CAPÍTULO 7. RONDAS NOCTURNAS.

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Quinto año.

Desde que Dolores Umbridge había llegado al colegio, su poder e influencia gracias al Ministerio tan solo iba en aumento. Las nuevas normas eran colgadas en la pared, enmarcadas en cuadros de madera por el señor Filch. Jamás se había visto a ese hombre tan contento como con los nuevos cambios en Hogwarts.

Umbridge sospechaba de todos los alumnos, sobre todo de Harry Potter y sus amigos más cercanos. Como forma de controlar y vigilar más de cerca a los estudiantes, lo último en ser creado había sido la Brigada Inquisitorial. Los alumnos que quisieran formar parte de esta debían acudir al despacho de Umbridge para inscribirse.

- Me entusiasma saber que todavía quedan estudiantes modelo en este colegio. – comentaba Dolores con su aguda voz mientras tomaba nota de los nombres de cada uno. – Cuento con vosotros para traer el orden de vuelta y asegurar que nada ni nadie cree... conflictos innecesarios.

- ¿Qué ocurre si tan solo he venido aquí por los créditos extra?

Umbridge clavó su mirada sobre Dayana Henderson y forzó una enorme sonrisa tras un par de minutos. El resto de próximos miembros de la Brigada, todos de Slytherin, la estaban observando con desdén desde que había entrado al despacho.

- ¿Cuál es tu nombre, querida?

- Dayana Henderson.

- Henderson... bien. – masculló, apuntándolo en la hoja. Después, volvió a fijar su vista en ella. – Si cumples bien con tu misión, recibirás los créditos sin duda alguna. Más te vale no defraudarme a mí y al Ministerio.

Dolores Umbridge explicó qué y cómo debían hacer para cumplir con sus expectativas. Tenían derecho a quitar puntos a los alumnos que incumplieran cualquiera de las normas aprobadas recientemente. Sin embargo, lo más importante era avisarla ante la mínima sospecha de que algo se tramaba en el colegio o si alguien necesitaba un castigo mayor por su infracción.

- Malfoy, espera. – le detuvo la mujer. Draco permaneció de pie, totalmente recto mientras el resto de sus compañeros abandonaban el despacho. Una vez quedaron los dos solos y ella terminó de remover su té, volvió a hablar. – Sé que os he dicho que podéis patrullar esta escuela cómo y cuándo queráis, pero quiero pedirte un favor especial.

- Lo que sea. – asintió, enorgullecido de que fuera a pedirle algo personalmente.

- Conozco a tu padre, Lucius, del Ministerio, y creo que es un hombre muy correcto. Me recuerdas a él y espero poder confiar en ti también. – comentó. – Quiero que vigiles de cerca a la señorita Henderson. No me fío de sus intenciones. Tal vez tan solo se haya apuntado como espía dentro de la Brigada.

Hacer de niñera de esa chica era lo que menos le apetecía del mundo. Draco se mordió el interior de la mejilla y forzó una leve sonrisa. ¿Cómo iba a negarse delante de Umbridge? Quizás esa mujer tuviera razón y Dayana tan solo quisiera espiarlos; si eso era cierto, podría descubrirla con facilidad y ajustar las cuentas con ellas de una vez.

- Por supuesto, lo haré.

Cuando Draco la emboscó para contarle que tenía que acompañarla por orden de Umbridge, a Dayana le fue indiferente. Estaba molesta de que desconfiaran de ella, pero necesitaba los créditos extra. Si la compañía de Malfoy era el precio a pagar, lo aceptaría.


Habían quedado a la salida del Gran Comedor después de la cena para la ronda nocturna. El toque de queda ya era estricto, pero Umbridge lo había encogido aún más. Pillar a un alumno en la noche fuera de su sala común conllevaba un buen castigo.

Destinada | Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora