Prólogo

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"Aquí viene la lluvia nuevamente, cayendo desde las estrellas. Empapado en mi pena nuevamente. Volviéndonos quienes somos"

~*~

Hay un pequeño niño de cabello castaño sosteniendo con sus pequeñas manos un coche negro de juguete que su madre le acaba de dar por su tercer cumpleaños.

Sus ojos verdes están concentrados en su nuevo juguete favorito, el único que ha tenido hasta ahora. Su sonrisa se escapa mientras mira hacia el televisor a unos metros de él y presta atención a los dibujos animados.

La noche fría de Febrero estaba completamente callada y tranquila. El pequeño William disfrutaba del escaso momento de silencio, pero la paz fue interrumpida cuando el motor de la camioneta de su padre se escuchó fuera. Los ojos verdes del niño se abrieron de par en par y su madre caminó hacia él, tomándolo en brazos.

Los dos sabían que era momento de que William se fuera a su habitación, sin embargo, su padre entró por la puerta antes de que él saliera caminando en sus pequeños piecesitos, de la sala. Su madre lo dejó allí y corrió a la cocina.

La imponente y alta figura de un hombre asaltó a sus pequeños ojos y él levantó la vista hacia su padre. William se quedó quieto, todavía sosteniendo el juguete en sus manos, esperando los gritos.

-¡Theresa! -La voz gruesa sobresaltó al pequeño y él tapó sus oídos sabiendo lo que se venía a continuación -¡Theresa! -Su padre volvió a gritar y William se escabulló por el pasillo hacia su habitación, pero su pequeño brazo fue tirado hacia atrás con fuerza, ocasionando que su juguete cayera al suelo -¡Pedazo de mierda! ¿Dónde crees que vas? ¿Tienes miedo? -Su padre tomó al niño en brazos y las lágrimas de William comenzaron a correr nuevamente.

Eso era lo que sucedía todas las noches.

-Por favor, Roger -Su madre apareció en la sala, con los ojos cubiertos de lágrimas, su voz era suave, casi melodiosa -, baja al niño -Pidió amablemente.

-¿Dónde está el dinero? -Roger soltó a William, dejándolo caer en el sofá.

El niño corrió esta vez logrando entrar a su habitación y trabó la puerta desde dentro, como su madre le pedía que lo hiciera

-¡Mierda, Theresa! ¿Dónde está el maldito dinero! -Su padre volvió a gritar.

William apoyó su espalda contra la puerta de madera y cerró sus ojos verdes con fuerza, deseando no sentir el ruido.

-Yo... Yo le he comprado algo a William, es su cumpleaños.

La suave voz de su madre lo relajó un poco, siempre lo hacía, pero cuando sintió los pasos por el pasillo, él corrió hacia Tom, su pequeño oso de peluche roto y se metió bajo la cama. Sus pequeños ojos despedían lágrimas y trataba de no moverse ni hacer ruido, pero los golpes en la puerta se escucharon.

-¡Abre imbécil! -Su padre llamó tras la madera y él asomó su cabeza desde bajo la cama -¡Maldición Theresa, ese dinero era para otra cosa, lo sabías! -Él gritó.

-Pensé que podíamos juntar más, es su cumpleaños y nunca le compramos nada.

Theresa chilló tras la puerta y un golpe se sintió. William se puso de pie y corrió a la puerta, temeroso de lo que pasaba detrás. Su padre estaba golpeando a su madre, otra vez.

-¡Maldita ramera! -La gruesa voz fue acompañada de otro golpe y William rompió en llanto, queriendo ayudar a su madre, odiaba ser pequeño y débil ante su padre, odiaba no poder defender a su madre de él -¡Aprenderás a no gastar mi maldito dinero, ese pedazo de mierda no merece nada de mi!

Las palabras hicieron que el corazón del pequeño se encogiera y William secó sus lágrimas con el puño de su buzo negro.

-¡Por favor, Roger!

Su madre lloraba tras la puerta y cuando tomó la perilla para abrir, esta no cedía. Su madre estaba sosteniéndola del otro lado para que él no pudiera salir

-¡Quédate ahí mi amor! -Ella instruyó y William retrocedió, poniendo las manos en sus oídos para no escuchar lo que sucedía fuera.

Los gritos de su madre desesperada tras la puerta lo asustaban más y más; los golpes contra la pared contigua hacían que él llorara aún más fuerte.

Estaba acostumbrado a las maldiciones de su padre, a los golpes en las puertas o paredes, pero esa vez todo era más fuerte, los golpes eran hacia su madre. Roger siempre empujaba a Theresa de alguna u otra manera, pero nunca había logrado lastimarla realmente. William podía oír aún con sus manos en los oídos, podía escuchar el llanto de su madre, y quería detenerlo.

-¡Ahora ve y consigue mi dinero, perra! -Su padre volvió a gritar.

-¡No, por favor, Roger, no en su cumpleaños! -Theresa lloró tras la puerta y un golpe seco su escuchó tras la madera.

William se acercó nuevamente cuando todo quedó en silencio a su al rededor. Quizá finalmente su padre había cambiado, había dejado de atormentar a su madre, pensó.

Puso la mirada en el suelo, esperando por algo y se alejó algunos pasos hacia atrás cuando el líquido rojo comenzó a infiltrarse bajo la puerta. Sus pequeñas zapatillas rotas se mancharon y él corrió a la perilla para abrir la puerta.

La cabeza de su madre cayó al suelo con el movimiento y los ojos del pequeño investigaron a su al rededor en busca de su padre; la puerta estaba abierta, y el sonido del motor se escuchó nuevamente. Solo cuando supo que ya no estaba allí, se acercó a su madre y tocó sus manos.

La piel fría lo sobresaltó y alejó su toque, esperando que su madre abriera los ojos y le dijera que se irían de allí, que todo estaría bien, sin embargo, el pequeño William esperó horas y horas a su lado, y su madre nunca volvió a abrir sus ojos azules.

Novela original de la autora Camila.B.R. No se permite la copia o adaptación de la misma. Todos los derechos reservados®

ADVERTENCIA: Esta novela puede contener lenguaje adulto; escenas de sexualidad y de violencia.

Canción: The Scientist - Coldplay™

Inducción |h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora