[22] SI ACASO ESCUCHA

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—¿¡ESTEFANÍA, sos pelotuda!?

  Cubrí mi cara con el almohadón del sillón para no ver las ganas que mis amigos tenían de matarme. A veces me retaban más que mi vieja con tal de que no perdiera la dignidad. Pero creo que ya no me quedaba ni un poco.

  —Es mi ídolo y todo, eh—siguió hablando Lautaro—. ¡Pero no se merecía tu perdón!

  —Eso—concordó Paloma.

  Gruñí sobre la tela rugosa, la cabeza me estaba por explotar.

  —¿¡No era tu plan que sufra!?

  Me despegué un poco del almohadón y lo miré apenada, estaba diciendo la posta. Era mi plan, pero apenas mantenía mis decisiones en pie si mi cabeza seguía siendo una calecita que no paraba de girar.

  —¿¡Tan grande tiene la pija como para que lo perdones así de fácil!?

Paloma se guardó las ganas de reír y yo suspiré con malhumor.

—No, bueno sí...¡Qué importa!—exclamé nerviosa—. Qué se yo, Lauti, perdón—me disculpé, aunque no veía razón para hacerlo—. Vino a verme en pedo..Y...Me puse mal.

—No entiendo Tefi...No te entiendo.

—¿Qué no entendes?—resoplé—. Se disculpó ¿Qué más quieren que haga?

Se quedaron callados y serios.

Estaba harta de ser una orgullosa de mierda y que eso me hiciera alejar a los demás, no era justo hacerme cargo de todo sólo por no estar conforme con un "perdón".

—No sos así, Tefi—negó Paloma—. Nunca dejas que un pibe vuelva de nuevo, no das segundas oportunidades así porque sí; siempre decís lo mismo..."Yo no soy un juguete para que me busquen cuando se les dé la gana"—recordó—. Encima se da cuenta justo ahora de que hizo todo mal ¿Por qué ahora? ¿Por qué no antes?

Sabía que el orgullo me superaba siempre, y es que me costaba aceptar un perdón después de que me hicieran mierda. Pero Manuel me había hecho cambiar tanto. O por ahí no él, si no el feto. Porque, aunque me siguieran pesando sus palabras crueles, lo necesitaba para que me ayudara. Bueno...Nos ayudará.

—El caso es de que volvió, y que peor hubiera sido que no lo hiciera, así que por lo menos alégrense de que no tenga que pasar por esto sola—les pedí—. Y si van a hablar mal de él, háganlo lejos mío, porque ya no los soporto. Si tienen que algo para decir, le dicen a él; ya me cansé de que le reclamen sus errores como si ustedes NUNCA se hayan confundido.

  —¿Qué pasa acá?—preguntó llegando de la cocina Ángeles.

La mamá de mi amiga buscó una respuesta en nuestras caras, pero poco se podía descubrir cuando su hija y su amigo sólo me escrutaban con la mirada a mí.

—Que es una gobernada, eso pasa.

  Lautaro se levantó enojado y Paloma lo siguió, hasta que salieron por la puerta para irse a quién sabe dónde.

Me sentí terriblemente mal, eso pasaba cuando Lautaro se enojaba. Porque pasaba mínimo una vez por año. Encima que siempre exageraba al hacerlo.

Nunca le faltaba una salida dramática.

  —¿Estefi...Querés contarme?

Dejé de mirar la puerta para verla.

—Sí, por favor—suspiré cansada.

Ángeles limpió sus manos con un repasador y se sentó a mi lado.

tan bien 彡 REPLIKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora