[32] VERDADES A LA CARA

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      —¿CÓMO...?—pregunté sintiendo las manos transpirar—¿Qué decís, Manuel?

  Sonrió cínicamente y ahí fue cuando empecé a sentir que un nudo aparecía en mi garganta.

No, no podía estar pasando.

¿Cómo carajo se había enterado?

—Deja de hacerte la boluda.

Sacudí la cabeza y agaché la mirada.

—¿Ahora venís a discutir?—pregunté por lo bajo— ¿Te tengo que recordar que mi amiga se está muriendo? No tengo tiempo para esto.

Volvió a reír amargamente y ya no supe qué más decir, seguía plantado en el mismo lugar y no iba a irse. Estaba claro que quería hablar de esto aunque yo no quisiera.

—¿Podés decir la verdad?

«No, si la digo voy a arruinarte»

—Manu, yo...

«No llores, dios»

Ni en segundo pude mentalizarme que ya estaba llorando de la impotencia, supongo que la impotencia de no poder escapar de lo que yo misma había provocado.

Era lo que me merecía ¿No?

Yo había empezado esto y tuve que haberlo terminado en el momento que quedé embarazada de él, pero dios...

Yo lo único que siempre quise fue hacer que se enamore de mí y después dejarlo, ser yo la que le dijera cosas horribles a la cara y que él fuera el que quedara mal esta vez.

Pero no, todo mi plan estaba por la borda.

—Esto empezó antes de que me conocieras como Cielo—seguí con la miraba baja sabiendo que él no dejaba de mirarme decepcionado—, nosotros...Nos conocemos desde los siete.

Levanté la cabeza y quise dejar de mirarlo cuando vi que me miraba con todo el odio del mundo. Rogaba porque fuera ilusión mía pero no, Manuel estaba odiándome.

Y eso me rompía.

—Soy Estefanía—dije todavía llorando—. Ni Cielo, ni nadie más...La misma Estefanía que conociste en la casa de tu abuela, esa que le explicaste como cinco veces un problema con fracciones sobre una granja y...Gallinas—sonreí de lado secándome las lágrimas—. La misma que hace unos años te decía amigo y que te amaba mucho—fruncí mis labios y empecé a llorar de nuevo con la cabeza gacha—. Yo...Perdón...

  Y el silencio que se hizo no me ayudó en nada, no podía pensar otras palabras o algo como para aliviar el ambiente tan tenso en el que estábamos. Era humillante.

—No entiendo—rompió el silencio con la voz arisca—¿Por qué fingiste ser otra persona?

Y ahí estaba el momento horrible en el que el villano secreto de la película admitía su plan al no tener otra opción.

Y se daba cuenta que no hizo nada bien, que se arrepiente de todo el daño que hizo.

—Porque no...Yo...—balbuceé y después de tomar aire retomé—. Porque...Te odio, Manuel, yo sólo quería hacerte sentir igual que cuando me hiciste mierda de chiquita.

Profundizó su ceño y pareció pensarse un momento mis palabras.

«Ya está, ya le dijiste todo boluda»

—¿Cuándo te hice mierda?—preguntó con un tono indignado, como si me tratara de loca—¿Qué decís? Si éramos amigos.

—¿Sí? ¿Y cuánto me querías?

tan bien 彡 REPLIKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora