CAPÍTULO 5. LOS MALFOY.

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Tercer año #3

La cena transcurrió con normalidad, aunque eso no excluía la tensión del ambiente. Quizás tan solo la sintiese Dayana. Aun así, le estaban poniendo en bandeja la oportunidad de presumir y no la estaba desaprovechando en absoluto. Quería sentirse superior a Draco, vengarse haciéndose verse más valiosa delante de sus padres, y parecía estar consiguiéndolo.

- He escuchado que estas sacando unas notas excepcionales.

Era como si Lucius tuviera oídos en todos lados. Estaba al tanto de todo lo que ocurría en el mundo mágico; así como en Hogwarts.

- Hago todo lo que puedo, señor Malfoy. - respondió con falsa modestia. Draco miraba su plato en silencio, apenas había hablado y su cena estaba casi intacta. - No es fácil memorizar los interminables pergaminos ni realizar los innumerables trabajos que nos mandan, pero intento esforzarme día a día.

- Draco podría aprender algo de ti. - sugirió. - No hago más que oír que la señorita Granger, considerando de dónde procede, lo supera en una materia tras otra. Menuda vergüenza.

No estaba implícito en sus palabras salvo por el tono de desdén, pero sabía que se refería a Hermione como una sangre sucia, igual que hacía su hijo en numerosas ocasiones.

- ¿Y en tu casa de Hogwarts? ¿Te sientes cómoda? - intervino Narcissa, con un tono levemente más amable. Tal vez fuera más condescendiente que Lucius, pero su apariencia era fría y altiva.

- Tuve unos pequeños roces los primeros años, pero ahora está todo solucionado. Tengo muy buenos amigos allí.

Durante los dos primeros años apenas se había relacionado con los miembros de su casa ni con nadie en general, por lo que una chica decidió meterse con ella como si así pudiera sentirse más popular entre los Ravenclaw. La acusó falsamente de haberle robado un anillo y en consecuencia acabó en el hospital malherida. Este año era diferente, había aclarado todo lo ocurrido y había comenzado a trazar amistad con todos. A penas era Navidad y ya podía decir que muchos la adoraban.

Dayana era una chica carismática, guapa e inteligente. Tenía mucha personalidad y eso se notaba, tanto para bien como para mal.

- Una lástima que no te eligieran para Slytherin. Tu madre hubiera estado encantada de verte con su corbata verde.

Dayana apretó el tenedor y el cuchillo entre sus dedos con la intención de calmarse. Se había planteado la posibilidad de que Lucius mencionaría a sus padres, pero no estaba dispuesta a darle el placer de saber que la molestaba.

- Sí, una lástima.

- ¿Tú no nos cuentas nada, Draco? - volvió a intervenir su madre, cortando el tema de raíz.

El chico fue interrumpido por su padre en cuanto trató de abrir la boca.

- Por supuesto, hijo, cuéntanos como de nuevo Harry Potter y sus amiguitos te han vencido. ¿Has perdido al quidditch otra vez? ¿O quizás ya tengas claro que van a arrebatarte la copa de las casas?

La tensión anterior era inexistente en comparación con la de ahora. Tanto Narcissa como Dayana y Draco estaban inmóviles, con la diferencia de que este último parecía todavía más pálido que de costumbre. Sin decir palabra, bajó la cabeza hacia su plato de nuevo.

Las palabras de Lucius le habían dolido incluso a Dayana y eso que no iban dirigidas hacia ella. Draco, con lo orgulloso que era y siendo humillado por su propio padre... no quería imaginarse lo que debía sentir. Enseguida se arrepintió de haber disfrutado su venganza; pensando incluso que al hacerlo había resultado ser tan cruel como el propio Lucius.

Destinada | Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora