Capítulo 23: Los Últimos Caballeros

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Capítulo 23: Los Últimos Caballeros



Palacio de Verano de Delphys, 22 de julio de 1.811 CIS (Calendario Imperial Solar) – 8 años antes



Delphys era una pequeña ciudad situada a 150 kilómetros al este de Solaris. La residencia de los Auren se encontraba en sus afueras, en una vasta parcela junto a la playa. Rodeada por muros de mármol y torres de vigilancia, la residencia en sí era un enorme palacio en el que se replicaban algunas de las estancias del Palacio Imperial de Hésperos.

Impresionante.

Mientras avanzábamos por sus salones en compañía de Héctor Fern, cuyo padre nos había recogido en la estación y nos había llevado a la residencia, en mi mente no tenía cabida ninguna otra palabra. Aquel lugar era totalmente increíble, con sus suelos de cristal dejando ver las cuevas subterráneas, las grandes lámparas de araña iluminando los techos abovedados y las titánicas estatuas que con tanto realismo decoraban las estancias.

—Fue construido por orden de Marcus III, el tatarabuelo del Emperador —explicaba Héctor con orgullo mientras paseábamos por los paradisíacos jardines que rodeaban el edificio principal. Dentro de la misma parcela, a doscientos metros de distancia de la entrada, se hallaban las lujosas viviendas para los invitados, todas con acceso a la playa—. El Emperador Konstantin dejó de venir hace muchos años. Al parecer no le gusta demasiado el mar. El príncipe Lucian, sin embargo, es un enamorado. No hay verano en que no haga una visita.

—¿Y tú vives aquí? —pregunté con curiosidad, esforzándome por controlar mi asombro. Héctor y Loder conocían tan bien aquel lugar que, a su lado, parecía una pueblerina—. Tu padre ha sido muy amable al venir a buscarnos a la estación.

—Lucas Fern es un gran hombre —sentenció Loder con sinceridad—. Un gran ejemplo.

—Sí, es un buen tipo —admitió su hijo—. Una buena persona, sobre todo. Y no, Nyxia. Yo no vivo aquí. Desde que me eligiese como su ayudante personal, acompaño al príncipe a todas partes. Mi padre, en cambio, sí que vive aquí todo el año. En Delphys, me refiero. Mi familia tiene una casa en las afueras del pueblo, a unos diez minutos. Normalmente viene y va cada día, pero hay ocasiones en las que se tiene que quedar. Por suerte, tiene una habitación reservada. El príncipe insiste en que debería mudarse aquí definitivamente, que no es necesario que esté todo el día de arriba abajo, y más después de la muerte de mi madre, pero él se resiste.

Héctor nos guio hasta el acceso al edificio de invitados, una amplia entrada formada por dos arcadas que daban a un cálido y acogedor vestíbulo. El edificio en sí no era demasiado alto, con tan solo dos plantas, pero sí muy amplio. Tras dejar a Loder en su habitación, cerca de la salida, tardamos casi diez minutos en llegar a la mía, situada en la esquina oriental. Héctor probó la llave en la cerradura, asegurándose de que funcionase correctamente, y me la tendió.

Se despidió de mí con un beso en la mejilla.

—Si necesitas algo, avísame, por favor. Tengo que atender al resto de invitados.

—¿Hay muchos? —pregunté con curiosidad, introduciendo la llave en la cerradura—. ¿Conozco a alguno?

—En persona no sé, de la televisión seguro. —Héctor hizo un ligero ademán de cabeza a modo de despedida y se retiró—. Hasta luego, Nyxia. Me alegro de volver a verte.

Tras girar la llave en la cerradura y empujar la pesada puerta de roble entré en una inmensa estancia muy luminosa en cuyo interior aguardaban dos habitaciones diferentes. La primera era un dormitorio con acceso directo a una playa privada en cuyo centro destacaba una cama de gran tamaño. El mobiliario era de color blanco, con varias piezas de almacenaje además del armario, que contrastaba con el suelo negro. Había además una mesa con varias sillas, un sillón reclinable que daba a los ventanales y un vestidor. La otra habitación era el baño, una espaciosa estancia de mármol blanco y acabados dorados donde una gran bañera circular de color cobrizo me aguardaba llena de agua humeante. Perfecta para descansar del largo viaje.

Nyxia De ValefortDonde viven las historias. Descúbrelo ahora