Capítulo 24. VUELTA A CASA.

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Narcissa salió corriendo en cuanto escuchó cómo la pareja se apareció a la entrada de la Mansión Malfoy. Al ver a su hijo ahí, vivo, se apresuró a descender las escaleras de la entrada para abrazarlo con todo el cariño maternal que una madre puede expresar. Draco dejó de lado su aparente frialdad y cedió ante el abrazo, permitiéndose sollozar sobre el hombro de su madre como un niño.

- Está muerto. - gimoteó. - Está hecho.

- Tranquilo, hijo. - susurró su madre mientras peinaba su cabello con suavidad. - Ya estás en casa.

Dayana les dejó tiempo para que expresaran su cariño familiar y se adentró en la mansión en dirección a los dormitorios. Casi media hora más tarde, cuando Draco entró por la puerta de este, ella todavía permanecía sentada en la cama mirando a la nada. Al menos él parecía más tranquilo, aunque sus ojos hinchados todavía le daban un aspecto melancólico.

Caminó en silencio y se sentó a lado de Dayana creyendo que de un momento a otro se quebraría sobre él, pero no fue el caso.

- ¿Te encuentras bien? - preguntó Draco.

- Sí.

Dayana se volvió hacia él, todavía seria, y observó su mirada llorosa y su aspecto desaliñado.

- Deberías dormir. Es tarde.

- No tengo sueño. - respondió Malfoy.

- Llevas días sin pegar ojo por la misión. - le reprendió. - Ahora ya ha pasado todo. Puedes descansar.

Le retiró con suavidad la americana, le aflojó la corbata y soltó su camisa botón a botón. Como pocas veces en su vida, Draco se dejó cuidar. Dayana le acercó el pijama y el chico finalmente se terminó de cambiar y se acostó. Ella, a su lado, todavía hacia suaves caricias sobre su pelo.

- No he podido hacerlo.

- Está muerto. Es lo que importa.

- Él te ordenó matarme si no lo hacía. - masculló Malfoy. Quería que sonara como una pregunta, pero finalmente salió de su boca como una afirmación. - Pensaba que ya no nos ocultábamos nada.

- No iba a hacerlo de ninguna forma. No tenía por qué decírtelo.

Draco suspiró no muy convencido.

En la Torre, hacía poco más de una hora, había visto la verdad sobre ese chico. Lo había visto en sus ojos; él no era un asesino, no formaba parte de este mundo.

- ¿No vas a cambiarte?

- No voy a dormir hasta que tu lo hagas.

- Pero...

Dayana colocó su dedo índice sobre sus labios, interrumpiéndolo.

- Voy a quedarme contigo todo el rato. - le aseguró. Se acomodó sobre la cama y se acostó con la cabeza sobre el pecho de él, sintiendo su respiración y escuchando su latido como apenas un murmullo.

En cambio, ella sí que estaba destinada a esta forma de vida. Quizás no hubiese lanzado el ataque, pero había permitido que otro lo hiciera. Dumbledore, la persona que más le había ayudado en esta vida, había muerto delante de sus ojos. Le había visto caer por el balcón de la Torre que tanto amaba y se había mostrado impasible. Era una persona horrible. Detestable. Algo en su interior había cambiado en ese instante.


Veinte minutos después, cuando ya el chico dormía serenamente, Dayana se levantó de la cama y salió de la habitación con la precaución de no hacer ni el más mínimo ruido que pudiera desvelarle.

Destinada | Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora