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RECURSOS INAGOTABLES, SENTIMIENTOS INAGOTABLES.

Maia vio entrar a Calum, pero él a ella no, él miraba el piso y fruncía el ceño, Maia imaginó que estaba analizando algo, tal vez decidiendo si hacer una cosa u otra, ella lo sabía bien porque conocía esos gestos en Calum. Su pecho le dolió por recordar que tan bien conocía a Calum. Era imposible que no lo supiera, había vivido tantas cosas con el que le era imposible no fijarse en esos detalles.

Cuando Calum se dio cuenta de que era observado, Maia apartó la vista y estuvo a punto de dirigirse a otro lugar, evitando de nuevo que le hablara, sabía que era infantil ese comportamiento, pero creía era la única solución fácil. Sin embargo, no se sentía para nada feliz. Tenía muchas ganas de hablar con él sobre todo lo que pasaba y las cosas nuevas que habían aprendido en tan solo esas semanas.

Y mientras más se perdía en sus pensamientos no se dio cuenta del momento en el que Calum ya estaba casi frente a ella, no sonriendo o haciendo alguna expresión, tan solo mirándola.

- ¿Podemos hablar? - él preguntó. Maia estaba a punto de negarse-. Por favor.

-Bien.

Se dirigió a la cocina no precisamente porque tuviera hambre, pero si necesitaba un buen pretexto para no hablar de más o mantener su boca ocupada y un vaso con agua sería su solución acertada. Estaba odiándose por sus excusas infantiles que no había tomado desde que tenía catorce, y aun así se justificó que tener casi diecisiete era lo mismo.

-Escucha- comenzó a hablar Calum y Maia supo que él tampoco quería esa conversación incomoda-, he pensado en lo sucedido. Y, necesito hablarlo ahora, aunque no queramos, sé que prometí que sería hasta después de todo esto... pero ¿y si no hay un después?

Maia se quedó sin palabras al escuchar eso último, se había estado convenciendo que habría un después, se lo repetía en cuanto se despertaba y porque Ginebra lo decía cada vez que hablaba de sus hijos. Estaba quizás en un estado de necedad, aferrándose a la idea que no se estaban enfrentando a algo peligroso y que podrían salir ilesos y triunfadores todos... absolutamente todos, porque eran el lado bueno y eso es lo que siempre pasaba, ¿no?, los buenos siempre vencían al villano y entonces había un después.

-Habrá un después- susurró muy poco convincente, incluso una parte de ella sabía que era mentira.

-Si, pero ¿y si no? Me gustaría hablarlo ahora, en este momento.

-No sé qué es lo que tienes tú que hablar- habló más fuerte, sintiéndose de pronto molesta-, yo soy la que ha guardado mucho por tanto tiempo, debería ser yo la que hable.

Calum estaba desconcertado por el repentino cambio de situación, no comprendía lo que Maia estaba diciendo, quería hacerlo, quería decirle que la entendía y que lo hablarían, pero no estaba seguro de que es lo que Maia quería escuchar.

-Desde que te conocí... aquel primer día de clases que no sabía dónde sentarme, y tú me ofreciste un asiento, ese día fue divertido- continuo Maia, dejó el vaso de cristal vacío sobre la mesa de granito, recargó sus manos ahí y bajó la cabeza-. Y cuando los días pasaron supe que me estabas gustando, y cuando quise decírtelo, me enteré de que eras gay... creí que podía vivir con eso, supongo que lo hice. Sé cuáles serán tus palabras, Calum... que somos amigos y que no se puede cambiar eso... y trato de soportarlo, pero no creo poder hacerlo, no si te sigo viendo con él, aunque no estén juntos, quiero que estés feliz... pero yo también quiero serlo, seguiremos siendo amigos, aunque no como antes y lamento haber arruinado nuestra amistad, lamento todo esto, te quiero... y lo lamento.

Linaje Angélical »Cashton~Muke«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora