𝐉𝐔𝐋𝐈𝐎

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—¡ESTEFI!—gritaron desde la sala— ¿Seguís viva boluda?

Chisté por el susto que me hizo pegar Lautaro, y volví a mirar mi reflejo mientras mi corazón se tranquilizaba.

—Estás re buena—recité mi mantra—, estás pal' crimen, ¿Es que no te das cuenta que no sos real?—le tiré un beso a mi reflejo—. No vendo cotillón pero te doy matra...

La puerta del baño se abrió sin previo aviso y ahí estaba mi amiga Paloma, mirándome de arriba a abajo y como si estuviera loca.

—¿Qué haces boba?—se rió al verme posando en el espejo—. Te metiste hace una hora y tu amigo dice que quiere echarse un pato, ni idea qué significa.

—Qué asqueroso de mierda—hice una mueca de asco y salí junto a ella—. Encima que me saca de mi hermosa cama por un evento del culo viene a querer echarse un cago en mi propiedad.

Al escuchar mis quejas despegó la mirada de su teléfono y se levantó del sillón para observar de cerca el conjunto de ropa que me había elegido. Y como si se tratara de mi papá sonrió orgulloso y me tomó la mano para darme una vuelta sobre el lugar.

—Un bombón asesino—dijo después de silbar—. Qué culito mamaza, regálame un toque a ver si lo conquisto al trueno.

Reí un poco ante su comentario, Lautaro siempre hacía que todos soltaran una risa y era lo que más amaba de él. Porque prácticamente yo me la pasaba odiando todo de la vida y él era capaz de ver la felicidad hasta en un plato de polenta.
Qué asco.

—Eu ¿Qué onda con tu amiga?—me señaló con la cabeza a Paloma, que jugaba con su celular lejos de nosotros—. Es re callada ¿Le caigo mal?

Sí, Lauti era de esas personas que quería caerles bien a todos y eso a veces era estúpido; porque no necesitaba la aprobación de todos para seguir con su vida.

—Es tímida—respondí—, y vos re rancio así que no la molestes.

—Cuánto amor.

Le sonreí y busqué mi mochila y mis llaves antes de preguntarles si estaban listos.

Aparentaba estar tranquila, pero la ansiedad por volver a ver a Manuel después de siete años me consumía. No quería hacerlo, no quería estar entre sus fanes y escuchar su insoportable voz. No quería que los recuerdos feos que me había dejado volvieran a atormentarme sólo por verlo. Y mucho menos quería que me reconociera, aunque las probabilidades eran mínimas.

Pensé en qué le diría si llegaba a darse la casualidad en la que tuviéramos que hablar. Pero cada respuesta me sonaba boluda o hasta llegaba a pensar en que era imposible que se acordara de mí. Y sí, tal vez estaba exagerando un poquito. Pero era inevitable no pensar en todo eso.

—Se me está quedando todo el culo duro—se quejó Paloma después de separarse de mi hombro tras dormir por una hora sobre él—. ¿Cuánto falta?

—Diez minutos—dije cuando miré el recorrido del colectivo a través de google maps.

—¿Y Lautaro?—preguntó mientras miraba a todos lados—. ¿No estaba sentado atrás nuestro?

Mire hacía donde estaba la barra para discapacitados y lo vi hablando con una mina de su edad, rubia como Paloma y con ojos oscuros como los de él. Parecían estar hablando de Ariana Grande porque el canto de Lautaro, que parecía una oveja pariendo, era de una canción de la cantante.

—Está allá chamuyando.

Paloma lo vió con el ceño fruncido y después me miró de la misma forma.

tan bien 彡 REPLIKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora