CAPÍTULO 8. CASTIGO.

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Quinto año #2

Draco ya había terminado el postre y observaba asqueado a Goyle, quien intentaba meterse en la boca tantos bollos a la vez que tenía las manos y media cara pringadas de chocolate y mermelada.

- Quiero enseñarte el reloj que me ha enviado mi padre por mi cumpleaños. - comentó Blaise. - Mañana en clase se quedarán boquiabiertos al verlo.

- Después de la ronda, si eso.

- ¿Absolutamente todos los días tienes que recorrerte el castillo? ¿No puedes descansar por una vez? - bufó Zabini. Él no había querido entrar en la Brigada Inquisitorial; sino que había preferido mantenerse ajeno al tema.

- No. - negó. - Todavía menos ahora que Umbridge es directora. Los alumnos están más agitados por momentos.

- Y después de tantas semanas sigues yendo con la boba de Henderson. Puede cuidarse por sí solita, ¿sabes? Ha demostrado ser muy perspicaz para lo que le interesa. - intervino Pansy. Daba igual que estuviera dos asientos más a la derecha, se metía en todas las conversaciones.

- Déjame tranquilo, ¿quieres? - gruñó Draco. Apoyó su barbilla sobre la mano y dirigió una mirada enfadada hacia la mesa de Ravenclaw. - Odio que me agobies. Lo sabes de sobra, Pansy.

La chica cerró la boca, se puso roja de rabia y giró el rostro con todo el orgullo posible.

- Si yo tuviera una chica como ella, no le hablaría así. - le reprendió Blaise.

- Pudiste tener a Lovegood.

- Lovegood está loca, no puedes compararla con el carisma de Pansy.

Draco suspiró y rodó los ojos.

- Loca o no, seguro que te daría menos quebraderos de cabeza.


Desde la mesa de Ravenclaw, Dayana comía a toda prisa para acabar a tiempo. Se había quedado practicando hechizos hasta tarde, y ahora ni podía perderse la cena ni tampoco llegar tarde a la ronda con Malfoy.

- ¿Te encuentras bien? - le preguntó Luna. Antes no estaba sentada a su lado, pero como ya habían terminado bastantes alumnos, se habría acercado.

- Sí, claro. Tan solo tenía hambre.

- Hace mucho que no hablamos.

- Estoy ocupada.

- ¿Con qué?

- Con cosas.

Luna asintió y sonrió levemente.

- Puedes contar conmigo para lo que quieras.

Dayana dejó sobre la mesa la magdalena que iba a morder y le prestó atención a la chica. Era tan inocente... tan frágil.

- No necesito tu ayuda. - gruñó antes de levantarse y salir del Gran Comedor.


La ronda nocturna la empezaban a la misma hora y en el mismo sitio. Avanzaban en silencio y a un paso medianamente rápido. Normalmente solían ser tranquilas, pero esa vez el ruido de pasos los alertó a ambos. Draco fue el primero en avanzar con rapidez, deseoso de atrapar al alumno indiscreto y poder castigarle o enviarle a Umbridge. Por ese mismo motivo, Dayana hizo un esfuerzo y le adelantó.

Nada más girar la esquina una melena pelirroja fue lo primero que se encontró.

- ¿Fred? - cuestionó.

- Menos mal que eres tú, Dayana. - suspiró.

- No... - si quiera pudo terminar la frase antes de que Draco se colocara a su lado.

Destinada | Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora