Epílogo

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¡Hola! Breve nota de autor... por cambios de última hora en el trasfondo de la historia he tenido que cambiar ligeramente el último párrafo... ^^U Aquellos que ya lo hayáis leído, os recomiendo que le echéis un ojo ya que cambia cierto detalle que probablemente en el futuro tenga importancia.

¡Un beso!



Epílogo



Perdimos Parthia.

Durante los primeros meses la guerra avanzó rápidamente de mano de la Última Tormenta, arrastrando a una vorágine de sangre y muerte a toda Gea. El robo de los códigos de control de los golems permitió que el Nuevo Imperio de Solaris no sufriese tanto como la Vieja Albia, pero incluso así perdimos la ciudad de Parthia, lo que dejó a Ballaster aislado del resto de la Corona.

Aprovechando las circunstancias, Volkovia lanzó a varias de sus divisiones blindadas contra mi país, poniendo a Nylett contra las cuerdas. Por suerte, la llegada de la Primera Cohorte con Gaius Herbel al mando y varias unidades pesadas de tanques consiguieron rechazar al enemigo en la batalla de Brendevaal. Desde entonces, Gaius sería considerado prácticamente una leyenda viva de Ballaster.

Furioso ante su fracaso, Rodrik Voronin se retiró a Parthia con las miras fijas en Solaris. Tanto él como la voivodina estaban obsesionados con nosotros, cegados por el dolor por la muerte de Harkon, lo que provocó que tanto Ballaster como el resto del Imperio de Solaris pasase los siguientes años en continuo estado de alerta máxima.

La Antigua Albia tampoco corrió mejor suerte que nosotros. Incapaces de frenar las oleadas invasoras, Kare Vespasian se vio obligado a pactar una alianza temporal con Talos, la Federación Libre de Throndall, Lameliard, Cydene y el gobierno de Galaad en el exilio. Al tratado lo llamaron la Alianza de Hésperos, y en ella no participamos, por supuesto. Ni nos lo propusieron, ni tampoco mostramos el más mínimo interés en unirnos. En el fondo, no los necesitábamos.

La participación de Lameliard en la guerra consiguió frenar parte del avance de las tropas de Karl Hoss en el norte, pero no detenerlo definitivamente. El mariscal volkoviano estaba decidido a acabar con el norte de la Vieja Albia costase lo que costase, y para ello no dudaría en invertir gran parte de sus flotas para destruir cuanto encontraba a su paso, entre ello muchas de las naves de apoyo de la Corona Lameliard. Dicen que hubo grandes batallas en los cielos... que incluso hubo días en las que el Sol no se puso con tal de poder disfrutar del sangriento espectáculo. Sea cierto o no, doy gracias al Sol Invicto por no haber tenido que sufrirlas.

Durante los primeros años de guerra muchos pretores veteranos murieron en el bando de la Vieja Albia. Desesperado ante la incesante pérdida de tropas, Vespasian intentó sustituirlos con nuevos reclutas, pero la falta de experiencia hizo mucho daño al Imperio. Y no solo eso. Además de sufrir un número elevadísimo de bajas, Albia sufrió un golpe aún más duro si cabe pocas semanas después del inicio de la guerra con la muerte de Selyne Auren en el Palacio Imperial. Su muerte abrió una gran herida en el país, y durante algunos días hubo todo tipo de teorías conspiratorias al respecto. Hubo incluso voces que nos señalaban como culpables, pero en esta ocasión no nos ocultábamos nosotros tras su muerte. Una vez más, Volkovia había jugado sus cartas y había dejado un doloroso regalo en el corazón del Imperio, uno del que nadie lograría recuperarse en mucho tiempo.

Las cosas no fueron tampoco fáciles en Hécate. Tras el alzamiento en armas del general Tydett y su Consejo Militar, el rey Emrys fue encarcelado acusado de traición, dejando así la monarquía en suspenso. Nominalmente Valentina Hexet seguía siendo su reina, pero únicamente por el temor que sentían por Loder. De haber sido cualquier otra persona, su destino habría sido el mismo que el de su marido: la cárcel y quién sabe si algo peor. La nueva Hécate firmó la paz con Galaad y Lameliard, pero la liberación de la primera duró poco. Con el estallido de la guerra, Volkovia volvió a invadir el país, ocupándolo por completo y llegando a la región sur de Hécate en apenas unas semanas. La zona norte, por suerte, logró mantenerse libre, pero era cuestión de tiempo de que acabase cayendo también. Por poderosa que fuera su alianza, el Imperio de Hierro era imparable.

Los rumores decían que el Gobierno de Galaad en exilio había viajado hasta Eolia, la capital de Lameliard, donde se encontraba bajo la protección de la reina Isabella. Por aquel entonces el papel del país de los corsarios era clave en la supervivencia de Albia, por lo que a nadie le sorprendió que la joven reina se convirtiese en una de sus mayores aliadas. A pesar de ello, su buen trato con la Vieja Albia no impidió que también sellase un pacto de no agresión con el Nuevo Imperio de Solaris. Ambas éramos plenamente conscientes de que nos necesitábamos, y pronto acercamos posturas.

Hubo muchos países que se mantuvieron neutrales durante la guerra, aunque fue cuestión de tiempo que se viesen involucrados en ella. La mayoría de ellos no participaron en el conflicto, pero algunos mostraron abiertamente sus simpatías.

Nadie creía en nosotros. Nadie nos apoyaba ni ofrecía su ayuda, pero por suerte tampoco los necesitábamos. A diferencia del régimen de Hésperos, el Nuevo Imperio de Solaris estaba renaciendo. Incluso después de la pérdida de Parthia nos consolidamos y pronto conseguimos controlar el avance de las tropas volkovianas. Poco después enviamos a nuestras tropas a liberar la ciudad albiana de Meridian, uniéndola a nuestro Imperio pese a las protestas airadas del gobierno de Hésperos y nombrando a Verus Damere como su gobernador y protector, con Janus y Héctor como sus principales consejeros.

Loder y yo contrajimos matrimonio unos meses después, en junio, pero en ningún momento dejó el mando del ejército. Como Comandante Supremo de las Fuerzas del Nuevo Imperio, Loder se encargó de mantener la seguridad del país.

Pero no lo hizo solo.

Gared Cysmeier fue ascendido a general, lo que le permitió a él y a su legión Malleus Solis no solo demostrar que formaban una de las unidades de élite más letales de Gea, sino también abrir un pasillo occidental con el que conectar Ballaster con el Nuevo Imperio. Cassian Volditz y su Llama Inmortal, por su parte, siguieron combatiendo ferozmente en el frente occidental, donde la presencia de Volkovia era superior, conservando así esa franja de terreno que mantenía unida toda nuestra Corona. Irónicamente, a pesar de sus reticencias iniciales, Cassian se convirtió en uno de los mejores aliados con los que podíamos contar. No obstante, al igual que les sucedía a muchos tantos, no se conformaba con los territorios conquistados. El centurión ansiaba recuperar toda Albia, deseaba con todas sus fuerzas apoderarse de todo el Imperio, y me lo recordaba a diario. Por suerte para todos, yo no me conformaba, y mi hijo tampoco.

Lucian fue coronado Emperador del Nuevo Imperio de Solaris con dieciocho años. Muchos fuimos los que nos volcamos totalmente en su educación para convertirlo en el gobernante que el país merecía. Pasamos años educándolo y formándolo, invirtiendo todas nuestras fuerzas y amor en ello, y los resultados fueron francamente buenos. Lucian se convertiría en un gran hombre, en alguien justo y protector cuyo mayor interés era el de velar por su país.

De él decían que se parecía a su padre, que había heredado su lado más impulsivo e idealista, y no se equivocaban. Lucian era un joven muy inteligente pero en muchas ocasiones su corazón prevalecía por encima de la razón. Por suerte, siempre había espacio para su familia en su mente. A Loder y a mí nos quería como a sus padres y protectores, sus maestros y mentores. A sus hermanas menores, por el contrario, sencillamente las quería sin condicionantes ni excusas: las adoraba con todo su corazón. Y habían sido precisamente aquellos lazos, tanto con su familia como con sus más allegados, desde su tío Nylett hasta el propio Verus, los que habían permitido que Lucian fuese un gran Emperador, y es que, al igual que le había sucedido a su padre, también había una gran Oscuridad en él. Una Oscuridad que le perseguiría hasta el último de sus días. Por suerte, no estaba solo. Ahí estaba su Nuevo Imperio para cuidar de él, tal y como habíamos hecho con su padre. Desde el principio hasta el final, como sus fieles caballeros.



FIN

Nyxia De ValefortDonde viven las historias. Descúbrelo ahora