Epilogo

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Nadie dijo que sería fácil...

—Cailin... pss... Cailin.— me llamo Zoella como por tercera vez.

Estábamos en clase de filosofía y desde que habíamos entrado, Zoella no dejaba de llamarme. Así que sin poderla seguir ignorándolo decidí voltear sin que el catedrático se diera cuenta.

—¿Qué? ¿Qué pasa Zoella?— pregunte harta y ella solo sonrió.

—Es mi cumpleaños.— gire los ojos. Creo que ya me lo había dicho una vez, o dos, o toda la mañana para ser exactos.

Era el cumpleaños número veintiuno de mi amiga y ella no podía estar más feliz, ya era mayor de edad. Habíamos planeado una enorme fiesta que sería en casa de Zayn por la noche y Zoella había dejado en claro que quería mucho alcohol en la fiesta. Ahora era legal que ella lo bebiera.

Han pasado ya cuatro años desde el último juicio. Cuatro largos años que sorprendentemente no fueron tan difíciles de soportar. Me había graduado del colegio y ahora estaba estudiando Literatura en la universidad, Zoella estudiaba psicología, pero aun así compartíamos algunas clases. A veces, casi siempre los fines de semana salía con Josh a jugar fútbol a la pequeña cancha que quedaba cerca de la casa, él estaba más que feliz, ahora vivía conmigo, con nosotros.

—¿A qué hora la fiesta Smith?— me pregunto Zoella mientras guardaba algunos libros.— Mierda.— murmuro cuando se le cayeron algunos. Yo reí.

—A ver, te ayudo.— le dije tomando unos.— No sabía que en psicología tendrías que leer tanto.

—Créeme, yo tampoco sabía.— suspiro.— Pero es lo que quería y esta genial.

Salíamos al pasillo de la universidad y nos dirigimos al estacionamiento. No puedo decir que ya había olvidado todo lo ocurrido hace cuatro años, porque aún escuchaba murmullos al pasar al lado de las personas.

¿A caso no es esa Cailin Smith?

¿Quién?

La chica a la que violaron cuando tenía quince.

Oh, ya la recuerdo, sí creo que es ella.

Y eso siempre pasaría, o al menos por un tiempo más.

Pero yo estaba bien con eso, digo, no puedo decir que los comentarios se me resbalaban como si nada, pero no eran tan hirientes como fueron hace un tiempo. Así que yo ahora solo camino por los pasillos y no me importan demasiado los rumores que escuche o que me crean una enferma a mí o a Justin. Lo importante es que yo ahora tengo la madures suficiente como para confiar en mí misma y en mis amigos que siempre estuvieron conmigo.

—Creí que era mi cumpleaños Smith, pero al parecer a ti también te esperan con sorpresas.— me dijo Zoella y yo levante la mirada.

Frente a nosotros estaba estacionada esa camioneta que yo tanto conocía y en ella estaba recargado nada más y nada menos que Justin Bieber, sosteniendo un ramo de rosas azules en su mano derecha y en la otra tenía su celular. Sonreí al verle y me acerque a él carraspeando para que notara que estaba allí.

—Oh ángel.— me saludo y guardo su celular.— Son para ti.— me dijo tendiéndome el ramo de rosas y yo no pude evitar sonrojarme ante eso.

Y es que hay cosas que nunca iban a cambiar.

—Gracias Justin.— le dije tomando el ramo y dándole un beso en los labios. Él sonrió.

—Eh. ¿Y a mí no me saludas?— me dijo Alex y yo me acerque a besarle su mejilla.

Dulce Pecado ➳ j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora