[17] EL PRÍNCIPE Y EL SAPO

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—¿ESTÁS despierto?—murmuré viendo la habitación bañada en la horrible oscuridad.

—Sí—susurró Manuel, apoyando su mentón en mi hombro y dándole un beso a éste.

Dejó de envolverme con su brazo izquierdo y me giré para que quedáramos frente a frente, a todo esto ya había prendido la lamparita que estaba en la mesita de luz.

Ya no se veía adormilado, habíamos pasado toda la tarde durmiendo y ya no teníamos sueño. Y a él no le convenía, mañana iba a competir y necesitaba estar bien despierto.

  —Extraño mi cama—dije, uniendo mis dos manos como si fueran una especie de mini-almohada—, las de los hoteles son feas.

  —Mal—asintió y frotó sus ojos—, el asiento del micro estaba más cómodo.

—Por lo menos vos si pudiste dormir—hablé avergonzada—, yo no dejé dormir a nadie.

—¿Estás mejor?

Le sonreí y asentí. Mi viaje había sido tranquilo, las primeras tres horas las aproveché para dormir y la otra la usé para hablar con Lauti mientras jugábamos al free fire, pero de un momento a otro me tuve que desconectar porque me sentí para el orto.

Estuve como media hora encerrada en el baño, y cuando dejaron de ser náuseas, fue un desastre tremendo que dejó al lugar diminuto apestando a vómito. Los peores viajes debían ser con embarazadas.

   —Lo único gracioso fue que como viajé con el viejo de la terminal, lo escuché decirle a su esposa "Tenías razón, está re contra embarazada"—reímos.

—Al final de todo nos creyó el boludo.

Sonreí de lado y me senté en la cama para prender la televisión, estaba puesto el noticiero, según el canal eran las ocho y la temperatura seguía estando igual de baja.

  —Pensé que era más tarde—dijo Manuel, mirando de lejos la ventana. Coincidía, era cierto que en invierno oscurecía más temprano—, ¿Querés salir a comer algo?

  —Ya sabes que sí.

La verdad es que no controlaba nada de lo que comía, tampoco lo hacía antes. Pero a veces sabía cuándo poner un freno, y durante este mes no se me estaba cruzando por la mente ponerlo.

Dejé de hacer trencitas en mi pelo cuando Manuel salió del baño, vestido con ropa deportiva como tanto me gustaba.

—¿Vamos?—le pregunté tomándole la mano.

Rosario era una ciudad hermosa, sus calles eran más lindas que las de Buenos Aires, tenía bastantes negocios y personas por todos lados. Pero aún así se encontraba en ella la paz que en otras ciudades no había.

—Creo que cuando vuelva...—musitó Manuel, mirando los rincones de la plaza en la que estábamos—voy a hablar con mis viejos.

Seguí mirando su perfil, se veía seguro. Más de lo que yo podría estarlo al decir eso.

—Mi hermana está sospechando.

No habíamos hablado sobre el tema en concreto, pero la conocía bien, y sabía que estaba buscando pruebas para hablarlo. Lamentablemente si Trini sospechaba de algo no descansaba hasta averiguarlo.

—¿No te preguntaron nada sobre el test?

Negué, las había escuchado a escondidas varias veces y en ninguna de sus charlas las había escuchado hablar sobre él.

—La hermana de Juli está dando las "señales" de que va a venir un bebé—me dijo con una sonrisa de lado.

—¿Si?

tan bien 彡 REPLIKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora