Capítulo 36: Testigos del Cambio

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Capítulo 36: Testigos del Cambio

Palacio de Helios, 2 de marzo de 1.812 CIS (Calendario Imperial Solar) – 7 años antes





—¿No te gusta bailar?

—Me gusta bailar.

—¿Entonces, por qué no bailas conmigo?

—¿Porque es usted la prometida del Emperador de Albia y yo un mero subalterno?

—¡Venga ya, no eres un mero subalterno! ¿De veras crees que habría traído a un mero subalterno a una recepción real en el Palacio de Helios?

—Por supuesto que no soy un mero subalterno, no me engaño, soy el más educado, apuesto y seguramente inteligente de todos los que la rodeamos. No obstante, eso no cambia la evidencia: sigue siendo la prometida de Lucian Auren. Y no sé usted, Nyxia, pero yo preferiría no morir tan joven. Tengo mucho por vivir. Ahora, si me disculpa, voy a beber un poco de vino y fingir que no me divierto. Nos vemos más tarde.

A pesar de todo, no me arrepentía de haberlo elegido. Contaba con decenas de hombres muchísimo más sumisos que hubiesen acudido encantados a la recepción en el Palacio de Helios de mi brazo. Me habrían acompañado hasta el salón principal con orgullo y habrían bailado conmigo, ocultando tras sonrisas el temor que les despertaba la furia de Lucian. Sin embargo, yo había elegido a Verus Damere a propósito, porque sabía que me brindaría la libertad que necesitaba para moverme por la recepción como realmente quería, y no me había equivocado. Diez minutos después de llegar, el deslenguado pretor ya me había abandonado.

Aproveché la noche para codearme con las más altas esferas de Ballaster. Por aquel entonces yo era la mujer de moda, la guerrera que había liberado a nuestro país de las malignas tropas de Talos y de una invasión segura, y todos querían aparecer en la foto conmigo. De hecho, tal era el interés que despertaba entre los presentes que incluso el mismísimo Voivoda Rojo, el invitado estrella de la noche, quedó en un segundo plano. Su entrada del brazo de Elyana Auren fue muy aplaudida. Todos sentíamos auténtica curiosidad por conocer al misterioso y exótico Harkon Vandalyen. No obstante, tras sus minutos de gloria, el interés mediático volvió a volcarse en la auténtica protagonista de la noche.

Me pavoneé por la fiesta, charlando con unos y otros, buscando con ello despertar la ira de Konrad Gebert. Durante las últimas semanas habíamos tenido muchos encontronazos, pero el que había marcado un antes y un después había sido mi intento de asesinato. Por el momento no había pruebas que evidenciaran su participación, pero estaba tan convencida de que él estaba detrás de lo ocurrido que ya fantaseaba incluso con asesinarlo. Por desgracia, no sería ni aquel día ni en aquel lugar. Sabía que tenía que mantener la compostura, que me jugaba mucho, y durante largas horas fingí ser feliz. Fingí estar disfrutando de la recepción hasta que, al fin, pasada la medianoche, encontré un balcón aparentemente vacío al que salir para respirar un poco de aire.

Tantas horas de mentiras estaban pasándome factura.

Saqué el teléfono del pliegue de la falda del vestido donde lo llevaba oculto y comprobé la mensajería. En las últimas veinticuatro horas había recibido muchas noticias muy preocupantes de Albia. Noticias en las que se hablaba del retorno de Doric Auren de la mano del grupo de insurgentes que había asaltado la Ciudadela.

Doric Auren.

Me estremecía de solo pensar en ello. En un principio había querido celebrar la noticia compartiéndola con mi marido, pero con tan solo escuchar su tono de voz al descolgar la llamada supe que algo no iba bien.

—No es Doric, Nyxia —me aseguró con severidad—. Alguien está utilizando el nombre de mi difunto sobrino para volver al pueblo en mi contra. Intentan provocar una revolución... pretenden volver a Albia en mi contra. Es... ¡es de locos!

Nyxia De ValefortDonde viven las historias. Descúbrelo ahora