Dulce Pecado ➳ j.b

Capítulo 31

Por qué.

Cailin.

Mis pasos resonaban por todo el lugar, llevaba una mano dentro del bolsillo de mi chaqueta y con la otra me acomodaba el cabello. Dos meses, habían pasado dos meses exactamente desde el último juicio, estaba nerviosa.

No sabía que haría, o como tendría que reaccionar cuando viera a Justin de nuevo. ¿Debería enojarme? O simplemente. ¿Gritarle y reprocharle el haberme utilizado solo para darse placer? O tal vez. ¿Debía tirarme hacia él y pedirle que aunque no me quisiera y me aborreciera me regalase un beso como los que me daba después de decirme que me amaba aunque sea solo una mentira?

Tenía esas dos ideas en mente, ganando la segunda y es que yo era débil, estaba consciente de ello. En mi cuerpo ya no quedaba nada más que un poco de dignidad, la había perdido casi toda al tal punto que no me importara que Justin me utilizara una vez más si al final me murmuraba un te amo, aunque no lo sintiera de verdad, así de enferma estaba.

Intente seguirle el paso a mi hermano, pero él caminaba demasiado rápido, cuando logre alcanzarlo él estaba saludando a unos señores dándoles la mano en señal de educación, mire hacia todos lados para ver si alguien indicaba a que pasáramos ya y que todo terminaría pronto, pero nada. Suspire ya frustrada y dirigí mi mirada hasta el pasillo posando mi vista en una persona que no sabía si quería ver.

Justin se acercaba junto a unos guardias, uno a cada lado de él, estaba diferente, su piel estaba más clara, su cuerpo un poco más delgado y su cabello largo que le casi le cubría los ojos, tenía una mancha negra bajo estos. Justin no se miraba bien. No en el sentido atractivo, porque Justin siempre sería atractivo, me refiero a que no se miraba bien de salud, claramente le hacían falta unas horas de sueño y una mejor alimentación, me pregunte si quizás tenía la comida y no querría comer o que tal vez si tenía tiempo para dormir pero él lo empleaba en otra cosa por las noches, si se dedicaba a pensar en mi.

Trague en seco cuando Justin levantó la mirada y la poso sobre la mía. Como solía hacerlo antes. Y entonces, no supe cómo reaccionar, no hice nada de lo que había pensado, yo solo me quedé allí, estática, perdiéndome en ese mundo al que me llevaban esos ojos mieles que tanto que me gustaban, en las caricias y en los te amo que alguna vez me habían dedicado esos labios tan rosados como las mismas mejillas de un bebé. Y cuando lo vi sonreírme de lado ya no pude más sentí que el corazón se me saldría del pecho y caminaría hacia Justin para quedarme con él, que mis piernas ya no soportarían mi peso y que mi brazo sangraría en cualquier momento, porque ya había comenzado a rascarme y ni siquiera lo había notado. Los guardias encaminaron a Justin para entrar a la corte, paso al lado mío con una lentitud que me pareció el mismísimo infierno, me había mirado por último vez y me susurró un tenue ángel que juro termino de matarme en vida.

—Cailin, es hora.— me indico Alex.

Asentí con la cabeza y seguí a mi hermano hasta llegar a donde nos correspondía sentarnos, era la misma sala, las mismas sillas y la misma jueza. Todo era lo mismo que la vez anterior, pero yo no quería que terminara igual.

Antes de venir al juicio había hablado con Josh, habíamos planeado todo lo que yo diría ahora, se suponía que cuando me tocara declarar yo diría que Justin era el peor ser humano sobre la tierra y que no merecía mi perdón, que me había dejado con severos traumas psicológicos y que jamás se lo perdonaría, luego iba a maldecirlo frente a todos y le diría la poca cosa que es como persona, sonaba justo, pero cuando Josh se dio cuenta de que estaba llorando mientras decía todo eso cambio de parecer.

—Tú lo amas, Cailin. No puedes decir todo eso si lo amas.

—Pero él lo dijo Josh, el me lo dijo cuando se suponía que el también me amaba.