CAPÍTULO 22. LA JAULA.

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Durante horas, Draco permaneció inconsciente sobre la cama del hospital. La señora Pomfrey había aplicado esencia de díctamo sobre las cicatrices del chico en cuanto Snape lo dejó a su cuidado.

- Debería descansar, señorita Henderson, y cenar algo.

- No, estoy bien.

Pomfrey suspiró y asintió. Cuando eran pequeños todavía podía controlarlos un poco más, pero ahora le era imposible negarle a esa chica que se separara de él.

- Voy a bajar al Gran Comedor antes de que se acabe la cena. - le anunció. - Es posible que el señorito Malfoy todavía tarde unas horas en despertar.

Si no hubiese sido porque Snape la había ido a buscar para informarle, no se habría enterado de que Draco estaba en el hospital. Daba igual cuán enfadada estuviese con él en estos momentos, sus pulsaciones no se habían relajado hasta que lo había visto respirando y aparentemente tranquilo sobre esa cama.

Desde entonces no se había movido de su lado.

Severus no le había explicado mucho, tan solo que había tenido un duelo improvisado con Harry Potter y había perdido. Su ropa estaba arrugada, pero al menos la señora Pomfrey la había secado con un hechizo después de atenderle.

Tenía su mano agarrada entre las suyas esperando a que despertara. No se atrevía a soltarle si quiera. Sobre su pecho había finas cicatrices que la señora Pomfrey le había asegurado que desaparecerían si continuaba dándose esencia de díctamo durante unos días.

Primero sintió uno de sus dedos temblar y luego percibió cómo apretaba sus párpados unos instantes. Seguidamente frunció los labios y un leve gemido escapó entre ellos. Con lentitud y como si le pesaran un barbaridad, abrió los ojos y parpadeó un par de veces tratando de enfocar dónde se encontraba.

Giró el rostro y observó a Dayana a su lado todavía sin soltarle pero con el rostro mucho más relajado, tranquila al verle recuperar la consciencia por fin.

- ¿Qué ha pasado?

- Un mal hechizo.

Brevemente y sin querer agobiarle con la historia, la chica le relató lo mismo que Severus le había contado a ella, por lo que no fue demasiado largo de explicar.

Draco volvió a removerse adolorido y cerró los ojos durante unos segundos.

- Maldito Potter. - murmuró.

Ahora recordaba todo lo ocurrido. En ese momento estaba tan enfadado que iba a utilizar la maldición Cruciatus contra él. Sin embargo, Harry fue más rápido.

- Pensaba que estabas enfadada conmigo. - masculló Draco volviendo a verla.

- Y lo sigo estando. - le aseguró. - Pero no podía dejarte tirado ahora.

Malfoy levantó levemente las comisuras de los labios y Dayana lo interpretó como una sonrisa.

- Lamento haber entrado en tu mente. Últimamente no sé qué hago... estoy volviéndome loco.

- Lo sé.

Una parte de ella quería perdonarle o fingir que nada había pasado, pero no podía hacerlo. Aun así, su disculpa servía de ayuda.

- No podía creer que de verdad quisieras estar conmigo. - murmuró. - No quiero que te hagan daño. No podría permitirlo.

- No van a hacerme daño, Draco. Puedo cuidar de mí misma. - le respondió trazando suaves caricias en la palma de su mano. - Pero si no confías en mí, nada de esto tiene sentido.

Destinada | Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora