CAPÍTULO 20. NAVIDADES.

7.6K 555 53
                                    


En su dormitorio, Draco había dado vueltas en la cama y más tarde por su cuarto. Estaba claro que no conciliaría el sueño. Mientras agarraba su varita entre las manos, se martirizaba por no haber ido con ella. Debería haber insistido hasta que ella hubiera cedido.

El estruendo de una colisión en los jardines se escuchó desde su cuarto. Alarmado, salió de su dormitorio y descendió las escaleras con tanta rapidez que parecía flotar sobre estas. Atravesó la puerta de la mansión y corrió hasta llegar al bulto negro que se incorporaba vagamente sobre el césped.

- ¿Dayana? – cuestionó arrodillándose ante ella para ayudarla. – ¿Estás bien? ¿Qué ha pasado?

- Creo que no controlo bien los aterrizajes. – balbuceó, irónica. – ¿Ha vuelto tu tía?

- Todavía no, pero será mejor que entremos para cuando lo haga. – concluyó.

El chico pasó uno de sus brazos sobre sus hombros y le sirvió de apoyo para regresar hasta la mansión. Una única ventana con la luz encendida llamó su atención, así como la figura de pecho para arriba que podía verse tras el cristal: Narcissa Malfoy.

- ¿Crees que sabe lo que he hecho?

- Puede ser.

Ya en el dormitorio, Dayana se colocó el pijama y uno de los jerséis de Draco que le llegaba por encima de las rodillas. La noche estaba helada, o quizás solo lo estuviese ella.

- ¿Dirá algo? – preguntó la chica.

- Lo dudo.

Se metieron en la cama y el rubio no dudó en acercarla más a él. Tampoco era como si ella fuese a quejarse de su cercanía.

- No sabía que podía transformarme en... eso. – comentó. – Tan solo necesitaba huir y me salió solo.

- ¿Ha ido todo bien? ¿Están a salvo?

- Sí, todos están bien.

Draco asintió y suspiró. Giró su rostro para besar su frente y ella le copió la sonrisa, aunque más débil. Estaba realmente cansada.

- Es la primera vez que me he planteado que podría no volver a verte y me ha aterrado.

Dayana pasó su manó por la cintura del rubio y se pegó a él como si quisiera absorber su calor y lo mucho que la reconfortaba.

- No tendrás la suerte de librarte de mí, Malfoy.


A la mañana siguiente, después del desayuno, regresarían a Hogwarts, donde todo volvería a ser peor.

Draco, después de abrazar a su madre con notable necesidad, empleó los polvos flu para marcharse. Antes de que Dayana pudiera hacer lo mismo, sintió como su cuerpo levitaba bruscamente hasta pegarse contra la pared y le costó respirar.

La varita de Narcissa estaba levantada hacia ella al igual que su otra mano, como si con esa le estuviera impidiendo respirar, o así se sentía al menos. La chica trató de liberarse, pero le fue imposible.

- Más te vale no ser tan insensata como lo fuiste ayer. Eres una mortífaga y debes cumplir con tu papel. – gruñó. – Tendrás suerte de que no te descubran, pero has de saber que nos pones en peligro a todos.

Esa era la fiereza que siempre había notado en Narcissa, aunque no pensó que llegaría un día en el que la utilizase contra ella.

- Puede que podáis esconder vuestra relación a un grupo de críos en el colegio, pero no al Señor Oscuro. – prosiguió. – Él siempre encuentra las formas más crueles para infligirte dolor y el primero que lo pagará será Draco. No pienso permitir que tus tonterías afecten a mi hijo.

Destinada | Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora