Rosas y Dragones

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La noche anterior, sinceramente fui yo quien terminó más adolorido que ellas... me dolía la espalda y las piernas; la espalda de tantos rasguños (aunque eso podía curarme rápido) y las piernas... ya sabrán el porqué del dolor; no me quejaba de hecho.

En los siguientes días, poco a poco iban llegando mis demás hermanos y hermanas Guardianes; hasta que estábamos todos... decidimos no molestar al grupo de mercenarios que había tomado la Academia, pero ellos nos permitieron usar el perímetro de afuera, el patio, sin ser molestados... pero dado lo que son, no podía confiar en sus palabras; a pesar que yo he cumplido mi palabra con ellos. Mis hermanos y hermanas quisieron hacer una junta conmigo, en la fogata pero solo ellos y yo:

-¿Que sigue jefe? -preguntó Grisk.

-No hay mucho más que podamos hacer... la humanidad está casi extinta, queda menos del 20% de la población total que había. -dije yo bajando la cabeza.

-Aún hay varios asentamientos en Mistral, vi que algunos migraron hacia Atlas... por suerte destruimos los misiles y el Arsenal que tenían ahí. -dijo Yurza apoyada en uno de los árboles.

-Eso es bueno, así no usarán nada de eso en nuestra contra. -dije asintiendo con la cabeza.- Tómense un descanso... dentro de poco... se me ocurrirá otro plan para terminar esto de una vez por todas.

-Y los humanos que tienes aquí... ¿Piensas protegerlos acaso? -dijo Irsiak.

-Ellos ya saben lo que pasará al final de todo esto... pero sinceramente... no quiero que nada les pase. -bajé la mirada sacudiendo un poco mi cabeza, negando.

-Te convertiste aquello en lo que juraste destruir... -dijo Finik en voz baja mirándome.

-Escuchen, todo esto no habría pasado si nunca les hubiéramos dado una segunda oportunidad. -les dije a los 6.

-¿Segunda oportunidad? -preguntó Natura confusa.

-Si... una segunda chance de corregirse; redimirse... pero la humanidad siempre será igual de destructiva e ignorante como siempre lo ha sido. -dije mirando al suelo con furia luego miré mis manos.- Pero... hay gracia en sus errores y acciones... los humanos son extraños, pero si aprendes lo suficiente puedes notar qué hay belleza en ellos... hasta en las cosas que no duran ni un día.

-los 6 me miraron confusos dado que cambiaba de tonos diferentes de un momento a otro.- Bueno... ¿que es lo que procede ahora? -preguntó Grisk.

-suspiré de manera pesada.- No tengo ni idea... descansen y... veremos que haremos mañana... -dije retirándome con la cabeza abajo.

-Entendido... -dijo Yurza en un tono bastante bajo.

Me fui caminando hacia el barranco para sentarme a la orilla, saqué mi arma y la examiné un rato para distraerme. Suspiraba bastante, no tenía idea que hacer ahora... si seguía, pondría en riesgo lo único que me queda de amigos y familia, de repente escuché un par de pasos detrás de mi... luego vi como una silueta de estatura baja, cabello negro con puntas rojas, y una capa totalmente roja se sentó a mi lado, Ruby, diablos... era como ver un espejo de Summer, era igual... salvo que a Summer si se le notaba su edad, al menos hasta donde llegue a verla por última vez:

-Como que te gusta mirar bastante el horizonte... -dijo ella con una leve risa al mirarme a mí.

-Si... bueno... mi madre me llevaba siempre a una colina alta todas las tardes y aveces noches para que viéramos el cielo. -dije volteando mi mirada hacia ella.- Aveces cuando veo una escena cómo está... siento que ella está a mi lado, acariciandome la cabeza y yo acurrucado en sus piernas...

-Parece que tú madre fue una mujer maravillosa. -dijo ella con una sonrisa sincera.

-Si... lo fue... siempre lo fue... me trató como a un hijo, y yo la vi como mi madre autentica... -dije tratando de contener mis lágrimas.- Ella era maravillosa... luego que la asesinaron, y a mi hermana también... me quedé solo por mucho tiempo; sobreviviendo por mi cuenta una vez más... luego una descendiente de ella, me encontró y desde entonces estoy con sus descendientes... en ninguno veo los ojos de mi madre. Ella era única para mí...

Venganza desde las CenizasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora