[07] EXTRAÑAR Y MENTIR

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       —¡ESTEFI!—gritaron de lejos.

Dejé de hacer círculos con mi dedo en la mejilla de Manuel y me sobresalté junto a él. Era Trinidad, sabía que estaba borracha por su forma de hablar; yo sólo agradecía haber cerrado la puerta con llave.

Noté que estaba forcejando la puerta y suspiré, me separé del pecho de Manuel y me senté; mi piel se helaba debido al clima de la madrugada. Suponía que eran las cuatro o cinco, aún no amanecía.

—Cielo, estás en bolas—murmuró Manuel, rascando su nuca al ver que intentaba levantarme.

—Mal—me tapé con la sábana aunque era idiota, ya me había visto sin ropa.

Manuel estiró su mano hasta tocar el suelo, me alcanzó su remera y después tomó mi ropa interior; la cual se la saqué con rapidez.

Me vestí como pude y pasé por encima de él ignorando sus quejas, luego estiré la manta para taparlo por completo.

Peine mi pelo con mis manos, mientras caminaba torpemente entre la oscuridad hasta abrir la puerta.

—Trini—sonreí cansada—. ¿Cómo la pasaste?

—Horrible—rodó sus ojos y me esquivó hasta tirarse en su cama, que lastimosamente tenía visión de la mía—, ¿Por qué cerraste con llave?

Fui hasta mi cama y lo empujé a Manuel, para que se quedara del lado de la pared. Me acosté mientras el seguía escondido.

     —Porque...Giuliano me estaba molestando y bueno...Eso.

   Estaba boca abajo y por el ronquido que soltó supe que no se despertaría hasta la tarde, era una costumbre cuando salía.
Me aseguré de que estaba en lo cierto y después me giré a ver a Manuel, la miraba igual de atento que yo y apenas dejaba que se vieran sus ojos. Me dió ternura.

   Dejé que saliera de su escondite y después apreté sus mejillas con una mano, haciendo que sus labios sobresalieran. Me miró confundido y yo le planté un beso corto.

  —¿Qué carajo fue eso?—habló bajito y con una risita.

    Le di la espalda y mordí mis uñas sin que me viera, no tenía idea porqué lo hice.
Sentí que uno de sus brazos tomaba mi cintura hasta girarme para que nos viéramos.

   —Lo que sea que haya sido me gustó—plantó otro beso corto en mis labios sin que yo respondiera. Seguía atónita—. Pero ya me tengo que ir, Cielo.

  —¿Por qué?—pregunté inconscientemente.

  —Mi vieja va a pensar que fui secuestrado y que están vendiendo mis órganos en el mercado negro—bromeó y me reí sobre su cuello para no despertar a Trinidad—. Pero si pudiera quedarme lo haría.

   Me miró con sus cejas levantadas y asentí, recibiendo otro pico de más de su parte.

   Me levanté para alcanzarle su ropa y fue ese momento que recordé que tenía puesta su remera larguísima, le di la espalda y me la saqué; no quería que me viera en tetas.
Una cosa era cuando estábamos por wikiwikear y otra cosa era cuando estábamos hablando normal.

   Busque mi remera y al no encontrarla por el piso me giré, usando mi pelo para taparme.

—Dale, boludo—me abracé a mí misma por el frío y lo vi con la remera en sus manos—, me estoy cagando de frío.

Se levantó de la cama ya vestido y se acercó hasta mí, elevando la remera para que no la alcanzara. Era un iceberg al lado mío.

—Basta, Manuel—hice puntas de pie y no conseguí llegar porque él hizo lo mismo.

tan bien 彡 REPLIKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora