Quinto año #3
Fred y George Weasley habían hecho una salida triunfal del colegio tras ponerlo patas arriba. Ocurrió durante los TIMOs, mientras los alumnos realizaban los exámenes en un silencio sepulcral. La sala se llenó de fuegos artificiales de diferentes colores y formas. Filch, y sobre todo Umbridge, estallaron en cólera al ver a los gemelos montando en sus escobas y lanzando los fuegos.
El espectáculo terminó cuando la más grande de las explosiones tomó forma de dragón y persiguió a Dolores hasta la puerta de la sala al mismo tiempo que todos los marcos con sus absurdas normas impactaron casi al unísono contra el suelo.
No quedaba nada para terminar el quinto año y los resultados de los TIMOs, a pesar del revuelo de los fuegos artificiales, habían superado las expectativas de Dayana. Sus resultados habían sido excelentes, por lo que el tiempo que había invertido machacándose había valido la pena.
Dayana estaba releyendo en su cama la carta que le había enviado Fred esa mañana. En ella le explicaba que su hermano y él habían decidido abandonar Hogwarts por todo lo alto para dedicarse a vender bromas de creación propia, negocio que ya habían extendido entre los alumnos a principio de año.
Un búho se posó en el alféizar de su ventana y picoteó en el cristal interrumpiendo su lectura. En cuanto le abrió y cogió la carta de su pico, extendió de nuevo las alas y se marchó sin esperar un premio. Su plumaje era pardo con marrones preciosos y tanto su pose como su vuelo eran elegantes. Irónicamente, era igual que la familia de la que procedía la carta: los Malfoy.
La letra, escrita a mano, era exquisita. Tan solo eran unas pocas líneas dentro de una carta cerrada con el sello de la familia; lo que le sorprendió fue ver quién la firmaba.
"Cuando termines las clases del día, acude a la mansión Malfoy. Dolores Umbridge te permitirá utilizar su chimenea solo por esta vez. No faltes.
Lucius Malfoy."
Ojalá hubiera podido escaquearse o fingir que no había recibido la nota, pero sabía que no podía hacerlo. No podría escapar de ese hombre por más que lo deseara y, después de lo que se enteró en Navidad, probablemente lo necesitaría.
*
La noticia de que Dolores Umbridge había sido destituida y que Albus Dumbledore regresaría a ocupar su papel como director de Hogwarts emocionó a todo el mundo. Las cosas volvían a la normalidad, tal y como debía ser, pero algo en la comunidad mágica había cambiado. Ahora todos sabían que Lord Voldemort había regresado; ya no solo eran conjeturas, era una clara verdad.
La felicidad se escuchaba por los pasillos, los alumnos reían, correteaban y gozaban de la libertad que Umbridge les había arrebatado durante todo el año. Dayana se dirigía hacia el comedor cuando cierta cabellera rubia llamó su atención.
- ¿Qué haces, Luna?
La chica colgaba carteles en la pared cada pocos metros. No le faltaría mucho para empapelar todo el pasillo.
- Todas mis cosas han desaparecido. – respondió. – Sé que ha sido una broma, pero las necesito para hacer mi equipaje.
Dayana se mordió la lengua en un intento por no hablar de más; por no ofrecerle su ayuda. Sabía que en todas las casas se burlaban de ella por sus miles de locuras.
- Espero que tengas suerte. – fue lo único que dijo.
- Gracias. – sonrió levemente. – Feliz verano, Dayana.
- Lo mismo digo, Luna.
A tres días de que pudieran regresar a sus casas para disfrutar de las vacaciones de verano, Draco se vio obligado a buscar por todo el colegio a cierta chica castaña que tan solo le daba quebraderos de cabeza. La encontró en los jardines, sentada bajo un árbol mientras observaba a los alumnos de primero reír y jugar los unos con los otros.
- Henderson. – la llamó. – Mis padres me han enviado una carta para ti.
Ella se levantó en cuanto vio a Draco a un metro suyo, con la carta en la mano y cara de pocos amigos. Aunque hizo el amago de entregársela, lo primero que vio Dayana fue que el sello ya estaba abierto.
- ¿Por qué la has abierto si era para mí?
- No soy tu mensajero. – gruñó. – Además, son mis padres, no ocurre nada porque lea su correspondencia.
Seguramente Lucius pensaría lo contrario.
- ¿Y bien? ¿Qué quieren? – cuestionó. Si él ya la había leído, no hacía falta que lo hiciera ella.
Dayana se cruzó de brazos y se afinó la garganta en un esfuerzo por mantener la pose de indiferencia. Por dentro casi temblaba por lo que pudiera haber leído ese chico.
- Quieren que pases el verano en nuestra mansión. – respondió. – Lo ha escrito mi madre; se ha debido poner sensiblera al pensar que estarías sola.
Una punzada de dolor acechó el estómago de Dayana. Sí, era cierto que pasaba los veranos sola. ¿Quién más iba a estar con ella si sus padres estaban muertos? Aun así, siempre pensaba que mejor estar sola que mal acompañada.
Le aliviaba que Narcissa no hubiera puesto nada que Draco no debiese saber. Probablemente se imaginaba que su hijo leería la carta antes de entregarla.
- Tengo planes para el verano. – respondió. – Voy a casa de Luna Lovegood, me ha invitado. Su padre es un hombre muy amable.
Draco arrugó el entrecejo.
- Pensaba que ni os hablabais.
- Te equivocas.
El chico asintió más o menos convencido. Tampoco es que le entusiasmase la idea de tenerla en casa durante más de dos meses.
- Dile a tu madre que aceptaré su oferta, pero solo en agosto. El resto del verano lo quiero para mí.
- Te repito que no soy tu maldito mensajero.
- Pues no respondas. – masculló encogiéndose de hombros. – El problema será tuyo.
Draco la fulminó con la mirada, furioso por la actitud indiferente y altiva de la chica.
- ¿Qué diablos os lleváis entre manos tú y mis padres? – cuestionó, ofendido de no saber el interés de sus padres en ella.
- Ni idea. – mintió. – Supongo que lo descubriremos cuando llegue.
Draco no entendía en absoluto a esa chica. La última vez que había estado en su casa le había dejado claro que su familia le parecía horrible, siendo su padre el peor de todos. Una y otra vez se habían dicho que se odiaban. Quizás hubieran mantenido una extraña relación durante parte del curso, pero todo había acabado mal por culpa de él. Además, en el momento en el que intentó arreglarlo ella le reconoció que no confiaba en él. ¿Por qué entonces aceptaría pasar medio verano con ellos?
- Si no quieres nada más...
- ¿Fueron mis padres? – la interrumpió Malfoy. – ¿Mis padres mataron a los tuyos?
Dayana se quedó boquiabierta ante su pregunta, como si no tuviera respuesta para ello. ¿A caso podía percibir cierta preocupación en los ojos de Draco?
- No. – negó. Soltó el aire que había retenido durante unos instantes y tragó saliva. – Ellos no fueron.
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Destinada | Draco Malfoy
FanfictionPara bien o para mal, estamos destinados. Lo que nos depara el destino solo nos hará daño. 28/4/2019 ➞ #2 dracomalfoy 15/4/2020 ➞ #1 malfoy 17/5/2020 ➞ #1 dracomalfoy ➞ #1 malfoy ⇝ Originalidad. Di no al plagio ⇝No lectores/as fantasma