[24] UN ABRAZO DE MAMÁ

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ESTEFANÍA!

—¿QUÉ...?—preguntó Manuel con incomodidad, no entendía nada.

—Juli...—negué con mi cabeza y lo miré a modo de advertencia.

Manuel nos miró a ambos con el ceño fruncido, buscaba una respuesta en quien no sabía qué hacer para detener esto y quien no sabía qué hacer con su enojo.

—Qué mierda haces acá te pregunté—respondió Julián entre dientes, tomando a Manuel de la campera para que se parara.

Me levanté asustada por su tono de voz amenazante, Tego y Mamba lo tomaron de los hombros para alejarlo.

—Julián para—le pedí, poniéndome enfrente suyo; seguía mirando al otro con bronca.

Pasó por mi lado antes de que pudiera detenerlo, y tomó a Manuel del cuello de su campera sin abandonar esa frialdad en el rostro que te garantizaba que no iba a actuar pacíficamente. Él mismo me lo había dicho, iba a cagarlo a piñas si lo veía en la plaza.

—Eh, Juli, para un toque boludo—habló el Mamba acercándose a ambos.

Cuando menos me di cuenta ya estábamos haciendo una ronda alrededor de ellos entre...¿Diez personas más o menos?

—¿Qué te pasa, tarado?—lo empujó Manuel con la misma bronca, yo hubiera estado igual si me atacaban sin razón alguna.

—Basta, Julián, en serio—le toqué el hombro con miedo, estaba espantándonos a todos.

—¡Cagón de mierda!—lo tiró al piso, haciendo caso omiso a mi pedido—¿¡Cómo vas a dejar a tu wacha estando embarazada!?—dió la primer piña, haciendo que soltáramos un grito de sorpresa— ¡Vas a tener un hijo!

Tego y Fabro lo agarraron de la espalda aunque se resistió y consiguieron sacarlo de la ronda, Mamba y Winter se agacharon para corroborar que Manuel estuviera bien. Yo me mantuve quieta mientras veía a Julián irse.

Segundos después, mis piernas actuaron mucho antes que mi cabeza porque corrieron a seguir los pasos de quien se estaba alejando. Julián sacaba mi lado impulsivo.

—¡Julián!—lo llamé mientras más rápido caminaba para llegar a su lado.

Frenó, lo analicé por segundos mientras él se aseguraba de que el cigarrillo que estaba prendiendo tornara su punta naranja. El ruido del encendedor fue el primer sonido que escuché antes de estar enfrente suyo.

—¿Qué mierda te pasa?—espeté—. Te dije mil veces que no tenías porqué cagarlo a piñas, no te hizo nada Manuel.

—Sabías que no te iba a hacer caso, y te lo aseguré—dió una calada, sin quitarle la mirada al cigarrillo—. No sé qué te sorprende.

—No me sorprende, me indigna que seas tan inmaduro—negué con mi cabeza—. Y como si vos tuvieras un problema con él ¿Para qué mierda te metes?

—¡Porque me importas, boluda!—me miró con obviedad—. Y no me cabe que ese gil te haya hecho tan mal sólo por no tener los huevos para ser papá.

—No sabes nada de Manuel—aseguré—, vos sólo te quisiste zarpar para hacerte el malo en la plaza, si yo te chupo un huevo.

—¿Que yo no sé nada de ese pelotudo? ¿Y vos qué tanto sabías? Si antes de que la cague decías que no te iba a dejar—se rió amargamente—¿Y que me chupas un huevo? Si fui YO  quien te consiguió el número del doctor, YO escuché todos tus mambos y te ofrecí darte todo lo que tengo para no verte mal, desde el primer momento que te vi llorando en esta puta plaza intenté ayudarte—recordó—. ¿Con todo lo hice decís que no me importas? Sos una caradura, Estefanía.

tan bien 彡 REPLIKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora