Capítulo 4: La sombra del Nuevo Imperio, 1era parte

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Hoy es un día especial ^^ 32 años atrás el mundo vio nacer a una renacuaja que con el tiempo intentaría alegrar un poco la existencia de la gente a través de sus historias... ¡pues sí! Esa soy yo :)

En definitiva, que hoy cumplo 32 añitos y quería compartir con vosotros parte del día con un nuevo capítulo de la historia. Espero que la estéis disfrutando como yo escribiendo. Debo confesar que Nyxia es uno de mis personajes favoritos... por no decir que el que más *^_^*¡Ana Larkin y Lucius Kriegger tienen competencia!




Capítulo 4: La sombra del Nuevo Imperio, 1era parte



Campamento militar, Kromgard, 14 de diciembre de 1808 CIS (Calendario Imperial Solar) – 11 años antes



—¿Y hasta que hora os quedasteis? —preguntó Eric DeLymse con curiosidad, con sus grandes ojos grises fijos en los míos, ansioso por saber hasta el más mínimo detalle—. ¡Tenéis una cara de sueño! ¿Estuvisteis hasta tarde?

—Pues hasta las tantas, chaval, ¿qué esperabas? —replicó Ross Wolfgard desde la mesa de al lado, donde jugaba a las cartas con Orpheus Serra—. Bastante han hecho con volver. ¿Acaso ves a Florian por algún lado? Porque yo no...

Alexander Tiberian y yo habíamos vuelto de madrugada de la recepción en el Pabellón de Mando. No recordaba exactamente la hora, pues por aquel entonces tenía la mente embotada por la mezcla de emociones, pero era tarde. De hecho, ninguno de mis compañeros estaba despierto cuando entramos en la tienda que nos habían asignado.

—¿De veras no está? —preguntó Arianne Serra, apartando por un instante la mirada del mapa de Throndall que estudiaba para mirarnos con sorpresa—. Sol Invicto, ¿entonces quién demonios era el que roncaba como un maldito oso?

El Padre Titus Fynch nos miró de reojo, sonrojado al darse por aludido, pero no respondió. Cerró los dedos huesudos alrededor del amuleto que siempre le acompañaba y salió de la tienda justo cuando, procedente del exterior, mi escudero, Hopper, entraba.

Los dos hombres se saludaron con un ligero ademán de cabeza al cruzarse.

—Padre.

—Qué hay, muchacho. Buscas a Nyxia, imagino.

—A la misma.

—¿A mí? —pregunté con sorpresa al escuchar mi nombre. Acudí a su encuentro a la entrada, donde mi subalterno ya me esperaba con una expresión indescifrable en la cara. Resultaba extraño verlo allí. Aunque trabajábamos juntos, a bordo del mismo strider, los caballeros y los escuderos nunca compartían tienda—. ¿Qué pasa? ¿Qué haces aquí?

Acompañé a Hopper al exterior, donde un alto y escuálido centurión uniformado de oscuro y con un grueso abrigo de pieles cubriendo sus espaldas aguardaba con un sobre para mí. El hombre me lo tendió, sin tan siquiera mirarme a la cara, y se retiró sin mediar palabra.

Perpleja, busqué el remitente. Fuese quien fuese que me había enviado el mensaje no había firmado. En su lugar únicamente había puesto su sello.

El sello de la Casa Real de Albia.

Sentí un escalofrío al reconocer el emblema. Miré de reojo a mi escudero, que observaba el sobre con tanta perplejidad o incluso más que yo, y lo abrí. En su interior, perfectamente doblada, había una nota en la que el mismísimo príncipe Lucian Auren me invitaba a participar en la cacería que aquella misma mañana se celebraría en los bosques de Felden, al sur del campamento.

Nyxia De ValefortDonde viven las historias. Descúbrelo ahora