Arboles.
Justin golpeó la pared fuertemente de nuevo haciéndose daño en sus puños, no le importaba que casi se destruyera los nudillos, lo único en lo que pensaba era en que había sido tan estúpido, tan idiota. ¡Joder! No volvería a ver a Cailin y la castaña se había ido con la idea de que él no le quería, que nunca la había amado, cuando en realidad era todo lo contrario.
Justin la amaba con todo su ser, pero simplemente no podía decirlo, no pudo haberle dicho, eso significaría más problemas para la castaña —y ya tenía demasiados— Cailin tenía diecisiete años, era joven, no tendría que estar viviendo esos problemas por los que estaba pasando, y todos y cada uno de los problemas eran culpa de Justin.
Le dio otro puñetazo a la pared para luego dejarse caer de espaldas contra ella, impotente, cansado, solo. Jamás volvería a sentirse bien, jamás lograría borrar de su mente la cara y la mirada de Cailin cuando le dijo que nunca la había amado. La menor se había destruido -literalmente- había caído ante él en el juicio, se había humillado y él había contribuido a todo, mas bien, él era el causante de todo.
—Si tan solo la hubiera dejado tranquila.— murmuro para él mismo.
(*)
—Lo vez Smith. Te dije que tenía este caso ganado, era obvio que Bieber no tenia oportunidad, aunque con tu hermana ayudándolo iba a ser difícil. ¡Qué va! Lo hemos ganado, chico.— vitoreaba el señor Green desde el asiento del copiloto mientras que Alex asentía con la cabeza.
Me sentía sucia, humillada, usada. Justin nunca me había amado. Me lo había dicho en mi cara, frente a la juez, frente a los abogados, frente a mi hermano al que siempre —desde que se entero— le insistí en que Justin me amaba y que sus intensiones conmigo eran puras, pero ahora veo que lo que en realidad era, eran puras ganas de follarme y luego en la primera oportunidad de enviarme al diablo. Lo peor era que yo no lo soportaría.
—Cailin te estoy hablando.— escuche a Alex, despegué mi vista de la ventana del coche y mire hacia delante, al parecer ya habíamos dejado al estúpido abogado en su estúpida casa.— Te preguntaba si querrías pasar la noche con Zoe.
¿Pasar la noche con Zoella? Siempre que le preguntaba si podía quedarme en la casa de Zoella contestaba no. ¿Ahora quiere dejarme allí? ¿A caso también quiere deshacerse de mí? No conteste.
—Vamos Cailin, puedes pasarla bien, es tu mejor amiga, te sentirás mejor y...
—Solo llévame a nuestra maldita casa Alex.— conteste a regañadientes.— Ve, tírame en la casa y luego vete a trabajar o a lo que sea que vayas, como siempre hacías. Solo llévame a la casa.— dije por último intentando evitar las lagrimas.
Alex soltó un suspiro sonoro y condujo en dirección a casa, dirigí de nuevo mi vista a la ventana y me concentre en los arboles que íbamos dejando, quedaban uno tras otros, los últimos olvidados, como si nunca se hubieran visto. Ojalá así quedara mi relación con Justin.