Dos caras de la misma moneda

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A pesar de haber matado a Ruby, y haber roto mi trato con el Ascendente; logré idear un plan para engañarlo... hacer ojos falsos de vidrio que parecieran de verdad... claro... al estrujarlos, se notaría la diferencia; pero valía la pena intentarlo.

A través de uno de sus mercenarios, le mandé los ojos; no quisieron abrir la caja. Yo solo me retiré del lugar para irme hacia la cabaña, la Ciudad de Vale aún ardía... aunque menos ya que no quedaba mucho para que ardiera. Miraba hacia el horizonte que aún podía pasar el brillo del sol, y volví a perderme en mis memorias... quizá todo lo que había hecho hasta ahora... estaba equivocado en hacerlo; tenía miedo por mi... y de pensar que no lo lograría. Estoy tan cerca de lograrlo, pero a la vez... tan lejos para atreverme a hacerlo.

Los días pasaban, apenas tenía la idea de un ataque directo a Atlas... pero me llegó nueva información, resulta que mis contactos me han dicho que la Ciudad de Atlas... se elevó, está en el aire y hay un gran hueco en la tierra donde mantienen trabajos, casi como esclavos. Tenía imágenes, y lo único que se me ocurría era volar hasta allá, no podía usar a los Grimm convencionales... tenía que usar a los cuervos y gárgolas, como principales... luego los lobos serían mi apoyo en la tierra, los Leviatanes como distracción para que yo pueda entrar con facilidad. No sería fácil, dado que me enfrentaría a toda la armada de Atlas, solo... contra mi, si me matan a mi... matan a los Grimm en definitiva.

Una noche me miré al espejo, quise examinarme... toqué mi barba y agarré una cuchilla, durante media hora, me corté la barba hasta dejarme suave y depilado; era como el primer día que llegué a Remnant; si llego a Atlas y logro llegar hasta Weiss... se sorprenderá de verme, para bien o para mal... alguien moriría ese día. Miré mi arma, y la tomé... se sentía más pesada; ¿que estaba pasándome? Los susurros en ambas orejas comenzaban a susurrarme... unos me decían que matara a cada humano que se me pusiera enfrente, los otros me decían que reconsiderara las cosas... que no valía la pena matar a medio mundo por mis amigos muertos, ya habían hecho su parte... y yo debía enfrentarlo solo. Salí de la cabaña gritando que pararan hasta que lo hicieron... de ahí miré a todos lados y nada parecía haber pasado, parecía que todo estaba congelado... pero no con hielo... estaba quieto así no más, un ave encima mía no se movía, el viento que venía, las hojas no tomaban vuelo; una voz comenzó a hablarme:

-Lamentamos este inconveniente. -me dijo una figura hecha de algo bastante brillante detrás de mi.

-Sabemos lo que te causa dolor y miedo, el perderlo todo... aunque ya lo has perdido. -me dijo la otra figura que era más oscura, tanto como una sombra.

-Ustedes... son las voces en mi cabeza, las que me han dicho todo este tiempo que hacer y qué decir. -les dije a ambos.

-Desde los inicios de la vida en este planeta, nosotros hemos estado con las criaturas más dignas de nuestro poder que pueden haber... ustedes, viven cientos de miles de años... de entre todos, solo uno de ustedes llevará nuestros dones directos. -dijo la figura de Sombra.

-¿Y los demás? -pregunté.

-Llevan parte de nuestro poder. -dijo la figura de Luz.

-Lo único que yo quería hacer era vengar a mis amigos, a mis hermanos... la humanidad me los han arrebatado... por alguna razón tenía el conocimiento de que era una segunda chance la que les estaba dando a la humanidad y esta... es la tercera. -dije sacudiendo mi cabeza.

-Escucha... tu padre fue de los pocos de su raza en poder encontrar un equilibrio entre la vida y la muerte. -dijo la figura de Luz.

-El equilibrio entre desear una vida y paz, con una necesidad y obligación de matar. -dijo la figura de Sombra.

-Vengarte no te regresará a tus amigos a la vida. -me dijo la otra figura.

-Yo puedo cumplirle ese deseo, y solo tiene que pedírmelo hermano. -dijo la figura de Sombra.

Venganza desde las CenizasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora