Capítulo 34

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"Soy el primero en admitir que soy imprudente. Me pierdo en tu belleza, y no puedo dejarte de ver cuando estás a dos metros delante de mí. Y yo sé que en mi corazón no eres más que alguien que me derrite"

William me ayuda a salir del lago junto a la cascada e intento sostenerme con fuerza para no caer mientras trepo por las piedras hasta la cima. Él sube luego de mi con facilidad y tomo la ropa en el suelo y vuelvo a vestirme con mi short y remera y él hace lo mismo. El silencio entre nosotros es tenso y no se qué decir.

- La jodimos. - William suspira, alborotando sus cabellos ya demasiado largos y levanto la vista a verlo.

- Estoy tomando mis pastillas. - Mi voz suena como un pequeño hilo y su rostro se relaja visiblemente ¿Nunca se lo había dicho?

- Mierda. Nunca me habías dicho que tomabas pastillas, Grace. - Él cierra los ojos y se agacha, tomandose de las rodillas, como si hubiera corrido una maratón.

- Pensé que lo había dicho, hace ya un mes y medio que las tomo, mamá me acompañó a la farmacia cuando tu te quedaste con Elliot esa tarde. - Le digo.

- Bien, pero esto no puede volver a pasar, nena. - William se relaja y lo hago también. Me abraza contra su hombro a medida en que avanzamos hacia la cabaña en medio de la noche.

- Entonces ¿Todo está bien? - Lo miro y asiente.

- Con las pastillas anticonceptivas es suficiente, pero supongo que prefiero también usar condón, por las dudas. - Él se encoje de hombros y asiento.

- Si, estoy de acuerdo. - Le sonrío y él me acerca para darme un casto beso en los labios.

Respiro hondo e intento aflojar el intenso nudo en mi garganta. Mierda. Esto no puede volver a pasar, él tiene razón. Solo para estar más seguros de que nada que no queremos pueda pasar. Me siento más aliviada, sin embargo, algo me pone inquieta. Es la primera vez que me doy cuenta de que por un segundo todo puede salirse de control. Porque Will no sabía que tomaba las pastillas anticonceptivas y yo no sabía que eso solo podía salvarnos.

No se cómo me siento sobre esto, pero intento dejarlo mientras nos acercamos a la cabaña. Ronnie está sentada en los escalones de la entrada cuando llegamos, fumando su cigarrillo diario. Enseguida noto que algo sucede por su ceño frunzido.

- Iré a ver si funciona la cocina. - Will acaricia mi mejilla, me besa en los labios y entra.

- ¿Ronn? - Me siento a su lado y ella me mira, esa chispa en sus ojos falta y me extraña.

- ¿Alguna vez haz extrañado tanto a una persona? - Ronnie se ríe tristemente y asiento.

Mi padre. Lo he extrañado por años.

- ¿Tanto que no puedes respirar? - Una solitaria lágrima se extiende por su mejilla y el corazón se me encoje poco a poco. Dios mio. Es la primera vez que veo llorar a esta fuerte chica.

- Tal vez. - Suspiro, acercandola a mi y ella recuesta la cabeza en mi hombro - Pero al final siempre puedes respirar, Ronn, aunque te cueste mucho más, y duela. Puedes respirar. - Susurro.

Ronnie rompe en llanto en mi hombro. Yo la rodeo con mis brazos y trato de ignorar la punzada de angustia en mi garganta. No tengo idea de qué puede llegar a estar afectándola. La Ronnie salvaje y fuerte se ha ido y me quedo sorprendida por su ataque de llanto. Ella me abraza, y se que verdaderamente está sintiendose mal.

- Shh... Tranquila, Ronnie, tranquila. - Le susurro, porque no se qué otra cosa hacer. Y de repente me doy cuenta de que estamos comenzando el otoño y no se nada de esta bonita y amable chica.

Inducción |h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora