[14] ÚNICA SALVACIÓN

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ESTEFANÍA!

—¡DIOS aprecia tu milagro!—gritó la señora que estaba en la puerta cuando llegamos. No la miré, seguí corriendo.

Mis piernas no me dejaron frenar hasta que llegué a la parada de colectivos, una vez ahí pude soltar todo y no parar.

Mi pecho se contraía de solo imaginarme en esa camilla, llena de sangre y con una aguja o algo parecido dentro mío. Agonizando, sin siquiera despedirme de mi mamá o mis hermanos.

Sentía que la vida se me iba mucho antes que Paola hiciera algo, desde que entre a esa habitación empecé a sudar frío.

Pensé que ya estaba lista, pero las dudas volvieron cuando esa pareja leyó el artículo de internet donde decía que era un riesgo abortar de tal forma; y otra duda fue esa tonta mancha ¿Por qué no podía dejar de mirarla? Yo estaba segura que no quería ser madre, pero no sabía que ver el embrión me afectaría tanto.

Dudé también con las palabras Paola, podía hacerme los mimos que quisiera para convencerme de que nada me iba a pasar; pero yo no le creía ni una palabra.

Aunque la peor duda fueron las insistencias de Manuel. Él ya parecía dudar de todo ni bien puso un pie dentro de la casa, estaba conmigo pero su apoyo era la mitad.

Y claro, si hasta él sabía que este podía ser mi último día.

   —Ay corres rápido boluda—dijo Lauti cuando llegó hasta el banquito en el que estaba sentada.

Lo miré un segundo y después aparté la vista. Me había visto llorar más de una vez pero aún así no me gustaba que nadie me viera llorando.

Escuché que se aproximaban otras pisadas rápidas, sin verlo sabía que era Manuel.

—Yo...Mejor los dejo solos.

Las lágrimas se multiplicaron cuando se sentó conmigo, quise desvanecerme. Ninguno sabía qué decir, el único ruido entre nosotros eran los autos pasando uno tras otro.

—Vamos a encontrar otra solución.

—Sí, claro—ironicé—. Como si fuera fácil encontrar ayuda en este país.

Estábamos de nuevo en ese silencio oscuro que hace un mes no estaba. Yo callada con mis lágrimas y él en la tarea tan difícil de hacerme ver algo positivo.

Pero no había nada de eso.

—Perdón—susurró bajito—, sabía que querías mucho que esto saliera bien.

Volví a mojar las yemas de mis dedos cuando sequé mis lágrimas, quería parar. Aceptar lo que me había tocado y hacer frente, pero en mi cabeza siempre estaba esa voz que me decía que nunca iba a poder.

—Pude haber muerto si esa pareja no nos advertía—contesté—, y tampoco quería que gastaras el sueldo de la FMS en esto.

—Te dije que no me molestaba.

Eso dicen todos y al otro día te lo echan en cara para hacerte sentir culpable.

—Y yo me dije mil veces que quería cortar todo esto de la raíz—sorbí mi nariz con el pañuelito que tenía guardado en el bolsillo de mi chomba—, y ahora que veo que es casi imposible te voy a entender si no querés hacerte cargo—admití—. Mírate Manuel, tenés todo el talento y el ingenio que yo nunca voy a tener, tenés claro que vas a ser exitoso; más de lo que ya lo sos—suspiré— ¿Y te pensas que vas a ser feliz teniendo un hijo con una piba que la mayor parte del tiempo te trata como la mierda? No, porque sos la persona que menos se lo merece.

tan bien 彡 REPLIKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora