Capítulo 13: Días de oscuridad

932 63 13
                                    

Capítulo 13: Días de oscuridad



Campamento de la Legio Vulcana, 17 de enero de 1.809 CIS (Calendario Imperial Solar) – 10 años antes



—No te lo tomes así, Nyxia. Si han podido aguantar hasta ahora, ten por seguro que unas cuantas horas no van a marcar la diferencia.

—Usted lo ha dicho, general, si es que han podido aguantar hasta ahora... ¿quién puede asegurarme que siguen vivos? ¡Ojalá pudiese contactar con ellos!

—Ojalá, sí... no pierdas la esperanza. Sé que es complicado pero debes intentar confiar en ellos. Florian Gelt es un gran soldado: no se dejará vencer fácilmente.

—A estas alturas dudo poder confiar en nadie, general.

La noche había caído en el campamento de la Vulcana mientras descendíamos por la colina. Una hora atrás, ambos habíamos acudido a su cima para reunirnos con el Alto Mando de Doric Auren. Después de la dura batalla contra Alaric, el príncipe heredero había ordenado dar unas horas de descanso a sus hombres antes de seguir con el avance hacia Sacramentum. Consideraba que la pausa nos iría bien a todos; que renovaríamos energías y nos enfrentaríamos al enemigo con mayor vitalidad. Desde mi punto de vista, sin embargo, unas horas de sueño no iban a cambiar las cosas. La Aurora necesitaba ayuda, y la necesitaba ya. Pero claro, ¿a quién demonios le importaba la opinión de una caballero piloto cualquiera? Doric había sido muy gentil al dejarme opinar, todo un detalle; lástima que ni tan siquiera me hubiese escuchado. Únicamente me había dejado participar para contentar a su tío, para demostrarle que seguía contando con él, pero nada más. En el fondo, lo que yo pensase u opinase no le importaba en absoluto.

—Antes de entrar a la reunión he pedido que reparen tu Pantera —confesó Lucian mientras descendíamos los últimos metros antes de adentrarnos en la extensa explanada donde se había instalado el campamento.

Ante nosotros, cubriendo prácticamente todo el horizonte con sus tiendas, los miles de soldados que conformaban la expedición albiana se disponían a pasar la noche antes de enfrentarse al último gran reto de Throndall. La mayoría de ellos había combatido contra Alaric, perdiendo a algunos compañeros en el camino y ganando alguna que otra herida cuya cicatriz los acompañaría el resto de sus vidas. A pesar de ello, la moral era alta. El ambiente era relajado, con carcajadas y charlas a media voz, producto de una gran victoria que pocos olvidarían.

—Los daños no eran tan graves como parecían —admití, abriéndome paso por entre la primera fila de tiendas para adentrarme en uno de los caminos laterales—. El problema es que combatimos durante demasiadas horas. La falta de mantenimiento nos ha pasado factura.

—Lo sé, Hexet me ha informado al respecto —respondió—. Por lo que me ha explicado, tuvo que intervenir para evitar que os mataran.

—¿Ah, sí?

El general asintió, trayendo a mi recuerdo el momento en el que, surgida de la nada, una lanza de hielo había apartado el arma del strider enemigo justo cuando se precipitaba hacia nosotros. En aquel entonces había querido creer que había sido cosa de Magnus, pero tal era su agotamiento que tenía lógica que hubiese sido su centurión quien nos hubiese salvado la vida.

Era de agradecer.

—Vaya, le daré las gracias entonces.

—No tan rápido —prosiguió con expresión severa, mientras avanzábamos entre las tiendas y las hogueras, adentrándonos cada vez más en un refugio en el que poco a poco la niebla empezaba a asentarse—. También me ha explicado lo que sucedió cuando al fin lograsteis salir del strider.

Nyxia De ValefortDonde viven las historias. Descúbrelo ahora