Capítulo 22

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"Quédate conmigo. Y seré tu guardián. Tu serás mi dama"

Después de un largo tiempo, William le pone cinta a una de las cajas de cartón y escribo su nombre con fibrón negro. He descubierto que él solo tiene remeras negras y blancas además de la que lleva puesta y pantalones solo vaqueros, además de los que usa en el gimnasio. Cuando él se sienta en la esquina de su cama,yo me acerco y sus manos se enroscan en mi cintura.

- Nunca hubiera imaginado que estarías aquí. - Will sacude la cabeza y frunzo el ceño, sentada en su regazo.

- ¿Por qué, no? - Es obvio que tampoco me lo imaginaba yo, pero quiero escuchar su punto de vista.

- Diferencias. Cuando entraste a la casa de Trevor aquella noche, te veías diferente al resto de las personas, por eso me gustaste. - Él me mira fijamente y asiento.

- Creo que es exactamente lo que me sucedió esa noche. - Le doy una pequeña sonrisa y un suspiro cae de sus labios.

- Todavía no comprendo qué es lo que estás haciendo conmigo, terminaras corriendo de mi. - William borra todo rastro de sonrisa de su rostro siento como esta conversación terminó siendo más seria de lo que esperaba.

- ¿Por qué iba a correr de ti? - Yo me enfoco en sus oscuros ojos verdes y él sacude la cabeza.

- Soy una mierda, Grace.

- ¿Qué? - Frunzo el ceño y una punzada de angustia se adueña de mi estómago cuando él me mira - No digas eso, nadie como tu puede ser una mierda. - Alzo el tono de voz y él sonríe. Sus cambios de humor son confusos.

- Lo dices porque hace solo la mitad de un día que llevamos saliendo. - Will toma mi mano y respiro hondo.

- ¿Estamos saliendo, entonces? - Miro hacia otro lado, incapaz de escuchar una respuesta negativa, sorpresivamente.

- Claro que si, eres mía ahora, te lo dije ¿Recuerdas? - Will me mira arrogantemente y asiento, recordando aquellas palabras la última vez que peleó en el gimnasio.

- Parece que te has salido con la tuya. - Digo.

- Aprende esto, nena. Siempre, me salgo con la mía. - Él se derrumba en la cama y caigo encima.

- Bueno, también yo, así que tal vez tu suerte cambie desde ahora. - Sonrío abiertamente sentada sobre sus caderas y Will me mira.

- Estoy ansioso, corazón. - Él toma mis manos y guiña un ojo.

William y yo nos movemos fuera de la habitación y él lleva más de cinco cajas hacia la sala de estar, repleta de sus cosas. Mientras yo armo las palomitas de maíz en el microondas no puedo creer que finalmente tuve relaciones con alguien, con él. Recuerdo cuando lo vi aquella vez en casa de Trevor, cuando me guiñó un ojo. Lucía completamente irresistible con su dura imagen y actitud, yo no quería mirarlo y su sola presencia en el mismo sitio en donde estaba se me hacia insoportable, pero luego él me salvó allí arriba, defendiendome como nunca nadie lo había echo.

Las cosas que he vivido con él, se que sin su apoyo y empuje, no las habría vivido con nadie. Las horas parecen ser más intensas cuando estamos juntos, como si todo a nuestro al rededor fuera en blanco y negro y solo nosotros tuviéramos color. Así es como me siento cuando estoy a su al rededor, viva.

- Ven, quiero mostrarte algo. - Will me saca de mis pensamientos entrando a la cocina y tomo el cuenco con palomitas de maíz, siguiéndolo - Antes de que digas nada, está viejo y esas cosas, pero estoy ayudándolo con la recuperación. - Él nos conduce por la casa, hasta la puerta que da a la cochera y frunzo el ceño.

Inducción |h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora