CAPÍTULO 29. LA BODA.

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El día en el que los mortífagos atraparían a Harry Potter llegó antes de lo que Dayana hubiera deseado. Ella había sido convocada para la misión, al igual que Lucius y Bellatrix. Draco había sido más afortunado pues no tenía que acudir. La misión era la más importante a la que se enfrentaban y Voldemort necesitaba a gente de confianza.

Los seguidores del Señor Oscuro habían aumentado considerablemente y las filas que irían a la caza de Potter eran muy numerosas. Esa noche era tarde, el cielo estaba nublado y relámpagos resonaban frecuentemente. El objetivo era la casa muggle en la que Potter había vivido tantos años de la cual lo trasladarían a otra más segura. Debían atraparlo, en ningún momento matarlo, eso sería única y exclusiva misión de Voldemort.

Los mortífagos esperaban al acecho en el cielo, sobre sus escobas ocultos por los nubarrones. En cuanto divisaron al primer objetivo, todos se lanzaron sobre él con una rapidez asombrosa y los gritos y hechizos iluminaron el cielo.

Dayana nunca había sido demasiado buena en vuelo; no es que hubiese destacado en esa clase. Quizás le hubiera venido bien practicar más con la escoba y menos con los hechizos. Aun así, sabía defenderse; pero prefería moverse un poco más lento y con seguridad antes que abalanzarse como una descerebrada.

No quería hacer daño a Harry Potter; no podía. No es que tuviera ninguna relación de amistad con él ni tampoco le debía nada, pero no era afín a los pensamientos de Voldemort y no acabaría con la única persona que podía combatirlo.

Sin embargo, tampoco hubiera podido hacerlo aunque hubiese querido pues alrededor de media docena de Potter surcaban el cielo. Dayana se elevó y visualizó el campo desde arriba; dos palabras acudieron a su mente: poción multijugos.

Algunos chicos se movían solos y otros acompañados; todos en distintas direcciones y a variadas velocidades. Algunos luchaban, unos trataban de esquivar hechizos y otros se preocupaban de salir de ahí cuanto antes.

Una cabellera pelirroja acompañando a un Harry Potter llamó su atención. Era Arthur Weasley. El resto de chicos que habían tomado la poción debían ser sus amigos: Ron, Hermione, tal vez Fred y George, y algunos cuantos conocidos más.

Dayana descendió hasta la pareja formada por Arthur y un Harry, observándolos a unos cuantos metros de distancia. Arthur era un hombre bueno y honrado, preocupado por su familia. Todos estaban arriesgando sus vidas por Harry Potter y ella maquinaba en su contra. La culpabilidad que había desaparecido de su mente durante todo el verano volvió a aparecer.

Arthur era quien dirigía la escoba, pero aún tuvo tiempo para derribar a un mortífago que los acechaba unos metros por abajo. El Harry Potter de atrás se aferraba al Weasley con un brazo y con el otro dirigía su varita hacia cualquier lado en el que viera amenazas. Cuando la vio no dudó en lanzar un ataque que consiguió esquivar con mediana facilidad.

Era una mínima probabilidad, pero tal vez fuera Fred, transformado en Harry Potter y custodiado por su padre. Ella llevaba la máscara de mortífaga de su madre, por lo que era normal que no la reconociera si ese fuera el caso.

El falso Potter volvió a lanzarle un hechizo y esta vez le costó más esquivarlo, pero lo consiguió. Al ver que ella no hacía nada por atacarle, el chico arrugó el entrecejo y la observó con más detenimiento. Ambos avanzaban a la par mas unos cuantos metros y alguna que otra nube los separaba. Momentos después el rostro del chico cambió a uno totalmente sorprendido, como quien ha visto un fantasma. ¿Era posible que la hubiese reconocido?

Arthur estaba demasiado concentrado en aguantar las turbulencias pues la tormenta estaba demasiado cerca; y por su culpa el falso Potter estaba tan distraído que no se percató de un mortífago que tenían pisándoles los talones. Dayana cogió su varita y lanzó un hechizo que lo hizo desplomarse y que su escoba cayera en picado. Sin que el chico pudiera decir nada, ella asintió, guardó su varita y apoyó ambos manos en su escoba para aumentar la velocidad.

Destinada | Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora