque este lugar siempre lo hizo sentir como mi lugar, no lo uso como antes pero sigo buscando constelaciones mientras le hablo a las estrellas de mis problemas. Este lugar te hace fuerte.—No resistí, lo abracé como nunca hice con alguien, inicialmente se resistió pero luego accedió unos segundos, nos separamos quedamos casi chocando narices y vi una lágrima bajar a su mejilla que me impidió secar, sostuvo mi cara, tragó saliva y continuó.—Por eso te regalo este lugar, eres esa persona que me ayuda a sentirme invencible y te mereces este lugar tan fuerte como tú, te mereces este lugar que tiene las estrellas tan brillantes como tú, que tiene estas vistas tan extravagantes como lo eres tú, te mereces este lugar tan puro y hermoso como lo eres tú, te mereces esto y más. 

Una típica historia de amor diferente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora