NOTA: a partir de aquí ya no avisaré en la intro del año en el que se narra la historia debido a que todo sucede seguidamente.
Un carruaje había ido a buscarla a su casa a primera hora de la mañana. Quizás no fuera tan espectacular como la Mansión Malfoy, pero también era enorme, fría y oscura. Odiaba volver allí; siempre sola, con la escasa compañía que unos elfos domésticos podían darle.
En cuanto el carro la dejo pasada la verja, a las puertas de la propia mansión, un viejo elfo apareció y desapareció con su equipaje, no sin antes hacerle una exagerada reverencia.
Era increíble que ya fuera agosto. Tomó aire y llamó al timbre. Esta vez fue una elfa quien le abrió la puerta y le indicó que pasara al salón, donde Draco la esperaba sentado en uno de los sofás.
- Buenos días.
- Buenos días. - respondió Dayana. - Pensaba que al ser tan temprano seguirías en pijama.
Su intento de bromear fue fallido pues Draco tan solo le hizo un gesto con la cabeza para que le siguiera hacia el dormitorio.
- Será el mismo en el que estuviste la última vez. - comentó. Abrió la puerta de este y la dejó pasar a su interior. Hasta el más mínimo detalle estaba cuidado. - Como vas a quedarte más tiempo, te enseñaré el resto de la mansión más tarde.
Dayana asintió y dejó su bolso sobre la cama. Era lo único que no se había llevado el elfo al coger su equipaje.
Hacía poco más de un mes que no veía a Draco, pero estaba realmente cambiado. Tenía el rostro más afilado y el pelo más corto y repeinado. Lucía un traje negro impoluto y parecía varios centímetros más alto, incluso un poco más fuerte.
Tampoco era como si hubiese podido olvidarle ya que había salido en todos los titulares y periódicos. Todos hablaban ahora del juicio de los Malfoy, la deshonra de su apellido, la condena en Azkaban...
- Siento lo de tu padre.
Después de haberse enfrentado a Potter y sus amigos en el Ministerio, no solo se había descubierto el regreso de Voldemort, sino también la identidad de sus secuaces. Como era de esperar, Lucius estaba entre ellos.
- Ya. - fue lo único que respondió Draco antes de cerrar la puerta y dejarla sola.
Narcissa fue a verla un par de horas más tarde y las dos tuvieron una conversación larga y tendida. Ella estaba más delgada y ojerosa, afectada por la condena de su marido, pero mantenía su pose altiva con gran coraje.
Durante la comida conoció a Bellatrix Lestrange, la tía de Draco y hermana de Narcissa. Su rostro demencial había aparecido en busca y captura tras el escape masivo de mortífagos de Azkaban del año pasado. Dayana no se esperaba encontrarla allí y al momento supo que debía temerla.
Draco no le había dirigido ni una sola palabra en todo el día. Ni si quiera la había mirado realmente.
Eran altas horas de la madrugada, pero Dayana continuaba despierta, tumbada en su cama recordando todo lo que había vivido apenas unos días atrás. La leve luz de la mesilla era lo único que la alumbraba.
Alguien tocó su puerta un par de veces. Algo confusa, se levantó a abrir la puerta a quien fuera que también permaneciese despierto en la Mansión. Al otro lado se encontró con Draco, quien no dudó en entrar en la habitación.
- Como si estuvieras en tu casa, de verdad. - masculló irónica volviendo a cerrar la puerta. - ¿Qué ocurre?
Draco llevaba un pijama negro de seda, posiblemente de la más exquisita. Su pelo estaba despeinado, como si llevara horas en la cama dando vueltas sin poder dormir.
- La última vez que estuviste en esta casa te dije que eras buena mentirosa. - masculló. - Ahora sé que no solo eres buena, sino la mayor farsante que he conocido.
- ¿A qué te refieres?
- Sé la verdad, Henderson. Al completo.
El miedo ante las palabras del chico invadió su cuerpo, así que se cruzó de brazos para disimularlo.
- No sé de qué me hablas.
- ¿Puedes dejar de mentir? - cuestionó con una mueca de repulsión. - Te he pillado. No puedes seguir engañándome.
- Vete de mi cuarto, Malfoy. Ahora.
Dayana se acercó hasta él con la intención de arrastrarle hasta fuera del dormitorio por la fuerza si era necesario. En su lugar, fue Draco quien la agarró por los brazos inmovilizándola.
- Tus padres no eran aurores, Henderson. - pronunció con mayor énfasis en cada palabra. - Tus padres eran mortífagos, de los más fieles podría decirse.
- Cállate.
- Murieron cuando cayó el señor Oscuro. Se negaron a entregarse al Ministerio y murieron luchando contra los aurores. - prosiguió. Ella intentaba librarse en vano de su agarre. - Preferían morir por su señor por encima de todas las cosas.
- ¡Cállate!
Draco le hizo un gesto para que se callase, pero Dayana no dejaba de gruñir de rabia. Intentaba soltarse de sus manos con la única intención de golpearle. Sus ojos estaban llorosos. Nadie podía descubrir esa verdad, nadie debía saberlo y justamente él lo había hecho.
- No has venido aquí para pasar el verano. - prosiguió.
- Cállate. - esta vez su tono adquirió el de una súplica.
- Has venido aquí porque vas a hacer la iniciación conmigo.
Un gruñido se mezcló con el sollozo de Dayana al mismo tiempo que se liberaba. Golpeó a Draco en el pecho con las palmas de la mano repetidas veces, pero él parecía no inmutarse. Las lágrimas caían por sus mejillas a borbotones.
Decir que Malfoy estaba enfadado con ella se quedaba corto; más bien estaba iracundo. Ella le había mentido durante todo este tiempo, le había culpado por su sangre siendo que era tan pura como la de ella y le había reprochado que sus padres fueran mortífagos cuando los suyos lo habían sido todavía más.
Sin embargo, al verla llorar y sin fuerzas para golpearle apenas, lo que pasó a sentir por ella fue pena. Se había construido un mundo alternativo durante muchos años y él se lo había destruido en unos segundos.
Ella no quería ese futuro y se sintió identificado porque él muchas veces tampoco lo había querido.
La rodeó con sus brazos y la pegó a su pecho, reduciendo el espacio entre ambos.
- ¿Por qué siempre te pones a la defensiva conmigo? - le preguntó, como ya había hecho antes. Ella seguía golpeándole cada vez más débil hasta que se detuvo y se rindió al abrazo.
- Cállate. - susurró entre el llanto.
Dayana comenzó a resbalarse hacia el suelo y Draco se sentó en la cama, sin soltarla. Las rodillas de ella tocaban el suelo, pero se había resignado a estar abrazada a él, incluso le reconfortaba de cierta forma.
Tarde o temprano iba a desvelarse toda la verdad. Lo único que la martirizaba era que hubiese sido tan pronto.
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Destinada | Draco Malfoy
FanfictionPara bien o para mal, estamos destinados. Lo que nos depara el destino solo nos hará daño. 28/4/2019 ➞ #2 dracomalfoy 15/4/2020 ➞ #1 malfoy 17/5/2020 ➞ #1 dracomalfoy ➞ #1 malfoy ⇝ Originalidad. Di no al plagio ⇝No lectores/as fantasma