Capítulo 11: Nuevas Alianzas
Campamento de la Legio Vulcana, 16 de enero de 1.809 CIS (Calendario Imperial Solar) – 10 años antes
—Vamos a morir, Nyxia, es imposible vencerlos... ¡son demasiados!
—Sí, tiene pinta de que vamos a morir.
¿Pero y qué le vamos a hacer?, me faltó decirle a mi recién adquirido escudero, Magnus Belic.
Hacía más de dos horas que combatíamos en la gran planicie donde aquella madrugada se había avistado al ejército de Alaric. No estábamos demasiado lejos de Sacramentum, a unos veinte kilómetros aproximadamente, pero el grueso del ejército enemigo impedía verlo. Por desgracia, ya poco importaba. Tal y como acababa de advertir Magnus con nerviosismo, íbamos a morir. El general Lucian nos había enviado como punta de flecha de su ejército, mostrando una vez más su confianza total y absoluta en mí. Estaba convencido de que podía hacerlo, que no había nadie mejor que yo para enfrentarse al enemigo, y yo, henchida de orgullo, había aceptado.
Y así había sido cómo, sin apenas ser consciente de ello, pues la emoción y el nerviosismo apenas me lo habían permitido, me había lanzado de cabeza a por los bárbaros del clan del Corzo Coronado con Magnus como escudero. Una auténtica locura. Locura porque no eran cientos, sino miles los guerreros que componían su ejército, pero sobre todo por la terrible magia que empleaban. Además de sus soldados, Alaric disponía de bestias salvajes entre sus filas. Enormes felinos de pelaje plateado que, con la fuerza de una máquina, se propulsaban desde la nieve hasta la cabina de mi strider, golpeándolo con brutal violencia.
Fue una batalla frenética. Mientras que Magnus dirigía los mandos de la máquina haciendo avanzar al strider por el campo de batalla, esquivando proyectiles con cada paso, yo me encargaba de los brazos mecánicos. Con el derecho disparaba ráfagas de ametralladora mientras que con el izquierdo, armado con un tecnosable, trazaba arcos y estocadas contra el enemigo, hiriendo y arrebatando vidas a cuantos me encontraba por el camino.
Me sentía indestructible; sentía que nada ni nadie podría detenerme. Que podría vencer aquella batalla... que nada iba a frenarme.
Por desgracia, me equivocaba.
Tras romper las filas de los Corzos y reducirlos prácticamente a cenizas, Alaric dirigió a sus propios striders, cientos de nuestras propias máquinas modificadas, contra nosotros. Su ejército volvió a formar, abrió un estrecho sendero por el que dejar pasar a sus máquinas y, en apenas unos minutos, una nube de bípedos inició el nuevo ataque.
A partir de entonces, todo cambió. La que había sido una gran victoria se convirtió en mi cuenta atrás, y es que, como bien acababa de decir Magnus, íbamos a morir.
Pero no les iba a salir barato precisamente.
—Avanzan a velocidad de crucero —exclamó mi escudero desde la parte baja de la máquina, con la mirada fija en la cada vez más cercana línea de enemigos—. Cuento casi un centenar, Nyxia.
—De acuerdo —respondí con los dedos firmemente cerrados alrededor de los mandos de dirección—: activa los escudos y prepárate para el choque.
Noté la mirada de Magnus fija en mí a través del pequeño tramo de escaleras que nos separaba. A pesar de ser un pretor y de haber sido preparado para morir en acto de servicio, mi compañero estaba muy nervioso. Se sentía especialmente vulnerable ante la oleada de enemigos que avanzaba hacia nosotros. Normal, yo tampoco es que estuviese tranquila precisamente. Pero, ¿qué podía hacer? A aquellas alturas, con la Aurora en Sacramentum y Doric Auren a punto de enfrentarse a Alaric en combate singular, lo de menos era lo que nos sucediese. Vivíamos un momento único en la historia y aunque probablemente no fuésemos a sobrevivir para contárselo a nuestros hijos, quería que mi párrafo en los libros de historia fuese especialmente glorioso.
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Nyxia De Valefort
FantasyOcho años después del final de la guerra que cambió el destino de Albia, aquellos que fueron expulsados de su patria están preparados para volver. Ha llegado el momento del regreso del Nuevo Imperio y Nyxia De Valefort está lista para reclamar de nu...