Over again.
Desperté en una habitación blanca, era demasiado tranquila como para que estuviera con más personas que por un momento creí que había muerto y me encontraba en el cielo, pero las chicas como yo tal vez no íbamos al cielo. Abrí un poco más los ojos y me percate de que alguien dormía en la silla que estaba al lado de la cama, pude enfocar mejor y vi que se trataba de Alex.
Mi hermano tenía la cabeza recargada en su mano mientras respiraba pasiblemente, me dije que quizás no había dormido en toda la noche, así que decidí no despertarlo. Inspeccione toda la habitación y me di cuenta de que las cortinas estaban cerradas y a eso se debía la oscuridad de la habitación, pero eso estaba bien. Levante mi brazo cuando sentí algo incomodo en mi mano, era una intravenosa. ¿Tan mal me había puesto?
—Cailin.— escuche que me llamaban. Gire mi cabeza y me encontré con Alex sonriéndome con insuficiencia.— ¿Cómo te sientes?
—Bien, supongo.
—Debo llamar al médico.
El médico llego enseguida y me hizo unas cuantas pruebas, al terminar me había explicado que me había dado un tipo de crisis nerviosa bastante raro, pero que ya me encontraba mejor y que podría irme a casa al día siguiente. Alex le dio las gracias al doctor y este luego se fue deseándome que me recuperara muy bien.
Alex paseo los ojos por toda la habitación y luego me miro, logre descifrar su mirada, quería decirme algo, y algo importante, porque era la misma mirada que me había dirigido en la oficia del señor Gray.
—Me diste un gran susto, eh.— me dijo.
—Ya deberías de haberte hecho inmune a las sorpresa.— ironice, el rió.
—Sí, eso creo.— se formo de nuevo otro silencio que no era para nada cómodo. Alex soltó un suspiro y se sentó en la silla de nuevo, aclaró su garganta y de nuevo dirigió su vista a mí.— He retirado los cargos contra Justin.— soltó de repente y yo palidecí.
—¿Qué?
—Eso, ya no está en prisión, está libre.
—¿Por qué lo hiciste?— fue lo único que se me ocurrió preguntar.
—Hable con él después del juicio y me dijo algunas cosas.
—¿Cosas?— pregunte confundida.— ¿Qué cosas?
—Las mismas que te dijo a ti. Y me pidió perdón por haber hecho lo que hizo.— desvié la mirada.— Y me dijo que te ama.
No volví a ver a mi hermano cuando me dijo eso de que me amaba, no parecía. El juicio había sido demasiado confuso y mi débil mente de inadaptada no lograba comprenderlo a fondo. Lo había confrontado, le había dicho todo lo que quería decirle, le escupí en la cara todas las cosas que llevaba dentro de mí y no me sentía bien. Justin había llorado mientras yo le decía todo aquello y eso me rompía el corazón, porque fuera como fuera él había sido mi primera atracción, mi primer amor, mi primer deseo y eso no lo cambiaría jamás, pero lo que estaba mal era que yo ya no le creía nada.
—Te amo.— me repitió mientras se defendía durante el juicio. Pero. ¿Cómo creerle? Dijo que todo lo que había dicho con tanto odio había sido mentira. Entonces. ¿Cómo creerle algo? Más si era un te amo, la verdad, empezaba a preguntarme qué significaría para Justin esas palabras.
Pero eso ahora era lo de menos, bueno, Justin estaba libre, Alex había retirado los cargos contra él y saldría de prisión. Y de alguna manera eso me daba temor.
¿Qué haría ahora él? ¿Me buscaría? ¿Se iría lejos? Dios, ¿qué iba a hacer yo? No quería topármelo por la calle, o encontrármelo casualmente en un supermercado, no, yo no quería verlo, bueno una parte de mí no quería hacerlo.
—Saldrá mañana por la tarde.— me dijo mi hermano haciendo que dejara de pensar por un minuto.— Me dijo que piensa irse de Londres.— ¿irse?— Y de Inglaterra.— Irse.
Mire al techo del hospital y entorne los ojos, me sentí sofocada y alucinando, pero esta vez no me dieron ganas de reír como demente, ni como loca o idiota, solamente me dieron ganas de volver, de volver hacia atrás donde éramos niños y luego avanzar a nuestra adolescencia, al momento de nuestro primer beso, al momento en que hicimos el amor por primera vez, al momento donde éramos felices jurándonos amor por siempre. Yo no quería que Justin se fuera del país, no quería verlo pero sabía que tarde o temprano lo necesitaría y tendría que buscarlo para estar mejor. Solo quería regresar al comienzo.
Justin, llévame de regreso al comienzo.
(*)
Justin.
—Bien joven Bieber, eso es todo, ya puede retirarse.— me dijo el jefe de la estación sin ninguna pizca de emoción en su rostro. Asentí y tome los papeles del mostrador.
Salí a la calle y lo primero que sentí fue la brisa colarse por mi cuerpo, inhalé hondo y solté el aire, estaba libre, sin rejas, sin muros a mi alrededor, sin demonios. Pero yo no me sentía libre.
Y es que sin Cailin yo no me sentía libre, es más, dudaba que algún día volviera a sentir algo, una emoción o el despertar de mis sentidos, eso ya no existiría en mi vida. Cailin me había dejado, o eso suponía yo. ¿Qué acaso no entendía como estaba yo de mal? Le había aclarado todas sus dudas en el juicio, le había gritado con todas mis fuerzas que la amaba y ella se había desmayado.